“Insolidarios” y otras historias grotescas para no dormir / Raúl Navarro


Por Raúl Navarro (Kynos)

Noche de Hallowen

    Rebeca y Javier. Javier y Rebeca. Son dos adolescentes que se conocieron en una fiesta privada durante la noche de Hallowen de 2020.

     El encuentro tuvo lugar en una casa particular, en un barrio a las afueras de Madrid. Durante una loca “forbidden party” montada al margen de la ley, de esas paparruchas y rigurosas prohibiciones derivadas del Covid-19… Les saludaron al entrar con la típica fórmula de cortesía. !Happy  Halloween!.. Los asistentes abonaban 60€. Las bebidas, eso sí, estaban incluidas…. ¡Menos mal! Ah, y al entrar tuvieron que apagar sus móviles para “despistar a los radares de la policía”. O al menos eso les contó Remo, el rechoncho mexicano de 50 años promotor del lucrativo guateque. Tras unas cuantas copas de alcohol de garrafón y dos rayas de cocaína que les ofreciera un simpático joven disfrazado de Freddy Krueger, a las 3 de la mañana decidieron dar por terminada la “espeluznante” velada… Y como la casa de Javier quedaba como a 20 minutos andando, emprendieron el camino. Javier pensó que se acostarían, pues iban ambos bastante bebidos y excitados… Rebeca también presentía en su interior que podría ser una noche inolvidable… Y tal vez no se equivocaba… Javier vestido de Jocker reía maliciosamente por las oscuras calles, sorteando los pivotes de la acera y saltando algún bordillo, haciendo honor a su disfraz. Rebeca ilusionada sonreía al ver las acrobáticas payasadas.


   Nada más entrar en la casa y sin perder más tiempo, fueron directos al dormitorio de Javier. Pues estaban mas calientes que las alpargatas de la “Antorcha humana”. Así que no se quitaron ni los disfraces. Es más, Javier, por seguir con un siniestro y algo perverso juego y así redondear la tenebrosa noche de Hallowen, le propuso a Rebeca que ambos follaran con la mascarilla quirúrgica puesta.

    Sobre la cama, Javier estaba colocado encima de Rebeca, esfuerzo tras esfuerzo, con movimientos compulsivos emitía inquietantes y cortas silabas iii, iii, iii… la mascara de Javier empapada en su propia saliva, no pudo contenerla más, y las babas caían ahora sobre la mascara de Rebeca, con la cara pintada de catrina… Javier parecía un robot autómata descarriado, sin ningún control, no podía detenerse, era como una locomotora de vapor a punto de descarrilar. Un escenario realmente patético. Finalmente el cuerpo de Javier, se desplomó sobre el de Rebeca, inerte, sin vida… Rebeca se había vestido de muerte, y la muerte, paradojas de la vida había venido a ella. Gritó y gritó socorro tantas veces que se quedó afónica… Mientras el cadáver de Javier encima de ella, con sus ojos abiertos, parecía mirarla desde el otro lado.

    ¿Cual pudo ser la causa de su muerte? ¿Tal vez un ataque al corazón…? ¿O una falta de oxigeno en la sangre?… Rebeca nunca olvidaría esta noche de Hallowen de 2020… Paradojas de la pandemia, no hay nada más terrible que una mascarilla quirúrgica provoque tu propia muerte.

¡Mas banderas por favor!

     Confieso que día a día, ves por la calle tantas banderas y banderolas rojigualdas, en balcones y ventanas… Y también en numerosas personas que deambulan por las aceras, mostrando esta misma divisa en sus mascarillas … ¡Que un poco hasta te lo planteas!…  ¿Seré un poquito menos español? ¿Me están robando ese trocito de España que me correspondía?… …Eehh, que pasa ¡Pardiez!  Aquí tenéis mi DNI, que yo también he nacido en “la piel de toro”… Te dan ganas de decir.

   El otro día en el supermercado. Contemplé el “horror”… Parecía la invasión de los ultracuerpos, o mas bien la invasión de los patriotas. Una familia completa de seis miembros. El padre, pelo engominado, gafas de sol, jersey de rombos y un chaleco sin mangas de marca “Barbour”. Su flamante esposa a su lado, pelo rubio oxigenado perfecto. 2 hijos adolescentes con aparatos correctores dentales o “brackets”. Que si me arriesgo a decir que se llamaban Cayetano y Pelayo, no me extrañaría haber acertado. Y para acabar la “perfect family”, dos niñas pequeñas con sus dos coletas. Allí estaba la estirpe al completo, delante de las cámaras frigoríficas de los productos lácteos. Totalmente conjuntados en su vestuario, sacado del armario “Patria-Pandemia” (PP son las dos iniciales y abreviatura de este particular estilismo). Con “tapabocas” negros de insignias, los bolsillos de las chaquetas fileteados en rojo-amarillo-rojo. Distintivos en muñecas, reloj de pulsera con el blasón, pendientes a juego…Ufff. No les faltaba un detalle. Cambié de pasillo, la verdad, algo sobrepasado por tanta oriflama. ¡Madre mía, que fervor nacionalista!… Si Franco levantara hoy la cabeza, le alegraban el día… Dos simples reflexiones o posibilidades, se barajaban en mi mente:

    O vivo en un barrio de centro, bastante “facha”, o España se esta patrioterizando a lo Estados Unidos… Las dos podían ser totalmente ciertas y a la VOX compatibles…

   Nunca imaginé semejante panorama para 2020. Sí, he visto películas futuristas, de esas con un estado totalitario. Un estado que suele dominar con mano de hierro y controla la mente de sus CIUDADANOS… Pero esta “pesadilla”, esta siendo muy, pero que muy real.

   Pero esto no podía quedarse así. No podía quedarme atrás, pensé. Y al día siguiente tuve una brillante idea, creo, por no pecar de falsa modestia… Decidido me dirigí a un bazar chino y encontré lo que buscaba, un remedio o antídoto, contra este mal tan extendido llamado “patrioterismo”. Un símbolo a modo de justicia poética y a la vez, mi personal “test” de españolidad y resistencia. Así que lo compré y me lo llevé a casa para probármelo en la intimidad de mi dormitorio. Allí frente al espejo vertical, di dos vueltas la mar de complacido. Lo de que tengo el cuerpo bastante velloso, mejor os lo ahorro… Pero, ¡por favor! …Cuanto me favorecía este calzoncillo “paquetero” con la bandera de España. Aquí están mis armas, pensé. Pues el estilizado sleep me sujetaba bien firme mis atributos, por no decir mis cojones.

     Y oye, como cambia la situación. ¡Menudo coraje! Que te vienes arriba, que aunque esta prenda fuera invisible al exterior me sentía como si fuera el mismísimo Hernán Cortes. Que te pones el mundo por montera ¡Oye!… O por tus “partes”. Consciente y seguro de que cuando vas por la calle llevas tus huevos a buen recaudo, salvaguardados por la bandera patria. Y eso, eso…. ¡Te da una paz!… Que al pasar un paso de cebra, crees escuchar los vítores desde el graderío… ¡Torero! ¡Torero!

Grupos burbuja

     A través de los televisores de todas las casas, los telediarios pregonaban a los cuatro vientos sus mantras ¡Hagamos como en Suecia! ¡Como en Holanda! Argumentaban los epidemiólogos… A partir de mañana, según acuerdo del último Consejo de Ministros, se establecerá la convivencia solamente de grupos estrechos. Del entorno familiar más cercano y amigos. Para minimizar el impacto letal de la pandemia… Reduzcamos a sólo 6 personas, dijeron: Así las UCIS estarán menos colapsadas y tendremos menos fallecidos. “Grupos burbuja” o “la burbuja de los cercanos”, algo así llamó el gobierno a su último experimento. Una solución provisional y temporal, otra bala mas en la recámara de medidas preventivas estatales. Pero, vayamos al grano…

   La familia Martínez se encontraba cenando el sábado 7 de noviembre, 5 personas cumpliendo fielmente con arreglo a la vigente normativa del momento, la ley “burbuja”. Allí estaban la abuela Esther, o “Palomica”, el abuelo Pedro un señor de fuertes principios y los dos hijos de ambos:  Julián el ferretero, bastante miope al parecer, pues algunos clientes secretamente lo apodaban “el topo”.   También estaba la hermana de Julián, Gertrudis, una solterona aficionada al punto de cruz y al scrabble. Cerraba el curioso clan Elena, la mujer del topo.  Un poco bajita, y con grandes manos, celadora en un hospital de Vallecas.

     Una comilona agradable, aunque no “ligerita” precisamente por la ingente cantidad de platos que seguían saliendo de la cocina: cocido, morcilla, albóndigas, madejas de cordero, merluza, gambas, cazón, boniatos… Allí se probó de casi todo, y además regado con varias botellas de vino tinto. Ya lo dice un refrán castellano: “La del pobre, antes reventar que sobre”. Tal vez pensaron en zampar así, de esta manera bastante exagerada, por si no podían volver a verse en navidades, si alguna nueva ley mas restrictiva que la anterior así lo impidiese. Aunque más bien parecía, por el descomunal despliegue de arsenal culinario, que fuera a declararse la tercera guerra mundial… o el fin del mundo conocido.

    El hogareño banquete era amenizado con canciones de Nino bravo y Camilo Sesto. Elena a ratos, advertíale a Julián, ¡Cariño…no bebas tanto…que luego hay que coger el coche! Un mamado y seriamente perjudicado Julián, que ni oía ni contestaba nada, pues estaba demasiado preocupado en devorar a dos carrillos un arroz negro con chipirones. ¡Eszta bueníisimo! balbuceaba… Antes de sacar el coñac, Pedro el patriarca tocó solemne con una cuchara de madera la jarra del agua… TONG, TONG, TONG… Tenemos unos regalos en el cuarto trastero, unos discos de Karina y unos marcos con brillantes… son todos, para vosotros.  Debían ser muy valiosos esos objetos, a tenor de que el “trastero” no era mas que otro cuartucho de la casa cerrado bajo una gruesa llave. La respuesta fue unánime, ¡No os preocupéis!… Faltaría más, papá… Claro, ya sabemos donde están… ¡Nos encargamos nosotros! Con la gran llave en su poder, UIPPP… Julián se apoyaba en las sillas y en las paredes, para no irse al suelo de lo borrachuzo que estaba. Así que avanzó de lado a lado por el pasillo. Abrió la puerta, CRACK, CRAK. Tocó el interruptor pero la luz no funcionaba. ¡Te ayudo Julián!  ¿Quieres ayuda para buscar las piezas?… Ayyy, que poca luz hay en el trastero! dijo una voz femenina…A Julián le entro un serio calentón… Será un juego erótico de esos de Elena, así  que no reflexiono mucho más y agarró el cálido muslo con ahínco, para seguidamente subirle la falda. Y no debió pensar mucho más nuestro ferretero, intuimos, cuando se apoyaron en las estanterías metálicas en semejante TREQUE, TREQUE,.. Julián enardecido notaba algo ligeramente distinto, como un ardor de pasión extra, ZAS, ZAS, ZAS . Unas piernas con mas pelo que el de costumbre. Y en la oscuridad  pensó que todos los gatos eran pardos. ¿Sería el vino tinto quizás?…  Jodo el reserva del Duero, dijo para sus adentros Julián, empleándose a fondo ZAS, ZAS, ZAS. Poca luz en el trastero, una bombilla fundida…

    Era tu hermana Gertudris la que quiso ayudarte a coger los regalos Julián, y no tu mujer Elena! So bruto! …Un hijo de dos hermanos. Incesto en primera línea consanguínea. Premio gordo del parentesco biológico, pleno al 15…Tuvieron un hijo secreto, esa noche, a oscuras, y le llamaron Ramoncín. Nadie pensó que estas cosas pudieran pasar en España; por una bombilla fundida, por una ley fallida.

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