Ocho minutos de gloria hispana / María Dubón


Por María Dubón

   Ocho minutos. Ocho minutos es lo que ha durado la misión del satélite español Ingenio. El nombre, aludiendo al trabajo made in Spain, presagiaba lo peor.

     La mayor apuesta de la industria aeroespacial española, cien por cien marca España, se ha ido a la porra por una pifia humana. La misión la financiaba el Centro Español para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI) del Ministerio de Ciencia e Innovación, y tenía encomendada la observación de la Tierra durante siete años.

    A la hora prevista despegaba el cohete Vega, pero se desviaba de la trayectoria trazada y tuvo que darse por perdida la misión. Se han analizado los datos de la telemetría para detectar la causa del fallo. El consorcio espacial Arianespace informó de que el fracaso del lanzamiento se debió a una serie de errores humanos y no a un defecto en el diseño. Una vez encendido el motor, el control del vehículo se perdió de forma permanente y su trayectoria se desvió rápidamente. Al parecer, hubo un problema en la conexión de los cables del sistema de control.

   La broma nos cuesta unos 200 millones de euros, en el precio del desastre va incluido el lanzamiento, el diseño, la construcción de «Ingenio» y de los instrumentos que transportaba, además de los 8 años de trabajo invertidos. Pedro Duque, el ministro español de Ciencia e Innovación, lamentó el fiasco y nos transmitió consuelo con sus palabras: gracias a la fabricación del satélite se han desarrollado varias tecnologías.

   A 700 kilómetros de la Tierra, «Ingenio» iba a seguir la dirección del Sol y, desde esta posición, enviaría unas 600 imágenes diarias de nuestro planeta que servirían para monitorizar, en tiempo real, desastres naturales: incendios, inundaciones, deforestación… y avanzar en la prevención del cambio climático. Otra vez será.

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