Pequeñas vilezas de Navidad / Dionisio Sánchez


Por  Dionisio Sánchez
Director del Pollo Urbano
elpollo@elpollourbano.net 

     Queridos amigos, compañeros y  camaradas:

       Algunos conciudadanos estaban convencidos que la irrupción vuestra en el panorama político…

…iba a insuflar a nuestra convivencia ciudadana un hálito, al menos, de honradez y virtud, tal que si estos hábitos  fueran sinónimos de felicidad pública.

    Poco tiempo llevan en las instituciones nacionales,  pero el suficiente para que cualquier observador ya vaya viendo que no acaban de llegar al meollo, que se están, pasito a pasito, incorporando al club de las pequeñas vilezas que, seguro, acabarán  por crear otro gran globo donde, qué duda cabe, vivaqueará la corrupción y el fraude. No sé por qué  me suena todo esto. En nuestra ciudad vivimos bajo la férula de  una amalgama llamada ZEC,  una legislatura que no fue estridente en corruptelas,  pero si generosa en sus intentos (todos ,por cierto, descubiertos a tiempo dada, por suerte, su escasa preparación “profesional” para el mangoneo).

    Todos los partidos, cuando nacen e intentan incrustarse en nuestra sociedad,  ofreciéndonos que a través de su gestión política –si les votamos- seremos  todos  más buenos y solidarios, más guapos y más gordicos,  acaban sumiéndose, más temprano que tarde, en el interior del globo antes citado…¿Son el vicio y la maldad  la esencia del ser humano? ¿O será que la virtud es un concepto cristiano alejado de la realidad del animal que somos los bípedos de dos patas?

   Hace 300  años que   Bernard de Mandeville publicó  La fábula de las abejas, o cómo los vicios privados hacen la prosperidad pública. Y yo soy de los convencidos de que nada ha cambiado y que a día de  hoy está en plena vigencia La redención de los bribones, que es la moraleja de la apología del vicio preconizada y  expresada por este  autor nacido en 1670 en Róterdam en el lenguaje intuitivo de los últimos versos de su fábula que dicen así:

Dejad, pues, de quejaros: sólo los tontos se esfuerzan
por hacer de un gran panal un panal honrado.

Querer gozar de los beneficios del mundo,
y ser famosos en la guerra, y vivir con holgura,
sin grandes vicios, es vana
utopía en el cerebro asentada.

Fraude, lujo y orgullo deben vivir
mientras disfrutemos de sus beneficios.

 

  Y como pronto llegará la Navidad Civil, por decirlo de alguna manera, quiero hacer de rey Mago (rey obrero, por supuesto) y dejarles a mis amigos podemitas un vale-regalo por un ejemplar de esta fábula con tan  extraordinario y vigente texto para que si pueden (tras una lectura compartida y circular), traten de no alterar lo que ha estado aconteciendo, al menos, durante los últimos 300 años ¡Qué digo: 2020 años desde Cristo y 28.000  desde que se dató al primer homo sapiens!

    Por si hay algún podemita que no tenga tiempo para leer tanta estrofa, pero que esté interesado en saber de su contenido,  le diré que el poema nos cuenta, en una sencilla sinopsis, que “in illo tempore” había una colmena que se parecía a una sociedad humana bien ordenada. No faltaban en ella ni los bribones, ni los malos médicos, ni los malos sacerdotes, ni los malos soldados, ni los malos ministros. Por descontado, tenía una mala reina. Todos los días se cometían fraudes en esta colmena; y la justicia, llamada a reprimir la corrupción, era ella misma corruptible.

   En suma, cada profesión y cada estamento estaban llenos de vicios. Pero la nación no era por ello menos próspera y fuerte. En efecto, los vicios de los particulares contribuían a la felicidad pública; y, de rechazo, la felicidad pública causaba el bienestar de los particulares.

   Pero se produjo un cambio en el espíritu de las abejas, que tuvieron la singular idea de no querer ya nada más que honradez y virtud. El amor exclusivo al bien se apoderó de los corazones, de donde se siguió muy pronto la ruina de toda la colmena. Como se eliminaron los excesos, desaparecieron las enfermedades y no se necesitaron más médicos.

   Como se acabaron las disputas, no hubo más procesos y, de esta forma, no se necesitaron ya abogados ni jueces. Las abejas, que se volvieron económicas y moderadas, no gastaron ya nada: no más lujos, no más arte, no más comercio. La desolación, en definitiva, fue general…..

     Así pues, repetimos  para los ingenuos lectores amantes de la justicia y la honradez:  

  Dejad, pues, de quejaros: sólo los tontos se esfuerzan por hacer de un gran panal un panal honrado.

   En el caso que nos ocupa, con los últimos pactos del Gobierno, ya veo que están aprendiendo rápido ¡Enhorabuena, chavales! Muy pronto estaréis en la misma y fecunda  grasa…que hace feliz a la Humanidad (según Mandeville, naturalmente).

    Queridos amigos, compañeros y camaradas. ¡A caballo!¡Yihiiii! ¡Salud y Feliz 2021!

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