La inútil doctrina del Tribunal Constitucional / Guillermo Fatás


Por Guillermo Fatás
Catedrático de Historia Antigua de la Universidad de Zaragoza 
Asesor editorial del Heraldo de Aragón
(Publicado en Heraldo de Aragón) 

     Debe diferenciarse entre imitadores, plagiarios y falsificadores. El himno de la Unión Europea no es original del ‘rockero’ Miguel Ríos ni este dice que lo sea…

…Alfonso Guerra (autor de un expresivo «¡Con Bildu, no!») usó mucho el aviso «el que se mueve no sale en la foto», sin negar que era un préstamo del rocoso sindicalista mexicano (‘colmilludo’, le decían) Fidel Velázquez.

    En EE. UU. se cita a menudo cómo Lincoln dijo, en la Convención Republicana de Illinois de 1858, que una casa dividida acaba destruida (en efecto: en 1861 empezó la Guerra de Secesión entre esclavistas y emancipadores), pero la frase está en tres evangelios. De ignorante pretencioso es decir, como Pablo M. Iglesias, experto en historia de las ideas, en el curso ‘Poder, ideología y medios de comunicación’ (julio de 2012), que Newton «a partir de que se le cae una manzana en la cabeza (!), deduce la teoría de la relatividad». Agustín Sánchez Vidal recordaba esta semana que Newton concibió la teoría de la gravitación, al decir de su sobrina y cuidadora Catalina Barton, según Voltaire, partiendo de la pregunta ¿por qué la manzana de mi jardín cae y la Luna no?

    Plagio soez fue el de Otegi (Anoeta, marzo de 2016), el tipo capaz de meter a un secuestrado en un ‘zulo’ asfixiante. Apeló a la «izquierda honesta española» que busca una «España roja, republicana y laica» para que, antes, logre que «España esté rota». Plagiaba a Calvo Sotelo, asesinado en 1936, que lo dijo, también en San Sebastián (Frontón Urumea, noviembre de 1935): «El nacionalismo vasco es antieuropeo, antiespañol y antivasco (…) Entre una España roja y una España rota, prefiero la primera: sería una fase pasajera. La segunda seguiría rota a perpetuidad».

  De igual modo es fullería decir que el sanchismo y sus adláteres no han pactado con Bildu. Pactaron en Navarra. Y en mayo, Echenique y Lastra compraban su venia, solo embarullada por la torpeza de esta, al incluir una imposible derogación ‘íntegra’ de la reforma laboral del PP. Pero los pactos de Bildu e Iglesias (‘discretos’, los llama) los conoce bien la Moncloa.

Sí es asunto constitucional

     Estos mismos sujetos dicen también que la calidad vehicular del castellano o español en la enseñanza no es asunto constitucional y que solo retiran un añadido gratuito de la ‘ley Wert’ del PP. Solo que Wert (bien olvidado está) incluyó ese punto en 2013 para recoger la doctrina del Tribunal Constitucional (TC) que se fijó en 2010. El TC, intérprete último de la Primera Ley, estableció que el problema era constitucional. Quien lo niega, miente o ignora lo que debe saber. El 28 junio de 2010, quedó fijado que, si bien el Estatuto de Cataluña recogía el deber de usar el catalán «normalmente como lengua vehicular y de aprendizaje en la enseñanza» no decía que fuera «la única lengua, sin impedir por tanto -no podría hacerlo- igual utilización del castellano». O sea, que, «con la mención del catalán, no se priva al castellano de la condición de lengua vehicular y de aprendizaje en la enseñanza» . Lo contrario sería «una inadmisible voluntad legislativa».

     Por eso, desde ese día, faltan a la verdad quienes dicen que el caso no tiene calidad constitucional; y que la ‘ley Celaá’, auténtico contenedor de discordias, solo repone las cosas a la situación previa a la ‘ley Wert’, infeliz criatura legal nacida en tiempos de Rajoy.

    Hay más. El Tribunal Supremo (TS) añadió a su vez, en una larga sentencia de diciembre del mismo año: «Reducir el castellano a una materia docente más del currículo (…) y privarle de su condición de lengua vehicular junto con el catalán en el territorio de Cataluña (…) daría lugar a la inconstitucionalidad del Estatuto y de sus normas de desarrollo en materia de enseñanza (…) La exclusión de hecho del castellano como lengua vehicular pervierte el modelo lingüístico establecido en la Constitución, de conjunción lingüística o de bilingüismo integral (…) y es contrario al espíritu y a la letra de la Constitución».

    Y, en fin, el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, en julio de 2011, ordenó que, en el plazo de dos meses, la Generalidad actuase para que el castellano fuera lengua vehicular junto con el catalán. Como si nada.

   En cuanto al ectoplasma llamado Alta Inspección Educativa del Estado, es tan ‘alta’ que no percibe lo que sucede a ras de suelo. Ni ve, ni oye, ni dice nada de relevancia.

   Sería largo, e irritante, explicar por qué todo esto ha sido inútil; por qué no se cumplen esas sentencias tan expresivas; ni qué íncubo obliga desde 2010 a los gobiernos del PP y del PSOE a fingir que no se enteran.

   Por ello, las tesis del TC y del TS son doctrina justa, vana e inútil. Es una quiebra del Estado de derecho.

   Así y todo, el castellano, matriz de la lengua que llamamos española por antonomasia, no será extirpado de Cataluña ni de ninguna parte. Vilipendiado, sí; suprimido, no. Y, menos, por estos políticos chichinabos, conformes con aprobar el proyecto con media Cámara en contra (177 sobre 350). Qué fracaso triunfal.

   Puede anunciarse: tal como va, el sistema educativo en sí no mejorará, pues esta ley no se ocupa de eso.

   Y no yerren en su juicio: estas políticas de Sánchez & Co. no dañan a la lengua. No podrían. Dañan a los hablantes. Tan cierto como que Newton no ideó la relatividad.

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