El tren de la Ruta de la Plata / Max Alonso


Por Max Alonso

     El que fuera insigne cronista de Astorga Martín Martínez cuenta que a un astorgano le quemaron los leoneses en una plaza pública.

      No a él, sino a su efigie. Era Pío Gullón, que había nacido, por indiscutible derecho propio, en la calle que lleva su nombre. Su delito era que había conseguido que el tren de la Vía del Oeste, que se inauguraba, tuviera su estación término en Astorga, no en la capital de la provincia, como los leoneses capitalinos deseaban.

     Se concluía así el destino de la antiguavía romana, la Vía de la Plata, que desde Mérida los romanos construyeron hasta Astorga. Era pues una razón histórica y de justicia y el astorgano, lo que consiguió, fue poner las cosas en su sitio y que fueran como tenían que ser.

    Ahora no van por ahí los tiros, sino que Astorga, tomando la delantera, ha salido a la calle y con ella los representantes de toda la zona, pidiendo que se repare tamaña injusticia y se reponga lo que nunca se debía haber quitado y se quitó, para agravio de los socialistas que lo hicieron, que son los primeros que se apresten a reparar su error mayúsculo.

     Un tren que, aparte de otras muchas vicisitudes del pasado, tenía la voluntad de acercar a las zonas del antiguo reino de León, tan separadas las tierras de su misma sangre, como Zamora y Salamanca y llevarlas hasta la tan abandonada Extremadura, que así sigue, en estos tiempos, por el ferrocarril. Hasta Andalucía y no solo a Sevilla, sino hasta el mismo mar de Algeciras.

   Por la otra parte un tren que debe seguir hasta Gijón, cerrando el necesario trazado de la Vía del Oeste del mapa peninsular, tan abandonado, no de la mano de Dios, sino de la de los hombres, por Renfe. Una ruta que había nacido bajo los auspicios del primer marqués de Comillas, aquel que había sido negrero, como iniciativa privada, y que murió en manos del Estado cruel.

    En Astorga volvimos a salir a la calle, reivindicando una cuestión que es de justicia histórica y nostálgica, porque durante muchos años, aquel tren, que popularmente se le llamara Charango, Maragataniano, por influencia del TBO,Jaimito, cuando había trenes peores, como el de Arganda, que pitaba más que andaba y que permitía cargar las hortalizas sin que parara, para llevarlas al mercado de Madrid, que todo lo traga. Este además llevaba también a los estudiantes de la zona, con tempo para repasar una asignatura en el trayecto, a la que fuera la primera universidad española, título que le pese a quien le pese, no se lo podrán quitar a Salamanca.

   Desde la manifestación anterior, el pasado 4 de noviembre, han sucedido muchas cosas. En aquella ocasión se recordó que se nos ha ignorado, porque el Gobierno no había defendido en Europa este ferrocarril, como correspondía, aplazándolo hasta 2050 y que 30 años más no aguantamos, aunque solo sea por justicia comparativa. Por eso se incluía la petición expresa del restablecimiento de la línea Plasencia Astorga y con un plazo mucho más cercano, no el que está siguiendo el modelo de tren de Madrid a Extremadura.

     El Gobierno, por su parte, movió ficha, tras la manifestación anterior, anunciando la adjudicación del estudio ferroviario Plasencia-León, ignorando nuestra reivindicación, aunque admitiendo que entraría de tapadillo.

      Muchas más cosas han cambiado en este tiempo. El PP de León, justo es reconocerlo cuando cambia para corregir errores, apoyó esta alternativa y, más últimamente, ha presentado en el Senado una moción exigiendo esta reapertura de la línea Astorga-Plasencia, de acuerdo con las soluciones logísticas recomendadas por la Unión Europea y no contempladas por el Gobierno de España.

      Ha cambiado también en que ahora está de ministro de Transportes Óscar Puente, el que fuera alcalde de Valladolid, que, cuando lo era, propugnó aquella aberración disparatada de que la solución a la despoblación era que todos los castellanos y leoneses nos fuéramos a vivir Valladolid. Puso como ejemplo, disparate de los disparates, a Aragón y su macrocefalia zaragozana, que los aragoneses no lo han podido arreglar con los siglos y lo llevan como una penitencia. Si el entonces alcalde metió la pata hasta el corvejón, que ahora, como ministro, la saque, reparando la injusticia, mirando a la historia y haciendo lo que hacen los hombres de Estado, que se rigen por la JUSTICIA. Hombre de verbo cálido e impetuoso, ha demostrado también su capacidad para corregir y subsanar. Esta es su ocasión.

     Si la semana anterior evocada en este espacio la brillante historia y hoja de servicios de la Cámara de Comercio e Industria de Astorga, nuestra cámara, con lo que está ocurriendo cobra todo su sentido.  Que sea ella la que capitanee esta causa y salga de esa modorra en la que en los últimos años anda sumida, dominada por la mala política, la atenazarte y agobiante, que quita el oxígeno de la vida, para que no se haga nada. Esto es cosa de la sociedad civil. De comerciantes y los industriales que quedan. No la revolución, que no es lo que se necesita, sino el simple despertar y que los astorganos, como aquellos del final del XIX se despertaron para exigir lo que era suyo y lo consiguieron, que la línea del Oeste, no solo llevara el nombre de la Vía de la Plata, sino que resolviera la injusticia histórica del olvido y volviera a donde tenía que venir, a Astúrica.

      Los pendones concejiles pusieron color a una climáticamente apacible mañana de enero. Los astorganos salieron a la calle para reivindicar lo que es suyo, a la par que otras concentracionesconvocadas a lo largo del recorrido de la Ruta de la Plata, desde Asturias a Andalucía, incorporando a Galicia desde Astorga, en busca de la vertebración de esta parte de España, dejada de la mano de Dios y del Gobierno. Con una pregunta nítida en el caso de Astorga: Su tren desaparecido, que unía Astorga con Plasencia, tal como pidió el presidente de la Plataforma para la Reapertura Eduardo Tocino. Fuera la modorra y a exigir lo que es nuestro y nos corresponde.

Publicado en: https://astorgaredaccion.com/

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