Por Jorge Álvarez
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Sin saberlo el genial comediante y escritor logró algo que los periodistas argentinos callan, se hacen los distraídos, miran para otro lado al consultárselos sobre el gobierno del presidente Milei, el viajero.
Es que él solo necesitaba unas cuantas palabras para describir una situación por más compleja que esta fuera. De haberlo conocido le hubiera pedido que me obsequiase algunas de sus frases que le dieron fama como esta: “usted en qué va a creer ¿en lo que yo le digo o en lo que ven sus ojos?”
Estas 19 palabras resumen de manera magistral lo que es el gobierno en la Argentina. Tanto él como sus ministros tratan de hacer creer a diario a sus gobernados que aún vivimos en los primeros años del medioevo. Y que ellos encarnan el Renacimiento, el ellos estoy seguro.
Para ello se erigieron, en la obra de teatro que representan con suerte dispar entre quienes aún piensan, en los faros que iluminan y marcan el camino al pueblo que todavía, según ellos, vive en las cavernas esperando a un líder a quien ayudan “las fuerzas del cielo” para transformar el país en uno del Primer Mundo según declaman a diario.
Intentan crear un pensamiento único entre quienes, según su óptica, son seres inferiores los que sin su guía sucumbirían ante el avance impiadoso del socialismo. Todavía no se animan a imitar a Kim Jong-un quien a los 8 años recibió de regalo de cumpleaños de su padre el uniforme y el grado de general del Ejército de Corea del Norte pero sí a pensar que Javier Milei merece el Premio Nobel de Economía. O de cualquier especialidad no importa cuál.
Cuentan con cortesanos fanatizados en todas las estructuras del Estado y con periodistas alquilados capaces de transformar algo nimio, insignificante del gobierno en algo épico y trascendente que se repite por los canales de televisión durante unas diez a doce horas. Incluyen en sus nóminas a personajes del anterior gobierno que por ser repulsivos e incapaces irritan la cada vez más sensible piel de la ciudadanía harta de estar bajo la férula de un mitómano. Entonces ¿qué podía fallar? Todo. Felices vacaciones de Sol, tapas y cañas es mi deseo para usted.