Por Andrés Sierra
Mi barrio, como en cualquier otro barrio de esta ciudad, no es diferente a otro lugar del país. Incluso en el mundo. Siempre he pensando que todos los barrios son similares.
El mío es multicultural, existen personas de muchas etnias y colores, pero también de distintas religiones -algo a tener en cuenta- porque es una cuestión, creo, bastante importante.
Hay negros, pero no son afroamericanos, sino africanos.
Hay rumanos, gitanos, no hay chinos viviendo, pero sí regentando algún bar, peruanos, argentinos, ecuatorianos, etcétera.
Afortunadamente he visto una cuestión que me agrada enormemente. En la plaza jugando al futbol a críos y crías sin ningún problema. Cierto que ahora las circunstancias han cambiado; las chicas ya no tienen que andar jugando con las muñecas y los chicos con las pistolas. Un niño puede estar jugando a hacer comidicas y una niña a darle patadas a un pelotón.
A veces hay cierto descontrol, por ejemplo tres jovenzanos en un patinete a su puta bola y asustando al personal. De cualquier forma no hay mucho problema, cierto que de cuando en cuando aparece la policía… por algún mal trato, por cuestión de drogas o por otras circunstancias, pero más o menos, como en otro barrio.
Suerte que no llueven bombas.
