Por Jorge Álvarez
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Dicen los que saben que la principal característica de un psicópata “es la imposibilidad de crear relaciones afectivas ante su entorno y de sentir remordimiento ante situaciones que normalmente lo provocaría.”
En consecuencia, observa a los seres humanos como cosas u objetos que son esenciales para lograr sus objetivos.
Cumple con todo lo descripto líneas arriba y más. Mucho más. Extravagante, misógino, déspota, xenófobo, con un gran complejo de inferioridad disfrazado y maquillado de superioridad, caprichoso, infantil, inestable, grosero, patotero, delirante, irascible, bocón, vengativo y podría seguir agregando calificativos para definir su personalidad durante este comentario y dos o tres más. Pero a usted lo cansaría. Lo hartaría como a mí. Porque hay hechos que no tienen una explicación racional de cómo llegaron allí. Le doy un ejemplo: sería como ver una fotografía de una vaca parada en la copa de un árbol, en el campo. Lo mismo sucedió con quien me obliga a consumir este comentario en su figura grotesca, salida quizá de “La ópera de dos centavos”, de Brecht. Sí acertó usted porque siendo yo argentino ¿de quién yo voy a escribir si no de Milei?
“El Estado Soy Yo” (l’Etat c’est moi) es el lema del absolutismo acuñado por el rey de Francia y Navarra Luis XIV. Según los historiadores, la afirmación “el Estado soy yo” fue pronunciada por el rey Luis XIV al ver el desacuerdo que la corte en París tenía frente a la aprobación de los edictos presentados por el monarca. La frase indica lo absurdo que veía Luis XIV la discusión, ya que esperaba que todas sus propuestas fuesen aceptadas sin cuestionamientos. Entonces estamos por estos lares ante la encrucijada de saber si Milei enloqueció y cree ser la reencarnación del rey de Francia o si ya vino así de fábrica, cosa que yo estoy convencido.
En la certeza de que él seguirá generando enemigos, uno tras otro, por sus “comentarios” y así se sumarán a quienes ya cayeron bajo su furia como el Papa Francisco, el presidente de Ecuador, el de Colombia, el de Brasil, la primera dama del gobierno del reino de España y todo socialista que respire en el orbe se enterarán por este medio en la esperanza de que el virrey del Río de la Plata no me deporte.