Por Dionisio Sánchez
Director del Pollo Urbano
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Hace mucho tiempo, un viejo amigo, trasladado por amor a un estado libre asociado de EE.UU., fijó sus posiciones políticas –tal y cual era su ideario de entonces – en la lucha por la independencia de dicho estado.
Pronto le abrieron los ojos sus propios colegas de similar ideología transmarina y alguna que otra indicación de la todopoderosa CIA al respecto de calibrar debidamente su interés por trabajar en el estado ”títere” de la poderosa nación americana si mantenía sus convicciones.
En España siempre habíamos creído, inocentemente, que los catalanes eran los más inteligentes de la clase, pensando, por supuesto, que los vascos eran no solo los torpes del colegio, sino que su asesino brazo armado no los llevaría a horizonte inmediato alguno.
Ciertamente, mientras vivió el agüelo Pujol, los incipientes terroristas catalanes de Terra Lliure fueron obligados por el propio aparato del magnate independentista a soltar las “herramientas” porque, según su convicción, certera hasta que algún club de tontos insinuó la posibilidad de tocarle su propia cartera, la negociación, el negoci sense embuts y la paraula eran los instrumentos a utilizar debidamente para obtener del Estado las ingentes cantidades de pasta gansa que ( para evitar enfrontaments polítics majors) les proporcionaron todos y cada uno de los sentados en la Moncloa desde que llegó a la mismísima caverna don Adolfo Suárez hasta nuestros días y sin que el patriarca haya olido ni un solo atisbo de barrote carcelario.
Y cuando, recientemente, el gilipollesco club de la comedia bufa y democrática quiso cornear a Pujol, se armó la marimorena … y, como ustedes mismos han visto, hasta hoy.
Mientras, los “torpes” vascorros a la chita callando, se han puesto las botas, sin gastar ni una bala, llevando los presos a su entorno geográfico y poniendo a sus tropas, otrora pistoleras, en generosas nóminas del
gobernu autonomoa y marcando pecho de demócratas auxiliados, vílmente, por el valido rojo, enano y necesario del virrey don Pedro.
A la mascarada de la “independencia” ya se le ha caído el bigote. Al fin, los españoles – ilusos impenitentes y crédulos hasta dudar que haya ojetes extensibles que se ajusten a la magnitud del órgano que se les aproxime – hemos caído en la cuenta de que la “independencia” no es sino una burda manera de chantaje al Estado de todos. De ese modo, hemos comprendido, ¡al fin!, de que los privilegios de unos y otros, vascos y catalanes, por ejemplo, son daños, desventajas y olvidos para el resto de las sufridas regiones de la España en la que vivimos. Y eso, tarde o temprano, jode.
Y, mientras los dirigentes de la España de la Segunda División sean tan prudentes y conformistas y las nóminas (aún menguadas) paguen generosamente a los ejércitos de funcionarios y burócratas de cada Comunidad, no pasen ustedes pena, que España no se romperá. Es decir, no habrá jamás independencia alguna.
¿Quién cojones iba a pagar los extraordinarios costos y las abultadas nóminas de los “forjadores” de esos minipaíses con la generosidad con que apoquina mes a mes, año a año, la Madre Patria? ¿Independencia? ¡Mis cojones son faroles, camaradas! ¡A caballo! ¡Yihíiiiii! ¡Salud!
PD: Efectivamente, mi amigo se ha jubilado con cargo al erario de los EE.UU.