Macrogranja en Noviercas, paradigma de la insostenibilidad / Víctor Gonzalo


Por Víctor Gonzalo

     El ayuntamiento de Noviercas, situado en la provincia de Soria, en la falda sur del Moncayo, modificó las Normas Urbanísticas Municipales el pasado otoño para permitir que la empresa navarra Valle de Odieca S.L. instale en su término…

….una macrogranja con hasta 18.500 vacas lecheras y sus correspondientes terneros. Sus cifras de producción, consumos y polución estremecen: para una producción de 200.000 toneladas de leche al año, de muy baja calidad, ocupará 154 hectáreas, consumirá más de 5 millones de litros de agua al día, generará 368.000 toneladas de residuos con un alto potencial contaminante, y emitirá gases de efecto invernadero (CO2 – 574.200 toneladas, metano, NO2). Por comparar, equivaldría al consumo de agua de una ciudad como Soria, o a las emisiones de más de 100.000 vehículos (clasificación B o C), con residuos equivalentes a los de una ciudad mediana, pero con alto contenido de sustancias difícilmente gestionables, como los antibióticos usados en el tratamiento de las reses. Decir que el proyecto supondrá una agresión global a nuestro entorno no es exageración, piensen cómo calificar lo que será su impacto en la comarca del Moncayo, Soria, Castilla y León o en Aragón. 

    El pueblo señala orgulloso el paso de Gustavo Adolfo Bécquer por Noviercas, ya que vivió allí con su mujer Casta, conformando un matrimonio tormentoso, por los celos, las infidelidades y los desplantes hasta que el poeta, un bala perdida, se separó de su esposa, que tampoco debía hacer honor a su nombre. ¡Mal guarda su corporación municipal el legado de Bécquer, ahora que entierra su sensibilidad romántica con una montaña de boñigas!

    La tal explotación comprometerá el agua, la tierra y el aire. Es difícil creer que la instalación vaya a ser mínimamente respetuosa con el entorno, habida cuenta de las numerosas irregularidades de Valle de Odieca S.L. en sus instalaciones navarras. Los alrededores del término se reparten entre las cuencas de Ebro y Duero. Allí acapararán los acuíferos para limpiar y dar de beber al ganado. Se me ocurren usos mejores de la escasa agua disponible en las próximas décadas. Además, en la vertiente norte su contribución al envenenamiento del agua se añadirá a la polución que ya provoca su mala gestión por la industria de Ólvega, y los residuos urbanos de este municipio y de Ágreda, de efecto muy contaminante sobre el río Val y los pueblos de su ribera hasta el Ebro. Eventualmente, comprometerá la salud y el modo de vida de un gran colectivo que no puede oponerse a la instalación.

    Se anuncia que la granja creará puestos de trabajo (hasta 300 entre directos e indirectos). Este aumento de oferta de empleo difícilmente podrá ser cubierto con trabajadores de la comarca. Si en la zona alguien pensaba en posibilidades de desarrollo rural (sostenible o no), las verán ahogarse en orines. Posiblemente, al principio, los beneficios de la empresa promotora serán sustanciosos, y como tributarán en Navarra, nuestro particular paraíso fiscal, apenas sin carga de impuestos. Respecto de la corporación municipal, quedemos a la espera de lo que nos acabe contando la UCO.

    Pero la decisión de su instalación y su resultado económico está sesgada de cortoplacismo. Esto no puede acabar bien, ni para la empresa, ni para el ayuntamiento, ni, por supuesto, para el resto de afectados, entre los que debemos recordar a todos los pequeños productores de leche que serán expulsados por precios inasumibles para sus costes (en Soria, en Castilla y León, en España y en la Unión Europea). Al cabo, esta granja reemplaza 250 explotaciones de 100 animales, aparentemente menos productivas, pero además tirará por los suelos los precios de la leche en el mercado europeo para todos los productores que la sobrevivan.

    Me atrevo a vaticinar otras dos consecuencias económicas del proyecto. En primer lugar, en muy pocos años la regla será “el que contamina paga” y, como estos van a contaminar por tierra, agua y aire, verán tan menguado el resultado de su negocio que lo cerrarán. Detrás dejarán su montaña de mierda, su fetidez y su veneno, para todos los vecinos de la zona y los de sus ríos hasta Tortosa u Oporto. En segundo lugar, los productos que no sean “eco” desaparecerán de nuestra dieta, algo que ya sucede en los países del norte de Europa, por lo que, si no los brean a impuestos medioambientales, acabarán quedándose la leche en sus ubres. Pero, como ya habrán notado, Valle de Odieca S.L., solo asumirá responsabilidad hasta el importe de su capital, ¡y que les quiten lo contaminado!

    Ya estamos intentando pararlo, con alegaciones, de Greenpeace o COAG-CyL entre otros, a la modificación de las Normas Urbanísticas Municipales de Noviercas. Pero deberíamos rebuscar más entre los que serían, por negligencia, y hasta por prevaricación, corresponsables de estos desmanes: i) los ayuntamientos limítrofes, ya que, su inacción sería cómplice, ii) las entidades financieras que prestan a Valle de Odieca S.L., a las que debería preocupar su insostenibilidad, iii) la Junta de Castilla y León, si no para las autorizaciones preceptivas, y el Gobierno de Aragón, si no pone el grito en el cielo, iv) las Confederaciones Hidrológicas de Duero y Ebro, que deberían velar por la salud del agua, al menos por esta vez, v) el Gobierno español y, en especial, el Ministerio de Energía, Agua, Medio Ambiente y Cambio Climático, pues esto le da de lleno en cada uno de sus departamentos, y, por último, v) el Comisario de Medio Ambiente, Océanos y Pesca, porque la Comisión Europea no debía fiarse de que ninguno de los anteriores hagan su trabajo.

    Vecinos de Noviercas y de su comarca: esto no es progreso, sino avaricia de unos pocos; pero sí es un atentado contra vuestra salud, la de vuestros vecinos y la de todos. ¡No lo consintáis!

Tres Cantos

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