Por Jorge Álvarez
La verdad es que no encuentro una respuesta coherente para esta pregunta que nos hacemos quienes habitamos en la bella España y en la Argentina. Los sucesos que ocurren en mi país en este 2015, el Año de la Cabra de Madera según el Horóscopo Chino, se suceden con la velocidad de la luz. Estamos, literalmente, sentados en un volcán.
Un fiscal federal que investigaba un tratado del Gobierno con Irán muerto, en un hecho más sospechado que toparse con un dólar azul ha puesto a la sociedad patas para arriba. En todos los estamentos se ha instalado un tufillo, espantoso e indisimulable, de sospecha que salpica a quienes detentan el poder. Todos intuimos lo que pasó y el porqué. Al fiscal Alberto Nisman lo mataron pero ¿quién o quiénes?
Nunca lo sabremos como tampoco sabremos sobre los autores de los atentados a la mutual judía y a la Embajada de Israel en Buenos Aires. Una espesa neblina de corrupción cubre con su manto impiadoso estas escenas que quieren, a toda costa, hacernos creer que nunca ocurrieron. Que las imaginamos porque es éste 2015 el año donde se producirá, antes de fin de año, el cambio de gobierno mediante unas elecciones raras, extrañas por donde se las mire en un país que ya se acostumbró a vivir las cosas anómalas y delirantes como algo permitido porque se las percibe como normales.
Es tal el grado de banalización que hay situaciones que en cualquier parte del mundo causarían conmoción y por aquí las “sorpresas” duran hasta que desaparecen de las portadas de los diarios y de los programas de noticias de la televisión. Y nos acostamos sabiendo que lo que nos conmovió ayer mañana será superado por otro acontecimiento escapado del Macondo de García Márquez.
En la política los partidos se funden en alianzas o en frentes con la esperanza unos de no perder un espacio de poder y los otros de hacerse de él a toda costa. Entonces mutan los ideales, cambian la piel como las víboras porque la izquierda se parece a la derecha y ésta a la izquierda sin un centro que dé una propuesta de equilibrio para un país que hace agua por todos los costados. Se mezclan entonces el agua y el aceite para ir a por el voto del ciudadano prometiendo el “cambio” con una gestión cargada de sospechas y un halo de corrupción inimaginable.
A este combo que se retroalimenta a diario con acusaciones cruzadas de quienes trabajan de políticos convierten nuestra vida en lo más parecido a esa pequeña joya surgida del talento de José Luis Cuerda: “Amanece que no es poco”.
Los políticos heredan en sus hijos, sobrinos, esposas, amantes, tíos, yernos o nueras los cargos “electivos” convirtiendo al nepotismo en una moneda corriente y devaluada. La cleptocracia va arrinconando y tiene a mal traer a la democracia que lucha por no correr la misma suerte del fiscal muerto.
Todo está contaminado. Un par de pilotos de la aerolínea estatal en un vuelo que cubría el aeropuerto de Jorge Newbery, de Buenos Aires con la ciudad de Rosario, la segunda en importancia del país permitieron mientras estaban extasiados con sus curvas a que al despegue de la aeronave lo realizara una pulposa vedette. El vídeo recorre el mundo mientras el Estado afrontará juicios de cada uno de los pasajeros.
Nada es lo que parece. Ni en el fútbol. La pasión de la gente recibió un golpe que afecta y afectará la credibilidad del juego de ahora en más y para siempre. Salieron a la luz escuchas telefónicas en donde al fallecido presidente de la Federación con dirigentes le pedían “favores” deportivos y hasta que se obviaran realizar control antidóping a un futbolista que consumió marihuana de más. Los resultados estaban “puestos” desde un escritorio ya que la terna arbitral recibía las órdenes por teléfono de que debían favorecer a tal o a cual equipo.
Entonces tengo razón en preguntarme y ¿qué nos pasó? como lo hago en el título de este comentario, en realidad le pido perdón a los lectores, no es tal: es una catarsis. A vuestro regreso de las vacaciones de verano espero tener algo bueno para hacerles saber.
