Mapa hacia el estrellato

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Por Fernando Usón-Forniés

   El último Cronenberg, MAPS TO THE STARS (2014), diríase que de título confesional, no hace más que confirmar la progresiva pérdida de interés del cine de su autor…, paradójicamente cuando el grueso de la crítica lo aprecia más. Cronenberg parece haber asumido su papel de tótem cultural, de director de prestigio que debe satisfacer a una crítica que por fin lo considera un autor serio.

     Por ello, en su último film no renuncia a sus toques personales, como una escena de sexo más o menos explícito (totalmente prescindible) o sucesivos estallidos de violencia (muy bien graduados, aunque no siempre bien filmados: el asesinato del niño)…; toques, por lo demás, hoy en día ya nada originales, por comunes a casi cualquier director americano que vaya de autor; perdón, de auteur.

     La lástima es quela dramaturgia actual de Cronenbergparece avergonzarse de su anterior filiación orgullosamente genérica e intenta vestirse con oropeles de cierta trascendencia: por ejemplo, o eso me ha parecido a mí, intentando ofrecer algún momento de una intensidad emocional más o menos convencional (lloros, gritos de desesperación), que sólo revierten en su contra, ya que el canadiense,con la excepción de ese bonito y morboso melodrama que es M. BUTTERFLY, nunca ha destacado por su capacidad para generar empatía hacia sus personajes. Y no serán precisamente los monigotes (o más pertinentemente, cyborgs) de MAPS TO THE STARS los que lo consigan.

      Pero lo peor del último Cronenberg, el de las últimas tres películas y en menor medida las dos anteriores (A HISTORY OF VIOLENCE y EASTERN PROMISES), o en realidadel posterior a esa cima que es CRASH,es que se ha vuelto un director académico y de qualité, hasta tal punto que con MAPS TO THE STARS ha tocado el nadir de su carrera. Sus planos actuales, como sus historias, son tan sólidos como aburridos. Sus encuadres impolutos pretenden actuar como un escalpelo, pero, a estas alturas de la película (de sus películas),su asepsiaesterilizasuvisión pretendidamente crítica. Su narrativa anestesiada, por más que pretenda seguir siendo rupturista (digamos, que un personaje se eche pedos u otro tenga la regla en el sofá cual clueca poniendo un huevo), se zambulle en lo convencional; al respecto es reveladora la forma tan plana y tópica con que se presentan las apariciones en este film: clarísimamente en la de la joven en el baño, que Cronenberg es incapaz de cerrar sin ofrecer un plano de la bañera vacía y seca, por si algún lerdo espectador, a estas alturas de las películas (del cine), no hubiera captado la cosa. ¡Y qué decir de su mortecina forma de filmar, que roza lo anoréxico! No hay conversación que no esté dada siguiendo la más esclerótica estructura de plano y contraplano (por supuesto, con, en cuadro, el actor que habla); e incluso, en el colmo de lo académico y rutinario, ofreciendo casi siempre que se lo permite el decorado, ahora sí y luego también, un plano conjunto de los dos parlantes…, no se le haya olvidado a algún espectador ceporro donde estaba colocado cada uno.

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