Reacción virtuosa


Por JJ. Beeme 

A Claudia Pimpinelli

    Se ve, dicen, como un docudrama o documental ficcionalizado, pero yo he apreciado la construcción narrativa, la recreación histórica y la química (más bien física) de los personajes en esta pequeña pero cuidada…

….película serbia que, entrelazando mimbres de género (guerra fría, drama, intriga política, biografía), homenajea al padre de los trasplantes de médula ósea, el oncólogo francés Georges Mathé, que gracias al azaroso episodio que aquí se cuenta salvan (no siempre, ay) a enfermos de leucemia o mieloma antes irremisiblemente desahuciados.

    Los guardianes de la fórmula viaja a octubre de 1958, cuando uno de los dos reactores experimentales del Instituto de Ciencias Nucleares Vinča, adscrito a la Universidad de Belgrado, sufre un “accidente de criticidad”, vulgo: fisión del uranio enriquecido con consiguiente reacción en cadena y excursión (sin explosión) de radioactividad en el entorno inmediato, y el físico Dragoslav Popović junto a tres de sus alumnos son alcanzados por una fortísima dosis de radiación, ese zarpazo invisible que devora las células y te destruye por dentro, lo mismo que un cáncer.

    Terco y perserverante, como miembro que fue de la Resistencia, Mathé había ensayado en ratones los precursores hematopoyéticos —que regeneran la sangre dañada a partir de células madre— sin demasiado éxito, pero en la clínica Curie de París, especializada en radioterapia (curiethérapie), consiguió con su equipo que una muestra de médula de heroicos donantes franceses se implantara en esos infortunados investigadores yugoslavos que devenían zombis de hora en hora pero que, contra sus firmes convicciones antinucleares, también podrían haber estado fabricando en secreto la temible bomba al otro lado del telón de acero.

    Dilema ético, además de ideológico, que sitúa la historia en un contexto quizá más modesto pero no menos incisivo que el de la premiada Oppenheimer. Al final, pudo más la cadena de la solidaridad humana (arrancar de la muerte a un perfecto desconocido, extranjero y supuesto enemigo, con tu propia sangre, con tu propia vida) que el brillo científico o académico, la obediencia política o los intereses geopolíticos, generalmente al servicio de nuestras pulsiones destructivas, autodestructivas. 

    Con Barnard, Durrell, Morris y otros muchos benefactores, Mathé fundó el Consejo Cultural Mundial, con sede en Ciudad de México, que otorga cada año los premios Einstein, Vasconcelos y Leonardo y contribuye a extender el entendimiento recíproco y la filantropía en tiempos recios. Como acaso lo han sido siempre.

Fundación del Garabato
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