Por Rafael Gabás
Resulta curioso que el país del mundo donde más películas se realizan sea uno de los más abandonados por las distribuidoras y empresas de exhibición cinematográfica: estamos hablando de la India que en los últimos años ha producido el doble que EEUU.
Por fortuna y durante unas semanas podemos disfrutar del segundo largometraje (premiado en Cannes, si no, no hubiese sido estrenado) de una joven y magnífica directora india de 38 años: Payal Kapadia, quien nació y estudió en Bombay y a los 28 años ya había producido su primer cortometraje: Afternoon clouds.
La película comienza con una técnica cercana al documental, un largo travelling lateral donde la cámara nos muestra los tenderetes callejeros nocturnos de la ciudad de Bombay y ese gusto documentalista permea todo el film, que es de ficción. Dos enfermeras comparten un modestísimo apartamento y trabajan duro en el hospital, cada una con sus problemas, cada una con sus inquietudes. Prabha tiene un marido en Alemania y no sabe nada de él desde hace un año, vive envuelta en una coraza impenetrable y transmite muy poco. Anu es alegre y extrovertida, de religión hindú y tiene un novio musulmán. El tercer personaje en torno al cual gira el film es Parvaty que es la cocinera del hospital y además viuda. Y de fondo la ciudad de Bombay, la desconocida, la puramente india.
Es importante lo que se dice pero tanto o más lo que se omite: Sabemos poco del pasado de estas tres mujeres, hay aspectos oscuros, algunos desvelados pero la mayoría no porque Kapadia se centra en la solidaridad, la amistad y la ayuda mutua entre mujeres, pero vista de manera diferente, no estamos ante una sororidad reivindicativa o denunciatoria, no tiene la directora ningún interés en ello. Es también sorprendente la mezcla de realidad y ficción en estas tres vidas que se entrecruzan a partir de un brillante guión, con personajes que aparecen y desaparecen en una magnífica puesta en escena y un trabajado montaje final.
Cine alejado de etiquetas que no podemos encajonar en un compartimento estanco y que escapa a géneros y definiciones. Otro aspecto importante de la película y que aparece en el título es el tratamiento que Kapadia hace de la luz: Tonos oscuros y azules en los dos primeros tercios y mucha más luz natural al final, amarillos y naranjas. Una maravillosa antítesis que nos transporta desde Bombay a las afueras de la ciudad, desde el realismo al realismo mágico.
Tres mujeres que viven en libertad, aparentemente, pero que ansían algo más, ansían esa luz que las ilumine, ansían esa luz más allá de sus oscuras vidas, la luz de las ilusiones; aunque el film se centra en el sufrimiento individual de estas tres mujeres y su lucha a nivel personal, hay un mensaje de resistencia que aparece en varias ocasiones pero de manera muy anecdótica: el cartelito de la pared que aparece en tres ocasiones: El concepto de clase es un privilegio reservado a los privilegiados y también el momento en el que arrojan piedras sobre un anuncio publicitario.
Diversidad, pobreza, gentrificación, patriarcado, religión, barreras idiomáticas (se hablan tres o cuatro idiomas diferentes a lo largo del film, inapreciable en los subtítulos) son algunos de los temas acerca de los cuales el espectador puede reflexionar.
Cine fresco, antropológico, poético, sutil, nuevo y honesto, la grandeza del cine de Kapadia que sabe moverse entre el mundo de las pequeñas cosas, de las luces, los colores, las texturas y las personas anónimas.
Título original: All we imagine as light
País: India
Guión: Payal Kapadia
Actores: Kani Kusruti, Divya Prabha, Chhaya Kadam, Hridhu Haroon