Por Fernando Gracia Guia
Wim Wender vivió su gran época de reconocimiento como cineasta entre los 70 y los 80.
No todas sus producciones nos llegaron, pero al menos para la crítica y los aficionados, su nombre fue muy pregonado. «El amigo americano», «Paris, Texas», «El cielo sobre Berlín»…
Años después sorprendió con un documental sobre la música cubana, «Buenavista Social Club», de enorme repercusión, que nos dio a conocer figuras escondidas del mejor acervo de la isla. Y en medio, multitud de obras de las que apenas llegaron algunas a nuestro país, y las que llegaron, sin el menor eco.
Ahora, en otra vuelta de tuerca, se nos va a Japón a rodar un filme minimalista, a la manera de Ozu, con actores japoneses y título en inglés, PERFECT DAYS. Aquí no lo han traducido (igual era difícil).
Lo que sí han traducido es la película. Vale, que también hay un pase en v.o., pero no me iba el horario.
Un señor de aspecto muy tranquilo vive solo, trabaja limpiando aseos públicos, apenas habla, como si quisiera ahorrar palabras, sonríe cada mañana al nuevo día y es aficionado a lo analógico, incluidas unas casettes con lo más granado de la música de las décadas pasadas.
Con un guion donde «apenas pasa nada», adornado en su segunda parte con pequeños detalles, que nos sugieren cosas sobre su pasado, el filme acaba atrapando en su aparente sencillez, que a medida que he ido pensando en la película -horas después de verla- me ha parecido mucho mejor que el no tanto placer experimentado durante su visión.
Con un soberbio actor al frente del reparto, Kojy Yakusho y una no menos excelente banda sonora, deja un buen sabor de boca por su sutileza, aunque soy consciente de que no se le puede recomendar a todo el mundo. Es más que probable que muchos no entren en la propuesta y se harten en su parsimonioso comienzo.
Lo de Ozu es un homenaje. Para un servidor, aquél estaba muchos codos por encima.
Encantador el homenaje a Patricia Highsmith, no en balde autora de su mayor éxito comercial en Europa, «El amigo americano».
