Fallen Leaves. El mundo cambia…Karusmani no


Por Rafael Gabás

     Tuve un empleo en el Gran Hotel de Estocolmo donde había unas máquinas lavaplatos de sesenta metros.

    Alguien se ponía en una puerta y otro, en la otra. Mi compañero era de Marruecos y un día me dijo que salía cinco minutos, que por favor ocupase su lado también. No volvió y yo me quedé con las dos puertas. El dueño se dio cuenta de que un hombre podía hacer el trabajo de los dos y nunca contrató a otro.

    Sus primeros años como trabajador de la construcción y lavaplatos marcaron a Aki Kaurismaki y le indicaron el camino a seguir tras sus estudios cinematográficos en Tampere. Todas sus películas, y hablamos de 40 años de trayectoria, están protagonizadas por trabajadores precarios, refugiados, excluidos, solitarios, marginados, pobres… Kaurismaki es un cronista de su tiempo, visibiliza la vida de tantísimos millones de personas que el cine casi nunca tiene en cuenta, por los que el cine muestra poco interés. El espectador, como en cada nuevo estreno a lo largo de estos 40 años, vuelve a sorprenderse con la empatía, la afinidad y la honradez con las que retrata las vidas de los más  desfavorecidos.

    Ansa trabaja como precaria en un supermercado y Holappa en un precario taller. Se conocen cuando ambos son despedidos e intentan acercar sus vidas a través del amor, o algo parecido.

   Durante toda su carrera Kaurismaki ha hecho gala de una sorprendente economía de medios, de cierto minimalismo técnico, con un sello propio alejado del mainstream. La mayoría de las escenas de Fallen Leaves están rodadas con tonos fríos y oscuros, en 35 mm. y en una sola toma, algo bastante inhabitual, pero que da verosimilitud y autenticidad a lo que  el espectador está viendo; A todo ello hay que añadir el extraordinario control de la cámara que parece preponderante sobre los actores mismos,  obligando a éstos a cierto rigor y contención: hay además un extraordinario manejo de los silencios y un magnífico montaje made in Kaurismaki; en todo lo anteriormente mencionado alguna influencia tendrá el que durante algunos años de su vida viese cuatro películas diarias…

    Encontramos también temas tangenciales que el director sugiere con su habitual maestría: la solidaridad femenina, el horror de la guerra, la soledad del hombre del siglo XXI, el deshumanizado mundo del trabajo, el abuso de poder, el alcoholismo, la enorme dignidad de los no privilegiados, etc. Presenta, expone, muestra, pero no alecciona.

    No se puede negar cierto fatalismo en Fallen Leaves así como en el resto del cine de Kaurismaki, pero es un fatalismo salpicado constantemente con toques de humor finlandés, cáustico e hilarante. Hay un homenaje a Chaplin y a todo el cine clásico, a lo largo del film aparecen carteles de películas clásicas, en ocasiones de forma un tanto caprichosa. Podemos encontrar influencias de muchos cineastas, en especial de Ozu, Renoir y de su amigo Jarmusch.

   Fallen Leaves está absolutamente impregnada de una sensibilidad y un humanismo poco habituales en el cine de hoy en día; todos, de alguna manera, nos reconocemos en los personajes, porque a nivel ético y humano son muy valiosos.

   El ritmo no es apresurado y el silencio o los silencios nos ayudan a explicar muchas cosas. En un siglo XXI hipertecnológico e hiperdigital se agradece este soplo de atemporalidad.

    …estamos en las últimas, nos cargamos el planeta y no hacemos nada, tan solo finjimos que no sucede; ¿Y sabes por qué? Porque somos idiotas.

    Loach, Dardenne, Guédiguian, Aranoa, Bollaín, Kaurismaki… ¡Qué necesarios en los tiempos que corren!         

Artículos relacionados :