Por Fernando Gracia Guia
Hemos visto muchas películas sobre el holocausto, sobre la decisión final. De ficción, documentales, inspiradas en hechos reales. Se dirá que todo está contado. Pero en el cine, en el arte -y a veces el cine todavía parece un arte- lo más importante es cómo se cuenta.
Y en LA ZONA DE INTERÉS ese cómo es sencillamente magnífico. Con precisión germánica se nos narra el día a día de una familia perfecta -guapos, rubios, ricos, ordenados, educados- cuyo pater familias es nada menos que comandante de campo de exterminio. Su casa es deliciosa, casi hace pared con el campo, pero éste es como si no existiera para los felices habitantes.
El soberbio guion del propio director, Jonathan Glazer, y su magnífica dirección donde el horror siempre está fuera de campo o se ve a lo lejos, y sobre todo se oye, nos presenta la cotidianeidad de aquel siniestro trabajo, emprendido de la misma forma que se haría en cualquier industria.
El filme está cargado de matices y de detalles. La propia belleza plástica de las imágenes hace aún más duro el discurso, convirtiendo a la película en una de las mejores que haya visto en mi vida alrededor de este tema. Y desde luego, una de las mejores de toda la temporada.
A destacar la presencia de la misma actriz de Anatomía de una caçida, Sandra Huller, espléndida nuevamente.
Estilísticamente me ha recordado a EL HIJO DE SAÚL, otra forma original de presentar el horror.
Imprescindible.