Los cuentos en el cine mudo

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Por Don Quiterio

 

    Tras un año sabático por falta de apoyo económico de las instituciones, Uncastillo ha vuelto a programar sus jornadas veraniegas de cine mudo, la decimocuarta edición, con un bonito cartel de la ilustradora aragonesa Elisa Arguilé.  

  Y también y unaselegantes entradillas audiovisuales del cineasta manchego Tasio Peña.

    Dedicada la muestra de este año al mundo de los cuentos, personajes como Blancanieves, Cenicienta, Caperucita Roja, Barba Azulo Peter Pan volvieron a tomar protagonismo y a comunicarse sin palabras. Así las cosas, las jornadas de cine mudo de Uncastillo, que organiza la asociación cultural La Lonjeta y coordinan Josu Azcona y Carmen Giménez, recobraron su voz. Afortunadamente.

    Entre las versiones de cuentos de toda la vida se pudieron ver ‘Alicia en el país de las maravillas’ (Cecil Hepworth y PercyStow, 1903), primera adaptación cinematográfica del cuento de Lewis Carrol; ‘Cinderella’ (LotteReiniger’, 1922), un cuento de hadas en un espectáculo de sombras sobre el inmortal texto de los hermanos Grimm; ‘Peter Pan’ (Herbert Brenon, 1924), ese niño que no quiere crecer según la obra de J.M. Barrie; ‘La Cenicienta en Hollywood’ (Alfred Green, 1926), una adaptación de la tira de cómic de Bill Conselman y Charles Plumb que traslada la historia de Cenicienta al mundo contemporáneo; o la más actual ‘Blancanieves’ (Pablo Berger, 2012), traslación del cuento de los Grimm a una España castiza en la que la protagonista emprende un viaje circense junto a unos enanos toreros, con una realización al modo del expresionismo alemán. Pablo Berger, además, recogió una de las tres ‘bocinas de piedra’ que entregan las jornadas en reconocimiento a la labor por la difusión del cine en general y el mudo en particular. También fueron homenajeados Luis Antonio de Alarcón, responsable de varias muestras cinematográficas, e Ignacio Alfayé, músico y compositor.

    También se rindió homenaje a Charles Chaplin con la proyección de ‘Charlot en el hotel’ (MackSennet y Henry Lehrman, 1914), la primera película en la que Chaplin aparece vestido con su famoso atuendo de vagabundo, en el papel de un borracho que entra a un hotel donde se darán una serie de situaciones cómicas que responden al más puro estilo de la empresa Keystone. La borrachera, la aparición de un perro y ese carácter tan descastado que persigue a las chicas son recursos que se repetirán en los primeros cortometrajes de su filmografía, aunque en esta ocasión el personaje esté todavía sin pulir. La acción se basa en los equívocos sentimentales entre dos parejas alojadas en un hotel, en lo que Charlot se verá casualmente involucrado. Al final, el vagabundo se queda solo.El cuento de un maestro del cine.

     Uno de los primeros documentales rodados en Latinoamérica, ‘Expedición argentina’ (1928), tuvo su hueco en estas jornadas. Los hermanos Adán y Andrés Stoessel compraron un Chevrolet para recorrer treinta y dos mil kilómetros entre Buenos Aires –de donde eran naturales- y Nueva York. Tardaron dos años y quince días, filmando su epopeya en esta película. Acompañados por dos mecánicos, estos aventureros hermanos registraron la vida cotidiana de las poblaciones que visitaban. El documental muestra los únicos fotogramas que se poseen de la antigua Managua ya que un terremoto la destruyó al poco tiempo. Al final de su hazaña fueron recibidos como héroes en Nueva York e invitados a la Casa Blanca. Todo un documento, como un cuento sorprendente.

     Como las jornadas de Uncastillo están hermanadas con el festival d’Anères, otro evento digno de encomio, se pudieron ver cortometrajes como ‘Barba Azul’ (1901), de Georges Méliès; ‘La bella durmiente’ (1908), de Albert Capellani; ‘Alí Babá y los cuarenta ladrones’ (1907), de Ferdinand Zecca y Segundo de Chomón; y ‘Pulgarcito’ (1909), también del turolense, con música de Ignacio Plaza. También se proyectó ‘Sanz y el secreto de su arte’ (1918), de Maximiliano Thous y Francisco Sanz, un singular y sorprendente documental sobre el ventrílocuo valenciano que triunfó en los escenarios de todo el mundo en las primeras décadas del siglo veinte. Igualmente hay que reseñar dos recientes cortometrajes del cineasta argentino Juan Pablo Zaramella: “En la ópera’ (2010), una animación en torno a una emotiva velada operística, y ‘Luminaris’ (2011), sobre el plan de un individuo normal y corriente para cambiar el rumbo de las cosas.

     ‘Los cuentos en la linterna mágica’ es el título de la exposición que se pudo contemplar durante las jornadas, comisariada por los coleccionistas Stella Ibáñez y Francisco Boisset, que mostraron parte de sus piezas. Artilugio óptico para proyectar imágenes, la linterna mágica tiene orígenes lejanos y confusos, aunque aparece ya claramente documentado a mediados del siglo diecisiete. Su difusión fue creciendo hasta que los sistemas mecanizados de producción de placas de linterna asociados a los avances fotomecánicos de impresión de colores posibilitaron una producción más numerosa y económica, convirtiendo a la linterna mágica en un juguete muy apreciado por niños y padres de la burguesía del último cuarto del siglo diecinueve y principios del veinte, cuando comenzó su declive.

    El certamen mantuvo sus tres días de celebración y su formato habitual, con proyecciones acompañadas con música en directo (interpretadas por Jonás Gimeno, Josetxo Fernández de Ortega, Carlos González, Ignacio Plaza, Mikel Elizaga o Jaime López), un taller para niños (con exposiciones, espectáculos infantiles de cuentacuentos o títeres) y la cena como antesala al cine. Una vez más, Uncastillo se vistió de blanco y negro para cobijar la magia del cine mudo. Tres días, pues, de fantasía, amores y aventuras sin voz pero con música en directo. Cine en estado puro.

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