‘Pertegaz, el hombre que vistió a los cisnes’, documental de Gemma Soriano

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Por Don Quiterio

“Viste vulgar y solo verán el vestido, viste elegante y verán a la mujer”, dijo no sé quién. ‘Pertegaz, el hombre que vistió a los cisnes’ (2014), dirigido por Gemma Soriano y con guion de Joan Albert Planell, viste bien, no es un mero reportaje al uso y trasciende los malos modos televisivos hacia el documental como dios manda, cinematográfico, elegante, con honestidad y sobriedad.

Y muestra la figura del referente español del diseño de moda Manuel Pertegaz, turolense de Olba, uno de los pocos emprendedores de este país que se ha acercado al concepto de alta costura cuando España intenta desatarse los corsés de una larga dictadura. Perfeccionista y entusiasta, enérgicoe innovador, Pertegaz estudia a la mujer hasta el último detalle y, tal vez por eso, se le define como el creador de la mujer cisne, un mito que resume el ideal de la belleza del modisto, esas aves estilizadas a quienes la literatura atribuye el don de la hermosura eterna.

El largometraje, realizado expresamente para el programa televisivo ‘Imprescindibles’ –espacio que ya dedicó otro elegante documental en torno a Gervasio Sánchez-, explora su figura a través de sus cientos de miles de creaciones y también de expertos como el historiador de la moda y crítico de arte Josep Casamartina, para quien, afirma, “otros modistos, como Balenciaga, inventan, pero Pertegaz capta el momento, es moderno, pero a la par muy discreto”. También aparecen en el documental la amiga personal María Teresa Samaranch, el diseñador madrileño Lorenzo Caprile o la socióloga Margarita Riviere, además del testimonio del propio modisto. Un trabajo que repasa, casi disecciona, su evolución desde la década de 1940 hasta sus últimos momentos, permitiendo así obtener una crónica de la historia y el progreso de la sociedad española durante el siglo veinte.

Son los propios vestidos de Pertegaz los que marcan el enfoque de este documental, que repasa sus casi siete décadas de profesión. Descubre a un artista que sabe captar y plasmar en su obra los caminos de la sociedad, desde sus primeros diseños que reflejan el conservadurismo de las clases altas hasta sus años de gloria, en los que viaja por Estados Unidos, Hispanoamérica y Europa, algo que le permite traducir en sus creaciones los cambios sociales. Influido por el pop, la carrera espacial, el movimiento jipi o las revueltas de estudiantes del mayo francés, es pionero en introducir cambios drásticos en la moda: acorta faldas, baja escotes o viste a las mujeres con pantalón.

Por lo dilatada, la trayectoria de Pertegaz, maestro del beige y de los tonos champán, con esos lamés en los que mezcla dorado y plateado, conoce altibajos, pero el turolense nunca deja de ser un creador comprometido con su quehacer, un cincel de tendencias, un hombre que sabe reinventarse una y otra vez para ser eternamente actual, gran conocedor del oficio y ganador de casi todos los honores posibles.

De esto y mucho más nos habla Gemma Soriano en ‘Pertegaz, el hombre que vistió a los cisnes’, un documento eficazmente realizado, fluido y siempre interesante, con aportaciones sorprendentes, que sabe lo que se lleva entre manos, discreta pero elegantemente. Como la propia elegancia de su protagonista, el modisto que enamora a las reinas del glamur, de Jacqueline Kennedy a Marisa Berenson, de Audrey Hepburn a Ava Gardner, de Paulette Goddard a Pat Cleveland, de LiliamGish a Deborah Kerr, y que siempre sabe adaptarse a la personalidad y peculiaridades de cada mujer. Publicaciones como ‘Vogue’, ‘HarpersBazaar’ o ‘Town and Country’ le abren sus páginas con una generosidad poco común.

El documental relata su época gloriosa, de gran productividad y gran reconocimiento, y también su decadencia, cuando no tiene más remedio que subastar el material de sus talleres, refugiado en su ‘atelier’ de la avenida Diagonal en Barcelona –ciudad a la que se traslada con apenas nueva años- y sumergido entre señoras de la alta burguesía catalana (Dinath de Grijalbo, Berta Albert, Carmen Vendrell, Gloria de Pallejà, Mercedes Arnús, Mariana de Fontcuberta), telas, hilos y agujas.

En 2004 realiza el traje de novia de la reina Letizia -el mismo año que el museo Reina Sofía le dedica una gran retrospectiva- y supone la culminación de su carrera profesional. Sigue dibujando moda hasta que el cuerpo le responde. El caso de Pertegaz habla, una vez más, de la complejidad de transformar en éxitos empresariales las individualidades que tejen la moda del siglo veinte en España.

“Mi vida ha estado por completo dedicada a la moda. Es este un duro y apasionante trabajo que requiere facultades, fortaleza, resistencia y la fuerza de un coloso, de un gigante. Pero ha merecido la pena”. Con esta frase despide el gran diseñador al espectador de este atractivo documental de Gemma Soriano. Un trabajo, en fin, que no volverá a retomarse, porque esa aguja, ay, ha quedado suspendida en el bordado de la historia.

Su reciente muerte –el documental se estrena a principios del 2014, meses antes del fallecimiento de nuestro protagonista-, a los noventa y tantos años (al parecer, su coquetería le hacía quitarse edad), da un valor añadido a la película y ensalza los valores de un artista de la moda y de un emprendedor que desde unos orígenes muy humildes, de familia campesina, sabe culminar una carrera creativa y empresarial de enorme éxito y trascendencia. Sin embargo, ahí va el reproche final, ajeno, por supuesto, a los autores del valioso documental. En el funeral celebrado en la ermita catalana de Tordera se establece una presencia limitada de autoridades, con el alcalde de Barcelona a la cabeza, pero llama la atención que la DGA no envíe representante alguno, a pesar de que su presidenta afirma en el día de su fallecimiento que Pertegaz“es un icono de la creación aragonesa, a la altura de un Goya o un Buñuel, y referente internacional”. Así somos en esta tierra nuestra. Tan así.

Lo decía no sé quién: “Viste vulgar y solo verán el vestido, viste elegante y verán a la mujer”. Y para demostrarlo, con políticos o sin ellos, ahí tenemos al turolense Pertegaz, el modisto que vistió a los cisnes y se aventuró con lo que cualquier diseñador anhela: una nueva mirada sobre una tradición anterior.

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