«Para seguir salvando vidas» / Guillermo Fatás


Por Guillermo Fatás
Catedrático de Historia Antigua de la Universidad de Zaragoza 
Asesor editorial del Heraldo de Aragón
(Publicado en Heraldo de Aragón) 

    Lo crean o no, el PSOE ha firmado un pacto con Bildu «para seguir salvando vidas». Lo ha explicado así Simancas, el escudero de Lastra.

    Como su nombre dice, Bildu (Reunir), junta a exetarras como Otegi con filoetarras convictas como Aizpurua. El PSOE le favorece sin vergüenza en las elecciones vascas de julio (eso es exactamente el punto 2 del pacto). Es ya un partido cesarista. Sus órganos intermedios están desactivados y mudos. Decide el líder. omnímodo, que ha roto sus enfáticas promesas de no pactar con Bildu ni gobernar con Podemos. Nadie lleva ya la cuenta de sus mentiras, pero estas dos están frescas y son clamorosas.

    Bildu no condena a ETA ni a quienes acosan y llaman asesina a Idoia Mendia. Es su pago por la venta de Navarra con permiso de Sánchez (cinco abstenciones prestadas) y esto es solo un paso más.

    El pacto por la derogación de las leyes laborales es lo de menos: ya lo habían suscrito en diciembre Sánchez e Iglesias e incluso se sumó luego el BNG. Ábalos dice que se refería sólo a los ‘aspectos más lesivos’ de la legislación, pero eso no consta en papel ninguno, luego es una argucia.

   El meollo de lo suscrito con Bildu es fácil de entender: se le incorpora al protagonismo político y se le confiere visibilidad y relevancia. No era precisa su ayuda para prorrogar el estado de alarma quince días más; y miente el gregario Simancas al afirmar lo contrario. Se trata de incorporar a los herederos de Batasuna al primer plano de la visibilidad política y eso es plegarse a las exigencias de Iglesias. Algo traman.

   Iglesias, para deshonra socialista, es el enlace del Gobierno con el mundo paraetarra y con los separatistas de Esquerra y Sánchez traga con su labor de debilitamiento del Estado de las autonomías y de la Monarquía parlamentaria, mientras el PSOE calla, porque se ha dejado robar la voz por el Gobierno.

    Sánchez busca claramente, con las astucias ‘redondas’ de su gabinete mercenario, robarle clientela a Iglesias. ¿Cómo? Probando a los votantes podemitas que él, y no su socio, es el mejor capitán para las políticas que Iglesias invoca: rescate de desahuciados, auxilio de menesterosos, denuncia la ‘derecha extrema’ y la extrema derecha ‘parásita, empatía con los separatistas… Y todo a la vez que lidia en Europa, cosa que su socio no sabe ni puede hacer: esa es la coartada Calviño. Si Iglesias no viera esa jugada, en palestra donde tan bien se mueve (el tacticismo oportunista), es que habría perdido facultades.

   Pero, de momento, Sánchez navega a popa de su ágil y pegajoso adlátere, no al revés. A medida que se acerquen estas o aquellas elecciones, se verán los movimientos de estos dos duelistas. El PSOE, muy segmentado, peca gravemente por inacción: apenas nadie dice nada -Lambán sí ha rezongado-, las instancias orgánicas callan y Lastra es una sumisa estafeta de Moncloa, torpe, engreída y más papista que su papa.

El Callejón del Gato

    Por su parte, los plenos pandémicos del Congreso son un remedo del Callejón del Gato y sus espejos deformantes: uno ha oído hablar de Lorca, García Lorca, Federico García Lorca y aun de Federico, sin más. Pero jamás del ‘señor Lorca’, como dice Vehí, la iletrada que rivaliza en petulancia con sus paisanos Rufián y Borràs, presunta prevaricadora. Rufián habla de la familia ‘monomarental’ -parental deriva de parir, no de padre- y pide la «conciliación familiar de las familias». Qué lince. La suficiente Borràs, dice que ‘cogobernanza’ no está en el diccionario; que, si hay autoridad central, es un oxímoron; y un «concepto distópico». Tres yerros. 1) Muchos compuestos bien formados no están en el diccionario (postraumático, triatómico…). 2) La autoridad central puede compartirse. 3) Y distópico se refiere a un futuro alienante y ficticio. En fin, digna secuaz de Torra, dice «expertos epidemiológicos», en vez de epidemiólogos.

    Los hay creativos,. La aranista Gorospe aporta «propuestas propositivas». Ángel López (Vox) es cazador, pero dice «transhumantes» y llama a la Residencia de Estudiantes «lugar de libres pensadores». Casado no es mal orador, pero suspende al confundir el cuento soviético de Pedro y el lobo con el del pastorcillo mentiroso. (Nadie se percata de la pifia, pues los presentes lo ignoran todo sobre Prokófiev y Esopo).

     El apogeo llega cuando Sánchez dice «catorceava posición»: doctor en Economía como lo hicieron, le da lo mismo dividir por 14 que contar hasta 14. Y, al cabo de los meses, sigue llamando covid 19 a un virus: su método ful confunde un efecto (el morbo) con su causa (el SARS CoV-2).

   Como Sánchez calla en lo que importa, es Bal quien se arranca a decir al farruco Rufián que la famosa mesa torrezna -o torrista- de gobiernos, tan invocada por él, nada tiene que ver con la pandemia; y que es vergonzosa porque propone tratos contrarios a la Constitución y a las leyes. A Borràs, Bal le afea que hable de presos políticos. O sea, que el abogado del Estado excedente a quien Sánchez fulminó por combativo dice lo que este calla por mísera conveniencia partidista.

Coda escéptica

   Pero ¿no será todo ilusorio? El día 6, Isabel Celaá dijo audiblemente que no se podía «sorber y absorber» a la vez. Pero en el Diario de Sesiones consta que dijo «sorber y soplar». Así, cualquiera.

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