De casta le viene al galgo / Max Alonso


Por Max Alonso

       Sorprende ver a aquellos que en los tiempos de la Dictadura no osaron rebelarse en lo más mínimo contra el Dictador, su gobierno o alguno de sus ministros son ahora los más despiadados críticos contra cualquiera de los ministros, el Gobierno o su presidente.

    Encima para protegerse por su falta de talante democrático, tras cuarenta años de ejercicio, dicen que hay censura y que se atenta contra la libertad de expresión. Son tan hipócritas que no saben que si ahora pueden expresarse así es porque vivimos en democracia, cosa que la dictadura negaba y mentalmente niegan los de Vox y parece que confunden ya los del PP. En aquellos tiempos era cuando había censura y ni se sabía lo que era la libertad de expresión.

    Para abreviar a esta gente se les suele llamar ignorantes, aunque hay calificativos que les calzan más. Sí que son ignorantes y zombis y de mala  entraña, pues muchas de estas críticas sin argumentos y solo vísceras  que hacen ignoran lo que es la verdad y, lo que es más doloroso, van rebozadas en odio y malos sentimientos

   Suelen ser los mismos que aceptan y reciben los bulos y, lo que les hace cómplices, los divulgan, sumando más mala fe por su parte. Son los mismos que se apropian de elementales afirmaciones críticas haciendo de perogrullos, con las directrices del Gran Perogrullo y, para colmo, cuando les asalta algún resquemor por su propia maldad se confiesan y santas pascuas, que ya se tiene un talonario de tickes para seguir pecando y delinquiendo.

   Ante estos hechos hay que pensar en lo que decía Pérez Galdós de que los culpables somos los españoles. Somos así y lo ha recordado más una entrevista intencionadamente inédita en su momento, que ha circulado estos días, en los que Adolfo Suarez reconocía su sufrimiento por las críticas irracionales que padeció y,  lo que es todavía peor, de sus propios correligionarios.

    Hemos afirmado la falsedad goebbeliana  de que  la Culpa es de Zapatero, que ahora están actualizando para hacer culpable a Sánchez. Esto nos lleva a una convicción. Denigrar a los presidentes es inversamente proporcional a sus merecimientos. Principio que se reafirma con su contrario. Entre más méritos tiene un  presidente para ser denigrado, menos lo será. La prueba del algodón es Aznar, culpable manifiesto de grandes ‘delitos’ en contra de la voluntad popular sobre Irak, cuando su postura fue activa a favor de la Guerra, contra el 95 % de los españoles, como lo es ahora de la campaña monumental contra Sánchez y de la estrategia de la confrontación que están siguiendo miméticos los malos políticos de su partido, Casado y Ayuso, al son de sus dictados.

     Estas dos hipótesis nos llevan a un corolario. Siempre son los mismos los que critican y difaman sin piedad contra sus adversarios, que siempre resultan los difamados y nunca al revés en proporción a las dimensiones de los despropósitos. Si tenemos en cuenta el origen social y la fe religiosa dominante entre los que esto hacen, la conclusión resulta más grave y debían verse obligados a hacérselo mirar, pero no están para estas sutilezas. Ni ellos ni su Iglesia

    Las cosas están así y así seguirán. Cuando se ve una imagen con los líderes de la confrontación luciendo los diversos modelos de mascarillas te lleva a pensar que Ya es Primavera en El Corte Inglés y lucen los diversos modelos de bozales de la temporada, que de casta les viene, sí, perruna, como los galgos. Que no les importa la pieza, sino cobrarla, aunque estos más parezcan jauría de pitbulls por como ladran y muerden.  Con su líder de bolsillo, un  aznarín de cartón piedra, a quien le llaman Chuky, como al muñeco diabólico, seguido por su secretario, el Cacatúa le han llamado, y la portacoz, con muy poca clase y menos educación. Los mamporreros de Aznar, que sigue moviendo los hilos y en la Comunidad de Madrid su grosero marionetista Miguel Angel Rodríguez que mueve a su presidenta Isabel Díaz Ayuso, haciendo de ella una suerte de Sor Intrépida o más bien Sor Osada, con la mala leche que le suma su autor, hasta que acabe avalada. No es malo ser políticos de derechas. Lo que no está bien es ser malos políticos. Ya llegarán los tiempos del llanto y el crujir de dientes, si la derecha incívica no se civiliza. Aquel papel que había reclamado para sí Ciudadanos antes de casi desaparecer siguiendo a su líder.

Publicado en: http://astorgaredaccion.com/

 

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