La venganza del pobre / Dionisio Sánchez

PDionisio8
Por Dionisio Sánchez
Director del Pollo Urbano
elpollo@elpollourbano.net

     Querido amigos, compañeros y camaradas:

     Estos días estamos asistiendo al apoteosis final de un par de obras de teatro donde los protagonistas fueron, qué casualidad, destacados intérpretes de la cosa pública: uno metido en harinas culturetas y otro, gran faraón de las sociedades públicas.

    Así las cosas, hay unos sentimientos que adjudicamos a ambos y que son dignos de mención porque, de paso, podrían servir –aunque no creo- de aviso para los navegantes que aún quedan bogando por el patio de butacas de la ciudad. Entre ellos quizá el más significativo sea la soberbia ¡Ah, quien a su lado estaba suplicando aún una mirada, qué inútil aparecía!

     Sabían tanto de todo y caminaban por las tablas con tanta desenvoltura que incluso llegaron a organizar sus propias compañías que, como es natural, tenían bolos a espuertas y taquillajes y catálogos dignos de los mejores locales de Broadway. Y me acuerdo, cómo no, de una batalla habida por desempeñar un papel que perdió mi amigo y que cuando quise indagar los porqués, simplemente me comentó: “Ya te enterarás, Dionisio, ya te enterarás…..”. Bueno pues parece que vamos adivinando alguna de las razones que movieron aquellos hilos para elegir protagonista.

     A su “natural” soberbia hemos de añadir el despotismo con el que estos comediantes han tratado a todos aquellos que no consideraban sus iguales. ¡Qué arrogancia, qué humos! ¡Qué gran contraste con la mirada huidiza y la presteza nerviosa con la que caminan por los pasillos aledaños a los juzgados a los que ni en sueños hubieran imaginado acudir!

     Estos ejecutantes se han convertido, sin quererlo, en los protagonistas de una obra que aplauden los pobres ciudadanos a rabiar, sabedores de que aunque no van a asistir a un trágico final, se sentirán resarcidos en el patio de butacas cuando el juez golpee finalmente su mallete y antes de cerrar el telón canten los coros:”No hay placer tan regalado como verse uno vengado”.

     Y lo más extraordinario del caso es que aún nos quedan (¡como poco!) otras dos estrellas en el firmamento teatral que estamos esperando con fruicción a que nos muestren su espectáculo que es casi seguro que en ambos casos superaran de largo las fianzas que les imponga el juez que dirija el espectáculo. Aunque también es verdad que el imaginario de los pobres siempre se piensa que “más tiene el rico cuando empobrece que el pobre cuando enriquece”.

    No se agolpen en las taquillas que todavía la función no está bien ensayada. Seguro que nos avisarán por la prensa y podremos adquirir las entradas a un precio razonable. Aunque yo, mientras esperan, les aconsejo almorzar sano. Ya lo saben: “A torrezno de tocino, buen trozo de pan y buen golpe de vino”. ¡A caballo! ¡Yihíiiiii! ¡Salud!

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