Llevo tanto tiempo desempleada que ya estoy harta y aburrida de los consejos infalibles para que tu currículo sea destacado entre los demás, del decálogo para superar con éxito una entrevista laboral, de los cinco pasos para rellenar un perfil idóneo en las bases de datos de las empresas, de las tres llaves para mantener la serenidad en la crisis, de las seis estrategias para gestionar una búsqueda de empleo eficaz… Hoy me río de todos estos planteamientos y de los inocentes que se los creen. Hoy me apetece escribir las tres fórmulas para mantener la dignidad siendo un parado de larga duración. Aunque en realidad, las tres fórmulas se resumen en una, como el misterio de la Santísima Trinidad, y es: mandarlo todo a la mierda.
Leo los diarios y me encuentro siempre con las mismas historias y otras nuevas que se asemejan tanto a las antiguas que parecen la misma historia. Cargos políticos, directores generales, empresarios, realeza… dilapidando el dinero de todos. Injusticia, desigualdad, miseria, abusos, corrupción… Millones de años evolucionando como especie hasta llegar a ser un moderno modelo de Homo, el Sapiens Sapiens, y resulta que es una mierda. Un tipejo individualista, caprichoso, arrogante, insolidario, voraz depredador de sus propios congéneres, que malgasta su tiempo y su energía en proyectos sin interés, empresas sin alma, familias sin convivencia, sociedades inhumanas.
No aspiro a montar un nuevo Facebook, a ser ángel deVictoria’s Secret o a encabezar la lista Forbes. Solo aspiro a ser feliz con las pequeñas cosas que yo valoro: un café en una terraza bajo el sol de primavera, un amigo que me coge la mano y me traspasa su afecto, la sonrisa de ese niño pegado al cristal en un vehículo que pasa. No necesito claves, ni llaves, ni mandangas. Exijo que me dejen vivir como yo quiero, sin molestar a nadie, pero haciendo lo que me apetezca. Claro que para conseguirlo en esta sociedad que tenemos montada necesito dinero, dinero que yo he elegido ganar trabajando, no robando, como otros. Esto me devuelve a la casilla de salida. A la que dice que me hace falta un empleo, pero después de haberlo mandado todo a la mierda.