Que nos diviertan tanto / Guillermo Fatás

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Por Guillermo Fatás

Los cómicos del hemiciclo

     Este  miércoles pasado se ha visto en televisión a un individuo que fingía ser hipnotizador  y que dirigiéndose a otro, en tono divertido, le decía: “Contaré hasta tres y usted abrirá los ojos. Uno, dos, tres, ¡despierte!”. Y chascaba los dedos para sacar al interpelado de su supuesta somnolencia. De fondo, se oyeron risas.

     Otro sujeto, en el mismo lugar, hizo un número de fuerza, que le costó lo suyo. Consistió en sacar del bolsillo derecho de la chaqueta una lata para bebida y dejarla hecha una pasa apretándola con las dos manos, mientras, sin alzar la vista, leía en un papel estas palabras mágicas: “Estrujarnos, aplastarnos, exprimirnos”. Luego, recomendó al público que no bebiese cocacola. El público advirtió que al truco, aunque muy preparado, le faltaba ensayo,  porque el mago no se sabía su abracadabra de memoria. Quizá por eso no hubo risas, sino murmullos de decepción.

    Estos episodios no serían tan chuscos de no haber sucedido en el debate sobre el estado de la nación del Congreso de los Diputados, convertido por momentos en refugio de cómicos fallidos.

   Allí mismo, un tercer personaje requirió del gobierno que se disolviera, operación que, de ejecutarse en sus propios términos, ha de ser un tanto peliaguda: “¡Disuélvanse, disuélvanse ustedes!”, clamaba. Algunos pensarían en aquel policía, de cuando los tiempos de la cachiporra, que le decían a un solitario viandante:”¡Disuélvase, le digo que se disuelva!”, orden de difícil cumplimiento para quien no domine los secretos de la sublimación o la licuefacción espontáneas. La actuación de este orador, por la condición siniestra de lo que representa, no fue seguida de risas ni de murmullos, sino de un silencio absoluto, total.

Engañifa periodística

    Hace siete días, se ha podido ver a media docena de personas , casi todas con fama de solventes , dejarse enredar por un “comunicador de éxito”- se dice así y ahí cabe de todo- para fingir, con la mayor seriedad y durante tres cuartos de hora largos, que uno de los momentos más detestables y vergonzosos de nuestra historia reciente era, en realidad, una especie de  estafa urdida con el rey por Carrillo, Gutiérrez Mellado, Suárez y otros, todos infamados en la farsa. La astucia del “comunicador de éxito” radicó en halagar la vanidad de varios famosos, entre ellos un par de antiguallas, de forma que prefirieron estar dentro de la farsa que quedarse fuera. La triple coartada era facilona: primero, que el público es muuuuy inteligente; segundo, que la engañifa sería desvelada por los propios farsantes, a su término; y tercero, que el fraude ayudaría a “pensar” sobre lo sucedido aquella fecha bochornosa sobre la que no deberían concebirse bromas como esa. Agravante es que el engaño se emitió tras anunciar, día tras día, que se trataba de un informativo especial: era lícito entender  que por el cuidado de su elaboración y, eventualmente, por alguna novedad aportada, no por ser un timo nada original.

Numerología judicial

    Esta semana también pudo intentarse un ejercicio de numerología con los guarismos 1, 3, 5, 6, 11, 19, 30 y 902. La prensa informa, incansable, sobre latrocinios  y  daños al común de los ciudadanos. Manan de los juzgados. En Zaragoza, de los de Instrucción 1, 3 y 5. Contienen,  por ejemplo cifras gruesas de fianzas –casi 19 millones- que la justicia considera prudente imponer a personalidades de nuestra vida pública, sea política o mercantil.

   Esto se suma a lo que desfila por el juzgado de instrucción número 3 de Palma, en el que deponen personajes de sangre azulísima; por el 6 de Sevilla, en el cual lo hacen sujetos con pedigrí obrerista; por el 5 de la Audiencia Nacional, donde se acumulan los latrocinios  amparados en la burocracia partitocrática; por su Fiscalía Anticorrupción, que sospecha fraudes millonarias en las cuentas del F.C. Barcelona; por el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, que confirma como real el olor a putrefacción que emite un destacado jefe dinástico “convergente”, tal y como lo había ya apreciado el titular del juzgado de instrucción número 30 de Barcelona; quien, de paso, es el que intenta ventilar la pocilga oculta entre las paredes del Palau de la Música Catalana, por cuya causa el partido del Sr. Mas tiene embargada la sede.

     Por cierto: a impulso de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, al hermano mayor del citado dinasta “convergente” le acaban de pedir que aclare ciertas cosas sobre 11 preciosidades suyas llamadas Jaguar, Porsche, Ferrari, Lotus, Mercedes, Chevron  y Lamborghini; o cómo vendió  por casi 5 millones un inmueble de Palamós catastrado en 902 euros y, además, a una sociedad “sin actividad ni activos” para pagarlo. Sugerencia: escriba el investigado sus fórmulas magistrales de enriquecimiento en un libro de autoayuda. Se podría forrar con las ventas.

    Estas cosas, contadas una a una, podrían ser incluso divertidas para una mente valleinclanesca. Todas juntas, empero, hacen francamente deseable el aburrimiento.

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