Desde mi carpa: Números habituales en el circo (III)


Por Germán Oppelli

   Ciclistas. Existen los monociclos, una sola rueda, cadena, pedales y en su cúspide un asiento y las tradicionales bicicletas en las que se trabaja con dos o una rueda.

    Para ahondar más en la comicidad, determinados artistas culminan su actuación montando en una minúscula bicicleta de unos treinta centímetros de altura. Las ‘troupes’ se amontonan sobre las bicicletas, llegando a ubicarse en ellas hasta ocho artistas apoyados en las palomillas o en los pedales o en el sillín encima de los hombros de su compañero. En fin, en los lugares más inauditos. A base de paciencia, algunos domadores lograron hacer caminar en bicicletas o monociclos a osos, chimpancés, monos…

  Saltadores. Los saltadores realizan uno de los números más espectaculares del circo. Se les denomina también ‘ícaros’. Y actúan con o sin aparatos. Cuando se realiza sin ellos, se llama “olímpicos de manos a manos”. Los aparatos pueden ser torretas de diversas alturas para lanzarse desde ellas al trampolín y salir proyectado a la superposición encima del último hombre de la torre.

  Lanzadores. Una ‘partenaire’ se apoya –de pie- en una amplia tabla rectangular. Un hombre (desde considerable distancia) lanza sobre ella cuchillos, navajas, flechas o hachas. Todos estos artilugios le pasarán casi rozando. El artista logrará siluetear su figura. Precisión y arrojo, nada menos. Llevé contratados en Alegría Circus una de estas parejas. La pareja cerraba los ojos mientras él lanzaba los cuchillos. Le pregunté el por qué y me dijo que si los tenía abiertos no podía controlar los nervios y se movía con el consiguiente peligro. Ya ven.

  Funambulistas. Hay diversas clases. Unos pasan por el cable o cuerda con el balancín vara larga de vidrio flexible para sostener mejor el equilibrio. Otros actúan con un paraguas –suelen ser generalmente funambulistas femeninas-. Otros trabajan en el cable con bicicletas o motocicletas a gran velocidad. Algunos (pocos) salen del circo a ejercitarse entre torres de altos edificios o cataratas atravesándolos por un cable de lado a lado con riesgo de muerte, como así ha ocurrido en demasiadas ocasiones. Y lo que ocurre ahora es que me despido de ustedes como siempre, o sea, cordialmente.

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