La literatura vence al teatro


Por Javier López Clemente

     `Mil Amaneceres’ nos invita a viajar hasta la primera mitad del siglo XVII cuando Felipe IV y su valido el Conde-Duque de Olivares remataron una crisis económica en la que reinaban hambre y carestía.

     La mentalidad de la época despreciaba el trabajo manual, atendía a los valores nobiliarios del honor y la dignidad por encima de todo, y los arquetipos sociales se movían entre el hidalgo de verlas venir, un clero de andorga y el pícaro de buscarse la vida a salto de mata.

     El texto de José Luís Alonso de Santos tiene la virtud de añadir a la autobiografía tradicional del pícaro, algunos pasajes que recuerdan el viaje del héroe cinematográfico, gracias a la incorporación del meta teatro y poemas jocosos que enriquecen la vertiente literaria de la historia. La peripecia es la de una pareja de amigos y, precisamente porque uno de ellos está de cuerpo presente,, lo que debería ser un ñaque con dos actores se convierte en una representación bululú en la que un solo interprete se hace cargo de todos los personajes.

   El inicio de la función recuerda al preámbulo de ‘Cantando bajo la lluvia’ cuando la estrella del cine mudo Don Lockwood empieza a contar su vida de artista siempre en compañía de su amigo Cosmo Brown. En la película la narración arrnaca oral de los pero  muy pronto se convierte en una sucesión de secuencias en las que priman la ironía y el desarrollo visual de los acontecimientos. ‘Mil Amaneceres’ también utiliza ese mecanismo pero con un resultado dispar.

    La escenografía determina el desarrollo de la función dividiendo en dos partes el espacio escénico. Un estrado ocupa la parte central dejando libre el proscenio, es ahí donde transcurre la primera parte de la función, con un marcado acento narrativo para relatar hechos y emociones. La palabra nos muestra la fábula con una dramaturgia muy básica en la que los cambios de personajes, atorados por tanta descripción, están lastrados por una dinámica simple que resta credibilidad a ese ir y venir de una voz a otra donde destaca ese detenerse en un curilla estático que hace puñetas bajo una luz cenital.

    La aparición de un misal provoca un cambio espacial para que los acontecimientos se concentren un poco más en lo alto del estrado. La modificación es sustantiva porque la acción dramática gana algunos enteros y todo resulta un poco más interesante gracias a la manipulación del atrezo con repercusiones narrativas, de manera que los personajes están más presentes. Esta pequeña mejoría no alcanza su plenitud porque la narración sigue muy presente y así, con una teatralidad achicada a lo largo de toda la función, pasajes con un alto potencial humorístico se quedan a medio camino. Sirvan de ejemplo el altercado con el remo o la sinfonía del badajo que, una vez desvelado el giro final por la narración oral, su teatralidad pierde eficacia diluyendo la posibilidad de la carcajada provocada por la sorpresa del efecto sonoro y visual.

    El buen manejo de Juan Alberto López con la dicción no es suficiente para construir unos personajes que necesitan sostenerse sobre perfiles con mucha mayor precisión, cambios dinámicos que espanten cierta sensación de estática pesadez y vayan mucho más allá de una leve cojera, el deambular monótono y una gestualidad previsible y esquemática. Ese texto literario reclama mucho más teatro.

    Al terminar la función, buena parte del público se puso en pie para dedicarle una larga ovación.

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Compañía: Teatro del Temple. Producción: María López Insausti. Autor: José Luís Alonso de Santos. Dirección: Carlos Martín. Reparto: Juan Alberto López. Ayudante de dirección: Alfonso Plou. Música: Gonzalo Alonso. Espacio escénico: Oscar Sanmartín. Vídeo: Víctor Izquierdo / Barbecho Producciones. Iluminación: Tatoño Perales. Vestuario: Ana Sanagustín. Fotografía: Toni Galán. Cartel e imágenes proyección: Óscar Sanmartín. Diseño gráfico  Línea Diseño. Construcción escenografía: Ibón Baquero. Equipo de producción Pilar Mayor y Pilara Pinilla

Miércoles 28 de Junio de 2023. Teatro de las Esquinas

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