Secreto a voces


Por Javier López Clemente

Risas y ¿para qué quiero más?

     Buero Vallejo estrenó en 1949 ‘Historia de una escalera’ para iniciar lo que estudiosos como Bonnín Valls denominan “teatro nuevo”.

     Se trata de localizar una frontera para desvincularse de lo que se venía llamando “teatro burgués” que, sin apenas novedades, mantenía su pujanza para atraer a un público sin excesivas pretensiones más allá de tomarse un merecido descanso de tanta realidad por metro cuadrado. Ruíz Ramón nos advierte que este tipo de teatro recorre el siglo XX español con una indudable fuerza gracias a la frecuencia de los estrenos y a su prolongada permanencia en cartel y con un buen número de dramaturgos que suministran a pleno rendimiento materiales dramáticos para los teatros comerciales. Ruíz Ramón propone un cambio de nombre para evitar la posible carga negativa de términos como “burgués” o “teatro de clase media”, y apuesta por denominarlo “teatro público”

    El 10 de septiembre se presentó en el Teatro de las Esquinas la comedia ‘Un secreto a voces’ escrita por Álvaro Carrero. Una función que pretendo conectar con ese ‘teatro público’ conformado por un amplio catálogo de  comedias que forman una estela cuyo inicio se sitúa en periodo histórico de La Gloriosa, aquella revolución de 1868 que destronó a los Borbones, al mismo tiempo que Arniches dominaba la escena con el “género chico”, que recién entrado el siglo XX pasó a denominarse “género ínfimo”. Obras caracterizadas por un cierto costumbrismo, argumentos sencillos, pocos personajes y un solo decorado.

    La definición actual de ‘Un secreto a voces’ sería una función entre la comedia de salón de comicidad verbal e ingeniosa, y una comedia de situación donde la acción y el ritmo complica la trama mediante el esbozo de unos personajes que van de sorpresa en sorpresa hasta el feliz desenlace. Este carácter híbrido es una excelente motivación para introducirla en el cedazo que Ruíz Ramón expuso en su libro de 1995 «Historia del teatro español del siglo XX», donde definía las ocho características propias del concepto de “teatro púbico”

     1 El pilar fundamental de la obra es la ejecución de los diálogos porque, más allá del buen ritmo, es muy apreciable una acción organizada para que todas las frases tengan su espacio. El chiste, el silencio y la réplica entran en su justo momento y provocan el efecto deseado. Una comedida hilvanada con escenas estrambóticas y personajes sometidos a una afectación a la que le sienta de maravilla una estudiada gradación en la exageración. Desde el papel más natural de Pablo Puyol, hasta el desparrame gestual que consigue Noemí Ruiz, mientras Virginia Muñoz y Miguel Ángel Martín transitan por niveles intermedios con picos muy altos que se reconduciendo a formas de estar mucho más naturales. La mezcla consigue que las exageraciones propias del género no acaben gripando la maquinaria de la comedia.

    2 La crítica que dosifica la función va un poco más allá de la clase burguesa porque está determinada por las formas de comportamiento que surgieron en la etapa de la pandemia de Covid y que afectó en mayor o menor medida al todo el espectro social, y sobre el que vierte una cierta mirada ácida sobre aquella idea de que todos íbamos a salir mejores de aquel acontecimiento planetario pero… ¡¡¡vaya usted a saber!!.

    3La función acierta de pleno en el desarrollo de un clara tendencia hacia el teatro cómico de diversión superficial mediante los diálogos y el desarrollo de la trama mediante una buena utilización del enredo representado por eso que el cine se llama macguffin: Un elemento narrativo que puede ser un objeto, un concepto o una historia, y que hace avanzar la trama desde un concepción casi anecdótica. Sin embargo en este caso su relevancia va tomando mayor importancia hasta alcanzar la notoriedad de convertirse en final feliz.

   4 La construcción prevalente es la cómica y por eso se achican los espacios por los que podrían transitar otras premisas en torno a dilemas morales o sociales. Cada vez que algo parecido ocurre en escena, de inmediato se toma la salida del humor sazonada por gags, chistes o la letra de una canción archiconocida que desengrase el planteamiento.

    5 También se huye de interiores propios de la clase media elevada. En este caso podríamos hablar de clase media encarnada en profesionales y trabajadores con cierta estabilidad pero muy alejados de un salón con cridadas. Es muy significativo la sucinta escenografía que ni siquiera se preocupa por completar la estancia donde ocurre la acción, esquematizando al máximo la importancia de las puertas como elementos de entrada y salida de sorpresas, y un desahogo muy sencillo para conformar la escena con los personajes precisos hasta dejar para el desenlace final el encuentro decisivo entre todos de los personajes.

    6 La influencia del cine se aprecia en un par de momentos en los que la acción se corta para, como si de una sala de montaje se tratara, avanzar el tiempo tras un breve fundido a negro. Además de la inserción de algunos primeros planos en cámara lenta que nos sacan de la peripecia para conocer la percepción subjetiva de la realidad que advierten los personajes y que nos llevan a un plano diferente de la realidad.

    7 No se pretende profundizar en la visión del hombre y de la vida humana, etiquetas morales como la honradez, la felicidad o el egoísmo pueden sobrevolar algunas situaciones pero siempre se diluyen en el jarabe del humor.

     8 La temática es una novedad que escapa al adulterio, la infidelidad o las maneras de entender el amor tan repetidas en este tipo de comedias. Aquí la apuesta es novedosa porque la peripecia nos invita a pensar en la importancia (o no) de guardar un secreto, mantener a raya la tentación y sobrevivir a la confusión que se genera si no gestionas bien lo que quieres ocultar. La función me llevó a pensar sobre el tipo de acontecimientos que nos suceden y cuales deberían pasar por la criba de convertirse en secretos para ponerlos a salvo. No vaya a ser que muchas de las cosas que nos acontecen no se merezcan esa categoría, y sea mucho mejor contarlos de primeras y dejar de dar rodeos que, ayayayay, más pronto que tarde suelen terminar desvelando eso que queríamos que fuera secreto.

     Todo este compendio de características consiguen agradar a un público que a veces se ríe con los chascarrillo, la situación o por toda la acumulación de elementos humorísticos con los que se trabaja en escena. La gestualidad del chiste final generó uno de esos chistes que enlazan con situaciones que ya han pasado para provocar una ovación unánime y con buena parte del público puesto en pie.

‘Un secreto a voces’

Producción: La Cochera Producciones. Autor y director: Álvaro Carrero. Intérpretes: Pablo Puyol, Virginia Muñoz, Noemí Ruiz y Miguel Ángel Martín.

10 de septiembre de 2023. Teatro de las Esquinas.

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