La Maldad

 

Por Javier López Clemente
 
Malos y perversos para partirse de risa

     El 25 de septiembre, dentro de la programación de la 37 edición de la Feria Internacional de Teatro y Danza de Huesca, se estrenó en el Teatro Olimpia de la capital oscense ‘La Maldad’.

     Una coproducción de LagartoLagarto y Zazurca Artes Escénicas con texto y dirección de Alfonso Palomares. La función es una nueva expresión de los guisos que Alfonso Palomares cocina mezclando a los clásicos con diferentes lenguajes escénicos: La descacharrante comedia ‘Don Gil de Olmedo es un sueño’ para rendir homenaje a Lope de Vega, o el delicioso viaje de ‘Palabra de bufón’ acompañando a Quevedo y Góngora. ‘La Maldad’ un paso adelante para enfrentarse a una presa mayor. Como afirma el poeta y dramaturgo Ernesto Filardi: La mejor manera de amar a Shakespeare es perderle el respeto.

    La peripecia de ‘La Maldad’ puede transcurrir en un teatro o en las puertas del infierno, eso da un poco igual, lo importante es aceptar una premisa. Seis personas sobre el escenario que no saben muy bien ni donde se encuentran ni como han llegado hasta allí. La disquisición termina cuando verbalizan sus nombres y se percatan que se han convertido en los personajes más malvados de Shakespeare, excepto Ofelia que la pobre solo enloquece por el rechazo de Hamlet, el hombre que ha matado a su padre. Este planteamiento inicial tiene ecos de los ‘Seis personajes en busca de autor’ de Prirandello y la intención del autor italiano de aumentar la ilusión teatral, que el espectador cambie la forma tradicional de enfrentarse a lo que ocurre en escena y así, ‘La Maldad’ cabalga sobre una escenografía funcional y maleable para que la iluminación moldee ambientes y texturas diferentes, para destacar los tonos claros de un vestuario que unifica la acción en un momento contemporáneo.

     La dramaturgia divide la acción en diferentes capítulos y estimulantes transiciones protagonizadas por la elegancia de la danza y una sabrosa banda sonora para interpretar canciones que fluyen en el tiempo y el espacio para que el espectador respire. La base fundamental son los textos de Shakespeare a los que se añaden pequeños monólogos relacionados con tragedias actuales, y el buen aliño del bufón que juega con dosis variables de parodia marca de la casa: Añadir momentos parodiantes y enfrentarlos a la situación y el texto parodiado para apelar a la risa del espectador.

    La dirección y el elenco realizan un trabajo muy preciso para aunar todos los elementos narrativos bajo la premisa del ritmo desenfrenado que exige la comedia. Me recordaban al malabarista que mantiene en equilibrio varios platos sobre unos puntales de madera que agita constantemente mientras hace otras acrobacias. El reto es conseguir que los platos no se hagan añicos contra el suelo. Es una forma de narración similar a esos montajes audiovisuales a la que ya estamos acostumbrado en los que se suceden planos de diferente valor narrativo hasta conseguir un relato híbrido, fragmentario y desquiciante. Piezas de la televisión generalista capaces de mostrar sobre un minuto de música épica sobre una guerra internacional, el outfit de la última celebrity de moda y una lección de meteorología apocalíptica. Todo al mismo tiempo. Ese es el riesgo la función. Acertar con la dosificación adecuada de cada elemento narrativo para que la parodia vaya de menos a más hasta culminar con un final delirante pero sin caer en una combinación desequilibrada que termine en una ridícula charlotada de platos rotos. ‘La Maldad’ se construye con una intención crescendo que se puede resumir en tres escenas donde los protagonistas son Shylock, Lady Macbeth y Yago.

   La primera distinción se sitúa entre los que Ernesto Filadir denomina malvados o perversos. Los primeros, como Lady Macbeth, solo se aprovechan de una ocasión favorable para cometer sus maldades. Sin embargo los perversos como, Shylock y Yago, son manipuladores que confeccionan conjuras y malentendidos para cometer crímenes o conseguir el estatus deseado.

    Shylock, el prestamista judío en ‘El mercader de Venecia’, el eterno perseguido, despreciado por los cristianos y burlado en su maldad. Manuel López-Vigo construye su monólogo con la carga ligera de un odio que parece recién estrenado, como esos arañazos superficiales que tan solo necesitan un poco más de tiempo para convertirse en una costra de odio seco y duro. Tal vez por eso la parodia se construye tan liviana como los susurros para recordar a Shylock que su maldad tiene el origen bíblico de cuando los judíos asesinaron a quien sería guía espiritual de los cristianos.

    Encarni Corrales ajusta su energía habitual al carácter fiero de una Lady Macbeth empeñada en convencer a su marido, interpretado con eficacia por Alfonso Palomares, de que lo mejor para asegurar el cumplimiento de los augurios es asesinar al rey. La mezcla de todos los elementos narrativos está perfectamente gracias a una vertiginosa superposición de planos cómicos y dramáticos. Una fina línea sobre la que ambos actores zigzaguean, hacen equilibrios y salen airosos del reto de construir personajes que tan pronto sufren una tragedia del siglo XVI con perfume a muerte, como en un instante saltan a una caricatura para dibujar la actualidad de realitys, postureo en redes sociales o esa carroña de confesiones personales que se cocinan para mayor gloria de la audiencia.

    Yago representa al envidioso siempre dispuesto a darle hebra a la calumnia y la intriga para saciar su sed de venganza contra Otelo. A su estela se elabora la escena más coral, allí donde todo se desborda y la parodia coloniza sin miramientos cualquier resquicio del drama original hasta convertir la tragedia en un enorme sketch que abandona la ironía para situarse en una comicidad absoluta en la que JJ Sánchez y Alfonso Palomares se mueven con la misma soltura que ya mostraron en ‘Comisaria en fiestas. Superstar’. El Yago de JJ Sánchez se abona sin rubor al vocería y el aspavientos para que la acción desparrame hacia lo grotesco, y deforme los personajes hasta ponerlos en el territorio de la bobería. Una comicidad a la que Manuel López-Vigo aporta gotitas de esa gestualidad que mostró en ‘Adios’. La composición coral de la escena genera desequilibrio, vaivén y una tensión alocada que conecta con la comedia clásica de salón, puertas y sofá donde Laura Torrijos-Bescós y Elena Gómez redondean un trabajo impecable.

    ‘La Maldad’ es una trepidante coctelera que agita las emociones que recorren la tragedia hasta alcanzar grandes dosis de comicidad, mientras se apela al espectador a reflexionar en medio de la comedia sobre una afirmación demoledora: La maldad que nos asola solo es posible si las personas buenas no hacen nada.

‘La Maldad’

Una coproducción de LagartoLagarto y Zazurca Artes Escénicas producida por Maite Berges. Texto y Dirección: Alfonso Palomares con textos de William Shakespeare. Reparto: Encarni Corrales, Elena Gómez Zazurca, Manuel López-Vigo, Alfonso Palomares, J. J. Sánchez y Laura Torrijos-Bescós. Escenografía: Circoku y Teresa Pérez. Coreografía: Violeta Borruel, Bárbara Lasmarías de Cotton Swing School y Alfonso Palomares. Composición musical y espacio sonoro: David Angulo. Diseño iluminación: Manuel Escosa y Bucho Cariñena. Vestuario: Arantxa Ezquerro y Laura Sanz. Distribución: Elena Gómez Zazurca.

25 de septiembre de 2023. Teatro Olimpia de Huesca.

     Durante el transcurso de la representación una buena parte de los asistentes que ocuparon los asientos reservados con cartelitos de las dos primeras filas del patio de butacas, se dedicaron en más de una ocasión a manosear sus teléfonos móviles. Destellos de luz para iluminar la falta de respeto hacia el trabajo de los actores y con el resto del público. De todas las personas buenas que estaban allí, nadie hizo nada, tan solo el actor JJ Sánchez desde las tablas puso en marcha sus reflejos como actor de improvisación, lanzó una indirecta hacía los maleducados pero ¡ayayay! cayó en saco roto.

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