Entre la distopía y la realidad laboral


Por Javier López Clemente

      El profesor de filosofía Juan Evaristo Valles Boix nos recuerda que las empresas contemporáneas están optando por cambiar su relación con los trabajadores para aumentar su productividad.

     Ahora la estrategia pasa por la seducción y consiste en que el asalariado perciba que su vida personal y la esfera laboral se funden en un único universo. En esta nueva situación es posible que cualquier experiencia íntima y es susceptible de convertirse en el combustible que aumente la productividad. Se trata de que el trabajo deje de ser el tradicional espacio de virtud que nos dignifica, para convertirse en una compensación psicológica en la que el sueldo se disfrazada de precariedad y disponibilidad absoluta a cambio una realización integral de la persona. El engaño es monumental.

    ‘Contracciones’ parece una partida de póker donde las protagonistas juegan sus cartas, pero en realidad es la historia de una de esas nuevas relaciones que solo se pueden comprender, como explica Paul Lafaargue, desde una lealtad a la compañía fraguada por una pasión desatada del trabajador por su ocupación y como, gracias al trabajo de desgaste de un coach empresarial capaz de generar un vínculo afectivo, se consigue una explotación tan sofisticada como cruel. Candela Peña es la trabajadora. Pilar Castro la voz del poder empresarial.

     La utilización de micrófonos permite situar en el mismo plano de percepción el poder de la corporación y la posición siempre subalterna de la trabajadora y, precisamente por eso, las diferencias resultan mucho más evidentes. La función avanza y el sonido se convierte en el termómetro que nos avisa de las pequeñas variaciones que afectan a la relación. La primera vez que la trabajadora cede un milímetro en la parcela de su intimidad provoca una reacción de comedia en el público, pero Candela Peña ya ha modificado la seguridad de su discurso inicial. Aparentemente ella está cediendo desde una posición de libertad, parece que asume con naturalidad el asalto, y sin embargo en la modulación de su voz, en ese balbuceo entre lo dicho y lo no dicho, ya se aprecia el inicio de la una duda que la interpretación compensa con una actitud corporal mucho más segura. La incomodidad va incrementando en cada una de sus intervenciones. Lo hace en pequeñas dosis que todavía dejan espacio para la comedia. Hasta que su voz se modifica totalmente. Nos encontramos en el punto de inflexión. El tono de la peripecia cambia definitivamente. A partir de ese momento el silencio que precede al drama se instala en el patio de butacas hasta que Candela Peña termina de recorrer un aro dramático que la ha llevado desde una normalidad fría hasta la sorpresa de lo increíble, el desgarro y finalmente el sometimiento de su voz a un cuerpo destrozado. Pilar Castro modula los matices tonales de quien se sabe al mando y puede agasajar mediante un halago cálido con tono de hielo, pero también es capaz de recetar una reprimenda muy dura que siempre termina en ese guante de seda que solo está al alcance de los poderosos.

      La escenografía divide el espacio mediante una gran mesa blanca que ejerce de frontera. A un lado la empresa con sus certezas. Al otro lado la trabajadora siempre con ese puntito de fricción entre la dignidad y la entrega. Esta geografía de dos espacios también tiene la virtualidad de la rebeldía. Va a llegar un momento en el que  la trabajadora será capaz de cruzar la frontera y asaltar el espacio de poder que ocupa la empresa.. Eso en tiempos históricos podría significar un momento revolucionario capaza de cambiar la relación. Pero estamos en medio de una distopía siglo XXI y romper una línea divisoria quizás solo sea la prueba definitiva de resignación. El último grito antes de culminar la tragedia: La rendición absoluta de la trabajadora.

     El doble manejo de la naturaleza del tiempo es un factor esencial para que la percepción del espectador sea más intensa. El tiempo escénico de la representación es el habitual, mientras el tiempo de la ficción es mucho más amplio y ocupa tres años de la vida de las protagonistas. Es un mecanismo narrativo para concentrar las emociones que funciona muy bien porque en la vida real la coacción de la corporación se diluye en el tiempo para alcanzar un resultado catastrófico, sin embargo la percepción del espectador es la de un martillo pilón que repite una y otra vez el mismo modelo de relación durante quince escenas que empiezan y terminan de la misma manera, y que no dejan de ser un visionado en cámara rápida del deterioro de la trabajadora. Esa  rutina resulta agobiante y aumenta el desasosiego. El desenlace es tan desolador que el público necesitó un momentito de alivio para que los aplausos alcanzaran la gran ovación final.

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‘Contracciones’

Producción: Producciones Come y Calla. Dramaturgia: Mike Bartlett. Versión: Jorge Kent. Intérpretes: Candela Peña y Pilar Castro. Dirección: Israel Solà. Diseño de Vestuario: Carmen17. Diseño de Escenografía: Bibiana Puig de Fàbregas. Diseño de Iluminación: Rodrigo Ortega. Creación Musical: Guillem Rodríguez.

Sábado 13 de enero de 2024. Teatro Olimpia de Huesca.

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