Desde mi carpa: Números habituales en el circo (II)


Por Germán Oppelli

  Contorsionistas. La preparación de los contorsionistas ha de comenzar muy pronto para ir habituando su cuerpo a los diversos ejercicios. Las articulaciones de los artistas están dislocadas por completo, de ahí que puedan trabajar si notar insoportables dolores.

   Se completa el número con habilidades diversas, como coger con la boca pañuelos, vasos, monedas… Es curioso comprobar que estos ejercicios han sido realizados tradicionalmente por mujeres.

  Antipodistas. Los antipodistas resultan atractivos para el público. Los clásicos se recuestan sobre una semicama en forma de ángulo (la trinca) y con sus pies en vertical mueven objetos haciéndolos voltear o circular (bolas, sillas, mesas, tablas…). Algunas veces, los antipodistas han ejercitado sus malabares con los pies tomando como “objeto” a personas.

  Malabaristas. Hay diversos tipos de malabaristas. Algunos están vinculados a los funambulistas por realizar sus ejercicios en un cable. Los hay que trabajan encima de enormes bolas en movimiento. Otros ejercicios se ejecutan en bicicletas o motocicletas. El malabarista suele estar acompañado por una “partenaire” que le va ofreciendo los diversos objetos con los que él trabaja. Estamos ante una de las especialidades circenses que más agradan al gran público debido a su espectacularidad, sobre todo cuando son muchos los objetos que entran en el juego malabar.

  Ilusionistas. Ya son muy pocos los ilusionistas o prestidigitadores que pisan la pista del circo (acaso en alguno familiar). Los elementos clásicos –palomas, vasos, botellas, cintas, barajas, conejos- ya no tienen sitio en los grandes circos. Sin embargo, han evolucionado positivamente al teatro y televisión. Y merced a las nuevas técnicas son capaces de hacer desaparecer a la vista del público desde un hombre a punto de ser arrollado por un coche a la mismísima Cibeles. ¡Enhorabuena!

  Equilibristas. El equilibrista, número clásico del circo, trabaja siempre encima de un entarimado que le eleva sobre la pista, de tal forma que todo el público lo pueda comprobar con claridad. Algunos trabajan en solitario con una ayudante, mientras que otros lo hacen en grupos o dúos. En el circo francés Amar compartí programa con los madrileños Luimar, y exhibían un número en el que se mezclaban equilibrismo y fuerza a partes iguales. El marido se sostenía en la vertical encima de la yema del dedo índice de su mujer, pero con la particularidad de que su punto de apoyo era… ¡su propio dedo índice! El portos –ella- apoyaba su codo en una mesa. La dificultad del ejercicio era absoluta como grande el riesgo. Y sin ningún riesgo, les saludo atentamente.

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