Hordas de políticos y anuncios de armamento / Manuel Medrano


Por Manuel Medrano
http://manuelmedrano.wordpress.com

     Después de la epidemia, no vino la calma. De momento, sigue el Pasaporte COVID para viajar por la Unión Europea, al menos durante un año más.

     Y pondrán más dosis, que para eso se han comprado. Tras el virus, la guerra, y después la amenaza de hambruna. Apocalíptico. Dentro de este escenario, y soportando una manipulación brutal de los medios de comunicación, a mí me han llamado la atención dos cosas.

    La primera, las ingentes cantidades de políticos que hay en la Unión Europea. Ves el Parlamento Europeo, más la Comisión Europea y sus tropecientos organismos dependientes, más el Consejo Europeo, más otros organismos comunitarios de variada importancia y pelaje, y quedas atónito por la enormidad, elefantiasis, de todo ello. Hordas de políticos, masas de asesores, técnicos y otros elementos que ni distingo, y todos sus gastos en coches oficiales, aviones, móviles, ordenadores, tabletas electrónicas, luz y agua de monstruosos edificios, múltiples dietas de viaje, etc. Más los Estados Miembros, con sus propias estructuras. Más Estados Unidos de América que ha demostrado, para quien aún dudase de ello, que la Unión Europea es una sucursal suya, gorda y sobredimensionada en su burocracia, pero solo una sucursal más o menos franquiciada, según países.

   Eso sí, la UE es un hacha tirando de miles de millones de euros, de chequera, al estilo de las taifas musulmanas de la Península Ibérica o del Imperio Bizantino en sus peores momentos: ni tenían fuerza ni peso específico, pero con el oro que atesoraban lo arreglaban todo, bueno, casi todo, su desaparición no pudieron evitarla.

    Por favor, que nadie piense que este es un discurso antieuropeísta, es un grito de socorro exigiendo racionalidad, que con todo ese gasto más que superfluo que sale de los impuestos, a veces sangrientos, de todos los europeos, da para mucho Estado de Bienestar para los humildes currantes y las clases medias, y para mucha solidaridad con los más desfavorecidos.

    Y ahora vamos al segundo asunto. Después de llevar más de dos años aguantando coacciones, presiones y pérdida de libertades por una epidemia en pleno siglo XXI, con periodistas-loro del poder, expertos que se matan por salir en los medios, medios que entrevistan a ejecutivos de las farmacéuticas para que sepamos “la verdad”, han disminuido los anuncios sanitarios (muchas veces publicitarios) en alguna medida, aunque rebrotan un poco, estilo cólico pertinaz. Y aquí viene mi asombro. Ahora nos bombardean (nunca mejor dicho) con anuncios disfrazados de noticias (a veces sin disfrazar) sobre armas. Me llegan al móvil y al ordenador oleadas de “informaciones” sobre si este caza ruso es una mierda y el estadounidense es mejor, si el dron de guerra de tal país no vale y es mejor este otro, si los lanzamisiles que fabrica fulanito son mucho más guays que los de su infecto competidor.

    ¿Qué quieren, que compre misiles? ¡No me caben en casa! Bueno, hay lanzagranadas anticarro pequeñitos y baratos, fíjate que uno hasta se encontró en un domicilio particular de Zaragoza.

   Mirad, todo esto es muy rentable para algunos, pero yo tengo dos problemas: el primero, que alguien tiene que pagar burócratas y, también, guerras. Segundo, que los precios de comida, bebida, etc., están subiendo un horror continuamente, y yo soy de los que van a la compra, no hablo de oídas.

   ¿Vale ya o qué? Primero, las cosas de comer y vestir, la vivienda, la sanidad, la educación, la energía, y luego lo demás. De los combustibles ni hablo. Menos mal que no suelo coger el coche, así que elimino un riesgo de infarto al ir a la gasolinera.

Repito: ¿no vale ya?

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