El destape de ‘quita y pon’  /  María Gómez


Por María Gómez y Patiño

     Tras más de un año con la cara cubierta, se va a producir en España un destape masivo, que nos lleva a recordar un destape anterior.

    Estoy segura de que las personas en torno a los 50 años todavía lo recuerdan, pero los más jóvenes quizás no sabrán a qué se refiere: El término ‘destape’ comenzó a utilizarse a mediados de la década de los 70. Aún recuerdo la voz de Ángel Casas, cuando hablaba de esto. Era el final de la dictadura y el consiguiente comienzo de la democracia, lo cual abría todo un período de tránsito: la transición. Se hablaba de liberación sexual, y hacía referencia sobre todo a descubrirse, a mostrar el cuerpo especialmente en el cine, lo que produjo un género de cine específico: el destape, que algunos llamaron también ‘despelote’.

    Me preguntaba si este destape se va a convertir en un despelote y es posible que sí, porque de momento va a ser un destape de ‘quita y pon’. Y eso será así, porque habrá que llevar siempre una mascarilla en el bolso/bolsillo. Sin embargo, hay muchas personas que piensan que no se van a deshacer de ellas nunca jamás, que las lavarán y las usarán, porque creen que les dan seguridad, han eludido la gripe o la alergia, y eso ha sido el regalo que les ha dejado la mascarilla, por lo que no bendicen el destape, ni sueñan con él y están preparadas por si reaparece la obligación de usarlas por imperativo legal, de forma permanente. Sea como fuere, el pasado sábado comenzó el mayor destape masivo de la democracia española. Va a significar un gran cambio social, un tránsito hacia una nueva forma de vivir, y nos va a ofrecer una mirada nueva de nuestra realidad próxima. Me comentaban mis estudiantes hace unos días que ellos no habían visto nunca las caras de algunos miembros del profesorado del Grado de Periodismo, y estoy segura de que esto ha sucedido en las aulas de muchos centros educativos de todos los ciclos formativos, desde la educación infantil hasta la universidad.

Mascarillas al aire

    Se trata de un ritual de paso: Acabará el tiempo de ir con la cara cubierta para pasar a otro distinto. Mis estudiantes me comentaban que, si en la Fiesta de Graduación se lanzan las becas al aire, por haber acabado los estudios, siguiendo el modelo de los estudiantes norteamericanos, tantas veces visto en el cine, en esta ocasión se podría hacer una fiesta de celebración del destape masivo, (aunque sea de quita y pon e intermitente) lanzando al aire las mascarillas que ojalá no volvamos a utilizar jamás, de forma obligatoria.

   Lo cierto es que el destape de quita y pon tendrá un tiempo limitado de vida, y el límite lo pondrá otra pandemia (o en su caso una recidiva), sin que los ciudadanos puedan desterrar para siempre la utilización de las mascarillas. Pero este destape, además de ser temporal será intermitente. Será un tiempo de celebración y de liberación, aunque solo sea facial y no corporal.

    En espacios abiertos nuestra cara podrá mostrarse con normalidad y sin el miedo al contagio, porque la mitad de la población española ya ha recibido la primera dosis de la vacuna, y en las residencias de la tercera edad la vacunación será ya del cien por cien.

      Ahora no sabremos qué hacer con el estoc acumulado en nuestros hogares, y el mismo problema, pero a mayor escala, lo van a tener también los fabricantes y almacenistas. Sucede exactamente lo mismo que con el cine de destape: si en aquel momento había escasez de cuerpos liberados y visibles, ¿hay ahora quizá un exceso? Ahora hay sobreabundancia de mascarillas y unos excedentes que habrán de acudir a la industria del reciclado, sin que nadie lo remedie. Las mascarillas han producido esta dinámica: producir, primero para tapar, y destapar, después para reciclar, y ¿volveremos a empezar?

Publicado en: https://www.elperiodicodearagon.com/opinion

 

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