Yo, cuando sea mayor… / Andrés Sierra


Por Andrés  Sierra                                                                                                     

   Dos señores, Luis y Antonio que entre sí no se conocen. Luis tiene ochenta años, Antonio noventa.

   Los dos van con bastón, solo por precaución (a esas edades se puede perder el equilibrio en cualquier momento) eso es cierto, pero por lo que sé lo llevan para usarlo, también, como defensa personal. Dar un buen bastonazo en la testa a algún impertinente o necio puede hacer daño.

   Ambos tienen en común una cultura muy admirable.

   Algo paralelo entre ellos es la elegancia en el vestir, van siempre con corbata. Además de esa elegancia en la vestimenta les une la ética, el civismo y el respeto a los demás; es decir “el saber estar”.

  En los dos casos, su vivienda es humilde, con escaleras y sin ascensor –como la mía- y además, ¡viviendo solos!.

   Otra coincidencia, es la salud (obviando los achaques pertinentes a esa edad), la tienen envidiable, y eso que no se privan, prácticamente ningún día de su vermú. Uno lo tema sin sifón ni hielo ni más zarandajas, el otro tiene devoción por el Campari y a veces no uno solo.

  Los dos con buen humor y socarronería, todo el tiempo alegres. Es de suponer que habrá malos días para ellos y repuntes de los achaques, inevitablemente, pero tal cuestión la dejan en casa.

   Hay una diferencia: Antonio dejó de fumar hace mucho tiempo, habiendo sido un fumador abusivo, Luis sigue fumando todavía.

   Ahora toca lo que toca, la pandemia, un nuevo virus. Todos sabemos quienes caen y han caído: sobre todo gente mayor.

   Lo más habitual es ver el miedo que tienen las personas de cierta edad.

    La excepción son Luis y Antonio. Muy seguramente habrá más excepciones, pero yo no conozco a personas con el matiz de Luis y Antonio.

   De hecho el miedo y hasta psicosis se adueña de gente relativamente joven, aún más (también excepción) incluso de gente muy joven.

   Luis y Antonio son personas que ya no se asustan de nada.

   Siento cierta admiración por ese comportamiento frente a la vida; ese valor que es manifiesto e innegable.

   Por mi parte, mucho que aprender para cuando llegue a esa edad –si llego-, aunque creo que es bastante improbable. De cualquier forma, yo, cuando sea mayor quiero ser como ellos.

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