Entre la «yenka y la “cucaracha” / Dionisio Sánchez


PorDionisio Sánchez
Director del Pollo Urbano
elpollo@elpollourbano.net 

    No cabe duda de que estamos viviendo unos tiempos “raros” (por no utilizar adjetivos más contundentes y apocalípticos).

     Pese a todo, queridos lectores, vamos a llevarnos bien y, sobre todo, con humor aunque ésta no sea la mejor pista de circo en la que hemos actuado.

    En este pasado, triste y desapacible (y “raro”) mes de octubre nos ha dejado Pepe Gros, un gran amigo, excelente y aterciopelado intérprete de canción sudamericana que arrebataba los corazones de las mujeres que siempre pululaban a su alrededor, noctámbulo, fumador  impenitente y artista del naipe a la espera, con frecuencia, de avistar  tiernos “palomos” a los que dar caza nocturna para alegría de su vida y su faltriquera. Luego fue “Puturrú”. Y antes, amigo, cultivado camarada y artista.

     En ese trayecto hacia la nada conocida también le acompañó Fernando Pelegrín, fundador en los primeros balbuceos de este Pollo Urbano que nos seguimos empeñando en disfrutar. “Pielnegrini” era una bomba sin precedentes en las noches zarabolianas, con un sentido del humor demoledor, brutal  y siempre inteligente. Como todo creador, tuvo sus líos, aunque gracias a su Aurora del alma abandonó sus últimas guaridas para recibir la brisa lanzaroteña que le hizo disfrutar de un último periodo de  paz y amor y  donde la señora de la guadaña  le fue a buscar y lo encontró con los ojillos medio cerrados y, como siempre, esbozando su irrepetible sonrisa de seductor.

     “Raro”, pues, octubre y el paisaje que nos ha tocado vivir, donde los “jefes”  a fuer de no saber nada de nada sobre el origen de los vientos pandémicos, (“la cucaracha”) ni con qué deriva del espolón de proa atacar el mortal oleaje que se está cebando -sobre todo- entre la multitud de náufragos hosteleros ignorantes como ellos  pero callados y disciplinados galeotes  que apenas imaginan ya como engordarán  sus costillas  ante la persistencia del temporal y, -¡eso sí!- pagar religiosamente la nómina de los funcionarios burócratas, esa última  especie guerrera de la que se rodea  el Estado para sobrevivir  a cualquier desgracia que acaezca sobre este planeta, ya sean guerras, impactos de asteroides, revoluciones o pandemias.

   Poco a poco, van adivinando  nuestros cuasi ahogados  que sus andrajos están desapareciendo a medida que se va interpretando  el absurdo estribillo de: “hoy se puede tocar la barra, mañana no” (la “yenka”),”hoy cerramos dentro, pero en las terrazas (¿y los establecimientos que no las tengan?) se admitirá el 50%” …de zombis que se arriesguen a despellejar un miserable botellín de cerveza (casi seguro medio esfabada, mala, y  de promoción interesada para no tener que tirarla a la basura)

    Y mientras la ciudadanía  suda por su futuro y llora por el presente, la “clase” política, (incluídos los últimos arribistas que tan a gusto y tan bien se han acomodado a disfrutar navegando en el crucero“Kasta Nómina” por el proceloso mar de cualquier gobierno donde les hayan dejado una bien dotada –económicamente, se entiende-  hamaquita  de cubierta) se ha enzarzado en una gresca sin futuro pero, eso sí, televisada a todo trapo, para desilusionar a toda una masa de españoles que ya solo esperan que Dios misericordioso les tenga preparado un asiento (aunque sea al lado de la sentina) en el Arca de Noé que, a este paso,  seguro iniciará travesía  con Bernarda  “la Parca” de timonela

    ¡Qué pena de clase política nacional, insolidaria, prepotente y cateta!¿Con qué careto van a pedir nuestros votos en la próxima cita? ¿Con el aval de que frente a un problema de características todavía no evaluadas por su enormidad y con un rastrojo sembrado de muertos ellos tan solo estaban negociando el inminente futuro de sus estructuras partidarias, sinecuras y habilitando trincheras de poder para su inmediato mañana?

      Estamos asintiendo con una inane desesperanza a un espectáculo deplorable e indigno. Creo que nunca, al menos en la historia de nuestra todavía reciente democracia, habíamos asistido a ver una ceremonia tan denigrante en el Congreso de los Diputados. A mí, desde luego, esa parva de maleteros   no me representan porque yo voté a un partido y un programa  que creía me representaba  no a la formación de una lonja de mandaderos y  mercaderes rastreros. Cualquier compañero de botellines -aún en tiempos de clandestino bebercio pandémico y calamitoso – tiene más dignidad que ese club de trincones insolidarios y ególatras en  que se ha convertido el que debiera ser el templo de la democracia española: joven, generosa, ecuánime y solidaria.

   E hilando mala leche, algo que ya irrita al naufrago del común, es el uso y abuso del término «fascista» por parte de los tenderos arribistas para desacreditar a quienes no están aplaudiendo con las orejas sus planteamientos no ya comunistas, a los que tienen todo el derecho de anunciar  en su mercadillo -mientras haya quien se los compre- sino, simplemente, estalinistas de un cuño tan viejo como las acciones del asesino que le dio nombre modelo  masacrando a su propio pueblo en aras de instaurar un socialismo liberador que ha fracasado en todos aquellos lugares donde tuvieron la desgracia de sufrirlo.

    En fin, que uno cree que para utilizar con propiedad este término deleznable hace falta una pizca de conocimiento y la lectura, al menos, de un par de libros que no licuen algunas seseras perjudicadas por el sectarismo dominante.

     Suerte  que, a pesar del errado Abascal, aún nos queda Europa para corregir las debilidades (inspiradas, seguro, por el “demoño rojo”) del Gran Piloto Pedrito que nos está llevando ola tras ola, marejada tras marejada,  a una ensenada de arena covídica  donde van a intentar desguazar nuestro país entre todos esos  falsarios ( que no creen en él y aún lo denuestan pero que cobran -¡y bien!- de la patria que generosamente los cobija y  les dota de libertades que ellos, en el poder, seguramente nos arrebatarían), si no lo remedia  algún pirata de pata de palo que le abra los ojos de una vez. No puede ser que entre tanta gente que rodea a nuestro Presidente no haya ningún guía o marinero   dotado por Dios de, al menos, tres dedos de frente y un catalejo de mediano aumento.

    Y es que  en Aragón, esta película nacional   nos es muy difícil  de asimilar una vez que estamos viendo que en el filme que se rueda en nuestra tierra, en este secarral rampante tenemos un director piloto que, además de ser de pueblo,  ha sabido meter en el filme a todo bicho políticamente viviente dándoles incluso cuchara para meter en el perolo del rancho político e, incluso, no le han dado arcadas para  ponerse de acuerdo en lo esencial con el “monstruo” de la derecha que gobierna con guante de seda el Ayuntamiento zaragozano.

    Madrid está  muy cerca, preguntar no cuesta  dinero y, además, un poco de humildad siempre es un atributo de cualquier Principe que se precie.

     En fin, amigos y camaradas: ¡A caballo! ¡Yihíiiii! ¡Salud!

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