Por Antonio Tausiet
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Los temas científicos parecen lejanos, aunque de vez en cuando saltan a las primeras páginas, como en el caso del Genoma Humano o la Lógica Borrosa. La nanotecnología es la nueva moda, y parece que con razón.
Se trata de una tecnología (mezcla de química e ingeniería) dirigida a controlar y manipular la materia al mínimo nivel: atómico y molecular. Por eso se le llama también manufactura molecular: se utilizan los átomos como materia prima, para fabricar cualquier cosa imaginable.
Hasta hace poco, en los microscopios los átomos sólo se veían. A partir de ahora, se pueden también manipular, cambiar de lugar, ordenar a nuestro antojo.
Un nanómetro es la milmillonésima parte de un metro, y tiene un ancho de tres átomos; un pelo tiene 10.000 nanómetros de grosor. A esa escala se mueve la nanotecnología.
Existen dos conceptos asociados con la nanotecnología: el ensamble posicional (mover los átomos con robots moleculares y mantenerlos en su nuevo lugar) y la autorreplicación (que las nuevas posiciones se multipliquen a sí mismas).
Agárrense: si la nueva guerra globalizada del suicidio desesperado en respuesta contra la arrogancia asesina no acaba con todos, la nanotecnología nos irá dejando boquiabiertos.
La medicina, la tecnología informática y las telecomunicaciones son las primeras beneficiadas. Una enfermedad es, esencialmente, el cambio de lugar de unos determinados átomos. Mediante el ensamble posicional, se pueden construir nanorrobots dirigidos por nanoordenadores de escala tan ínfima que entren en el cuerpo humano y curen enfermedades, modificando las estructuras dañadas, moviendo los átomos de lugar. El chip informático se podrá reducir al tamaño atómico: un bit electrónico podría sustituirse por la ausencia o presencia de un solo electrón. Y los nanocables superconductores tendrán un átomo de ancho.
El primer utensilio para aplicar la nanotecnología ya fabricado es el microscopio con efecto túnel. Con él se ha podido ya escribir letras alineando átomos (las iniciales de una multinacional de la informática).
Otra aplicación ya hecha realidad es la cápsula ingerible provista de minivideocámara, que de momento sólo proporciona información del interior, un primer paso hacia la verdadera aplicación revolucionaria: modificar y curar.
Mediante átomos se construyen moléculas, la base de la materia. Al poder manipular a esa escala, se puede también fabricar materia, copiarla y distribuirla, del mismo modo que se hace hoy con los datos informáticos. Por ejemplo, reordenando los átomos del carbón se pueden fabricar diamantes (seguro que hay que modificar las ideas sobre referentes económicos y culturales); y reordenando los átomos de la basura se pueden fabricar patatas… Y por lo tanto, se podrán fabricar también moléculas de ADN, la base de la vida. Y por fin las religiones y sus popes tendrán que buscarse un acomodo en los libros de Historia.
La nanotecnología lucha contra la reorganización de los átomos cuando se les cambia de lugar. Pero la comunidad científica internacional está trabajando en ello, y en un plazo de cinco años, se habrá conseguido el primer ensamblador de materia, la nanomáquina que creará nuevos materiales. La primera aplicación de esta tecnología será la producción de nuevos materiales de construcción. Se sustituirá el acero por fibras de grafito cuatro veces más ligeras y cien veces más fuertes. Edificios, fábricas, trenes y cohetes espaciales ultraligeros y ultrarresistentes. Pero para todo ello es necesaria la autorreplicación: un ensamblador sólo podría fabricar cantidades enanas de materia nueva, así que deberá tener la capacidad de duplicarse. Un trillón de nanorrobots trabajando a la vez producirían cantidades ya estimables de materiales.
La investigación ya está en camino en Japón, Europa y Estados Unidos.
El gobierno japonés dice que las micromáquinas son una tecnología clave para el siglo XXI, mientras que la Universidad Técnica de Dinamarca y la Universidad de Birmingham, en Inglaterra, están sumamente involucradas en la investigación de esta área. En Estados Unidos, al menos once agencias gubernamentales realizan investigación en nanotecnología molecular, incluyendo la NASA y los departamentos de Energía y Defensa. La Casa Blanca ha identificado esta tecnología como área de investigación crítica y se va a solicitar un presupuesto oficial federal.
Las preguntas sobre el futuro de la Humanidad con la nanotecnología desarrollada son sumamente interesantes: ¿Qué sucederá con las actuales estructuras mundiales cuando los ensambladores y la ingeniería automatizada eliminen la mayor parte del comercio internacional? ¿Cómo cambiará la sociedad cuando los individuos puedan vivir indefinidamente? ¿Qué haremos cuando los ensambladores replicantes puedan hacer casi todo sin intervención humana? ¿Qué haremos cuando los sistemas de inteligencia artificial puedan pensar más rápido que los humanos?
Y las consecuencias de un mal uso de la nanotecnología no serían halagüeñas: imaginemos un ejército de nanorrobots dirigidos por un multimillonario rubio desquiciado programados para liquidar a todos los individuos de pelo oscuro, por ejemplo. O a José María Aznar decidiendo con sus ensambladores replicantes (implantados en nuestros cerebros sin que lo sepamos) qué es lo política y culturalmente correcto para todos los ciudadanos sin excepción: José Luis Moreno, Norma Duval, Antonio Camacho, y el Nuevo Orden Internacional. La oposición, la rebeldía, las vanguardias, la ilusión, y todos los demás motores del progreso quizás serán definitivamente aniquilados… Pero mantengamos la esperanza: suena muy bien eso de la erradicación de las enfermedades, la eliminación de la contaminación atmosférica o el fin del hambre en el planeta. Nanotecnología: eres grande, pequeña.
(Nota: mediante Nanotecnología se están dando los primeros pasos para una fusión nuclear no contaminante –la actual fisión es limitada, peligrosa e hipercontaminante-. Genética, Lógica aplicada a la Inteligencia Artificial y Nanotecnología están anticipando un futuro esperanzador. Amén.)
