Vuelta la burra al trigo / José Luís Lomillos

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Por José Luis Lomillos
Redactor del Pollo Urbano

    Como todos los años por estas fechas llega el calor, las frutas con hueso y la  polémica con el cartel del Pilar. El resultado es un gran recalentamiento general de nuestros cerebros debido a la elevada temperatura, la sobredosis de nectarinas y la avalancha de comentarios dedicados al susodicho cartel.

    Siempre había pensado que en este como en otros concursos artísticos existían unas normas no escritas, una especie de pacto entre caballeros, que impedía a la persona que ya había ganado un concurso volver a presentarse de nuevo en posteriores convocatorias y observo atónito que en este caso esto no se cumple. Entiendo que para un diseñador o un estudio un cartel de 4000 € en estos tiempos que corren resulte muy atractivo, pero no me gusta lo que está ocurriendo.

    De nuevo surgen las críticas, esta vez porque el cartel está inspirado en la obra de Magritte. También hemos visto en otras ediciones trabajos originados en Doisneau. Parece que lo de aceptar la inspiración de los artistas depende de quién sea el jurado. Estoy convencido de que en la mayoría de ediciones siempre hay algún cartel influido por un clásico… unas veces resulta una opción fantástica y otras una tomadura de pelo. Personalmente siempre he estado a favor de las revisiones y adaptaciones de grandes obras y artistas, tanto en pintura como en diseño gráfico, creo que es una forma como otra cualquiera de evolucionar, pero mis gustos miran más hacia el ruso Rodchenko, el germano suizo Müller-Brockmann o el austriaco Herbert Bayer.

   Al igual que no comparto algunas opiniones de ciertos grafistas tampoco me gustan los trolls que pululan por la Red sin saber si están mandando un comentario sobre el cartel del Pilar o un mensaje a su prima “La Pili”. En cuanto nos ponen la zanahoria delante volvemos a ser como pollos sin cabeza… diseñadores contra diseñadores, público contra políticos, diseñadores contra público, políticos contra políticos… combinadlo como queráis.

   Según la Rae la primera definición de cartel es la siguiente: “Lámina en que hay inscripciones o figuras y que se exhibe con fines informativos o publicitarios”, por lo tanto creo que esto debería ser lo primero a tener en cuenta: ¿cumple los fines informativos? Pueeeeessss… hombre… depende a quién vaya dirigido, o eso es lo que dicen los “marketinianos” cuando hablan de target. Realmente dirigir un producto hacia todos los públicos es una misión imposible.

    Quizá los que vivimos en una ciudad como Zaragoza deberíamos comenzar a pensar que hay vida más allá de los traga-chicos, vírgenes, leones y cabezudos. Se pueden conservar las tradiciones y ser modernos. Muchas veces cuando salimos fuera de “esta nuestra comunidad” la gente nos mira preguntándose en qué bolsillo habremos escondido el cachirulo. Por muchas vueltas que le doy al asunto no acabo de ver clara la solución a este problema, pero acaso la que más se acerque sea el encargo directo a estudios o diseñadores previamente seleccionados por un “consejo de sabios” que realice un filtro previo, pero claro… es la pescadilla que se vuelve a morder la cola… ¿quién elige a los que seleccionarán a los diseñadores? ¡Uf…le voy a dar otro mordisco al melocotón! De hecho qué queréis que os diga… puestos a elegir me parece más cachondo el Tío Zambombo que dibujaba don José Cerdá que el “Atraganta-adoquines de kilo”. Por cierto, os habéis dado cuenta que el más gordo es de los azules… si, si… los de anís que no quería comerse nadie, bueno rectifico, los acababa chupando la abuela.

    No está en mi ánimo echar más leña a un fuego fatuo, pues bastante tienen la mayor parte de diseñadores, músicos, pintores y demás artistas en intentar abonar todos los meses las facturas y trabajar muchas veces a cambio de nada.

    ¡Ah, se me olvidaba! Una última cosa para finalizar: En 1928 Dalí, Gasch y Montanyà publicaron en Barcelona el Manifiesto Amarillo, posiblemente sea el momento de que la gente del mundo de la cultura y las artes aquí en Aragón y en otros lugares lo revise adaptando sus significaciones a la actualidad y comience a sacar conclusiones, total… solo han pasado 88 años…

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