Por María Dubón
Tengo un amigo que cada vez que habla de la situación actual del país hecha espumarajos por la boca y humo por las orejas.
Es parado de larga duración y está en una edad en la que es joven para jubilarse y viejo para trabajar, así que ve el futuro negro, nigérrimo. Desde hace días proclama que lo que España necesita es un Franco joven, y no lo dice por ganas de volver a un franquismo que él mismo vivió y sufrió, sino porque desea que venga alguien con autoridad y mando, que coja firme las riendas de España y nos saque del atolladero.
El Franco joven que espera mi amigo debe reunir ciertos requisitos:
– Ser de mediana edad, ni muy joven ni muy mayor; entre los 45 y los 60 años, fuerte y en condiciones para trabajar las horas que haga falta.
– Alguien de buena familia y posición, es decir, que no tenga necesidad de robar porque su vida esté ya resuelta.
– Que cuente con amigos hasta en el infierno; una persona bien relacionada vale su peso en oro para este cargo.
– Que sea un profesional reputado, inteligente y con carrera.
– Que hable claro, de forma que todos podamos entenderle cuando nos explique sus planes.
– Que sea honrado y tenga el expediente inmaculado.
– Que no pertenezca a ningún partido político, a ser posible, que carezca de ideología política y religiosa.
– Que se comprometa a limpiar la basura hedionda de nuestra sociedad y nos deje a las puertas de un futuro mejor.
– Por supuesto, quedan eliminados los candidatos que sean militares, aristócratas o banqueros.