Por Antonio Tausiet
www.tausiet.com
La ciudad de Los Ángeles, en Estados Unidos, fue fundada en 1781 por franciscanos españoles con el nombre de El Pueblo de Nuestra Señora la Reina de los Ángeles de Porciúncula. Denominación referida a María (de los Ángeles), la supuesta madre de Jesús. Porciúncula («pequeña porción de tierra») es una iglesia del municipio de Asís, en el centro de Italia, lugar mítico por ser el origen de la congregación franciscana. Los franciscanos se caracterizan por la invención del escapulario y por ser mendicantes, o sea, que teóricamente viven de pedir limosnas.
La catedral de Los Ángeles fue diseñada por el español Rafael Moneo y erigida en 2002. Cuenta con un aparcamiento gestionado por la Iglesia Católica, que resulta gratuito en el caso de que se cumpla con el requisito de asistir a misa. Unas damas sentadas a la entrada controlan la jugada al franciscano modo.
Estos días se discute en España sobre la conveniencia de que el Estado reciba dinero por la posesión de bienes inmuebles de la Iglesia Católica, una contribución que paga el común de los ciudadanos pero de la que está exenta la sagrada institución. El anacrónico concordato entre España y el Vaticano estipula que no se recibirá impuesto alguno proveniente de los lugares de culto, pero esa discutible cláusula no incluye el resto de edificios de la Iglesia, como oficinas o comercios. Sin embargo, los representantes de Dios tampoco cumplen eso.
Alfredo Pérez Rubalcaba, secretario general del Partido Socialista, ha argumentado que «él respeta los acuerdos con la Santa Sede, pero que una cosa es una catedral y otra, por ejemplo, un aparcamiento que haya al lado, que puede ser de la Iglesia y por el cual cobra dinero». Resulta graciosa la nueva ocurrencia, tras más de veinte años con su partido en el poder (1982-1996 y 2004-2011). No sabemos si conoce la praxis angelina, pero quizás tenga en mente una exención fiscal a quienes comulguen con sus ruedas de molino, mientras los coches de lujo (negocio hoy floreciente en España) reposan en el aparcamiento de las catedrales españolas, tan excelentemente restauradas con el dinero de todos.
El día 2 de agosto, festividad de Nuestra Señora de los Ángeles, se concede la Indulgencia de la Porciúncula: basta visitar un lugar franciscano o bajo la advocación de la Reina de los Ángeles y se queda exento de los gravámenes que corresponderían a las faltas cometidas. Puede ser una buena fecha para que los santos varones de la Conferencia Episcopal Española anuncien su contrición y vuelvan al camino de la contribución al bien común, ese precepto que exige su propio catecismo en su tercera parte, capítulo segundo, artículo 2, II, 1910: «Si toda comunidad humana posee un bien común que la configura en cuanto tal, la realización más completa de este bien común se verifica en la comunidad política. Corresponde al Estado defender y promover el bien común de la sociedad civil, de los ciudadanos y de las instituciones intermedias».