‘Goya 3 de mayo’, cortometraje de Carlos Saura


Por Don Quiterio

  Lo dijo el gran Ernesto Sabato: “Dios es un pobre diablo, con un problema demasiado complicado para sus fuerzas, pues lucha con la materia como un artista con su obra.

     Algunas veces, en algún momento, logra ser Goya, pero, generalmente, es un desastre”. Y el pincel del artista de Fuendetodos, lo dijo él mismo, no debe ser mejor que sus ojos. Ahora, el ojo del director oscense Carlos Saura, a quien solo le interesan las historias de personajes exigentes, recrea la vulgaridad de los coetáneos del pintor y las atrocidades de la guerra. Y ‘Goya 3 de mayo’ titula su cortometraje. La cámara del cineasta tiembla y se enfurece ante lo que refleja Francisco de Goya en ‘Los fusilamientos en la montaña del Príncipe Pío’, ese lienzo con toques de color que son todo un grito.

 La mirada de Saura refleja, de nuevo, a unos héroes anónimos que muestran su sacrificio ante un pelotón de fusilamiento donde no hay rostros ni individualidades, solo la plasmación de una máquina de guerra que ha caído sobre unos inocentes luchando por su libertad. Saura comprende que a Goya le interesa mostrar la valentía del pueblo madrileño y la cruel represión del invasor. A Goya, en realidad, no le interesan las razones políticas de la lucha, sino la necesidad de luchar para sobrevivir. Y reflexiona plásticamente sobre lo que nadie antes: el sufrimiento de la población civil. Su visión queda muy lejos de la glorificación de la ‘Oda al dos de mayo’ de Bernardo López García y tantas otras obras, de las artes o las letras. Al prescindir de la distancia heroica, Goya introduce un principio de cotidianidad desgarrador en el acontecimiento brutal.

  De esto y mucho más nos habla Carlos Saura en ‘GoyaSaurio’, un documental dirigido por Roberto Roldán (‘El secuestro de Publio Cordón’, ‘Niños robados en Aragón’, ‘Cecilia y el eccehomo’, ‘Grupo 2 homicidios’, ’11-D, una mañana de invierno’) que forma con la pieza del oscense una suerte de díptico. Se trata de recoger el proceso de creación de su cortometraje y oficia de protagonista en un soliloquio acompañado en silencio por el fuendetodino en el museo del Prado para lanzar un alegato contra la guerra, al tiempo que registra los distintos finales pensados. No hace falta decir que el apellido Saura es de origen árabe y significa ‘revolución’, una máxima que siempre ha intentado llevar a sus obras en un mundo frívolo y banal.

  Con todo y con eso, ‘Goya 3 de mayo’ es un hermoso artefacto rodado en la plataforma logística de Teruel que recoge la escena de Goya en su óleo de 1814, donde se muestra, esto es, a un pelotón de soldados franceses fusilando a un grupo de patriotas detenidos tras el levantamiento contra la ocupación napoleónica en el Madrid de 1808, hecho que determina el inicio de la Guerra de la Independencia. Saura ahonda en elementos clave de esta obra: las laderas de la montaña del Príncipe Pío, el farol, la llegada de la cuerda de presos, la formación del pelotón de fusileros, la emoción y la tensión de los instantes previos y posteriores a los disparos.

  El cineasta, que ya presenta la figura y la obra del sordo de Fuendetodos en trabajos previos como ‘Llanto por un bandido’, ‘Mamá cumple cien años’, ‘Tango’, ‘Goya en Burdeos’ o ‘Jota’, recrea lo que pudo ocurrir junto antes de esas ejecuciones pintadas en un cuadro iniciador del impresionismo, en el que la sensibilidad y la brutalidad se aúnan. El desgarro, la crueldad y el sufrimiento para un alegato antibelicista que se abre con un encadenado de imágenes seleccionadas de los dibujos y grabados de ‘Los desastres de la guerra’.

  Con el actor aragonés José Luis Esteban como el fusilado anónimo, de blanco, que alza sus brazos en cruz (al fondo, varios testigos se tapan los ojos y los oídos), esta pieza se agranda con la banda sonora de Alfonso Aguilar (yerno del autor de ‘La caza’), e incorpora igualmente los tambores de Calanda. Los desastres de la guerra, sí. Y dios. Y el diablo. Y Goya.

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