Tierno verano de mentiras, verdades e iniquidades

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Por Don Quiterio /

A lo largo de este incierto verano, tierno y lujurioso, que ya parece lejano con la vorágine del acontecer otoñal, preludio de la larga noche de un invierno sin actividades lúdicas al aire libre más allá de las que proporciona la llamada cultura deportiva, se han celebrado numerosos festivales y muestras de cine en nuestra comunidad aragonesa.El cine es ocio, diversión, pero también compromiso y un elemento para la sensibilización. Bien lo sabe el colectivo Towanda, organizador de la octava edición de la muestra internacional de cine lésbico, gay, transexual, bisexual, queer e intersexual Zinentiendo, celebrado en Zaragoza y Jaca. Esta muestra ayuda a desmontar el sistema impuesto, a proponer nuevas opciones y a descubrir otras realidades. Zinentiendo ofrece modelos alternativos a la familia nuclear, denuncia el machismo y el patriarcado y propone un nuevo paradigma: la diversidad, el transfeminismo, la superación de la dicotomía del género construido y la libertad de los afectos y las sexualidades. En esta edición se han programado una cuarentena de obras, entre cortos, largos, ficciones o documentales, y su procedencia ha sido amplia: España, Bélgica, Grecia, Italia, Chile, Estados Unidos, Alemania, Brasil, Argentina, Paraguay o Francia. Realizadores como Arnaud Dufeys, Panos Koutras, Tea Guarascio, Claudia Rodríguez, Miguel Gabaldón, Zoltan Paul, Henrique Faria, Angela Tucker, Ruth Vera, Federico Calabuig, Thom Fitzgerald, Víctor Álvarez, Vicente Bonet, Isai Escalada, Gregg Araki, Jesús Plaza o Rosa Von Praunheim, entre otros, han compuesto el grosor de una programación contestataria, cuyo objetivo es cuestionar las cosas, las de la sociedad hetero y las internas, del colectivo, para reivindicar el derecho a decidir cómo ser y cómo vivir. Y lo hace a través del cine.

El duodécimo certamen internacional de videominuto, organizado por el área de actividades culturales de la universidad de Zaragoza, y cuya peculiaridad reside en que los trabajos no pueden exceder de un minuto de duración –incluyendo los títulos de crédito-, dio sus premios a los trabajos ‘Ici’, de los barceloneses Mario Barcellandi y Matilde Simón, ‘Repudios públicos’, de la cordobesa Julia Martos, y ‘Reconstrucción sobre bulería asimétrica’, del madrileño Daniel Escario. Además de la procedencia española, este certamen ha presentado obras procedentes de Argentina, Austria, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Letonia, México, Perú, Portugal, Senegal y Singapur.

El festival de cine extraño y de terror Obuxo, también en su edición duodécima, se celebró en Javierrelatre, en la comarca del Alto Gállego, y comenzó con la exposición ‘Unthinkable films’, por Pol Gorezje. Un certamen de sangre, humor y animación que homenajeó a Dario Argento, por el miedo que nos hizo pasar en la década de 1980, director, productor y guionista italiano, conocido por sus trabajos del género ‘giallo’, y su influencia en películas de terror. La sorpresa del certamen la ofrecieron dos jóvenes madrileños, que llevan acudiendo unos cuantos años, y decidieron celebrar su enlace de una forma peculiar e incluir la ceremonia en el festival. La boda gótica fue a una hora terrorífica, la medianoche del sábado.

Con éxito de público se clausuró el séptimo concurso de cortometrajes ‘Villa de Ayerbe’, con la participación de ‘Eutanas S.A.’, de Víctor Nores; ‘Sub’, de Jossie Malis Álvares; ‘Terapia’, de Beatriz Vallés; ‘Max’, de David Pérez y Pere Soler; ‘Luisa no está en casa’, de Celia Rico; ‘Stop’, de Sergio Barrejón; ‘Ayúdame a recordar’, de Fran Casanova; ‘Dos tomates y dos destinos’, de Gómez y Rodrigues; ‘Leo creciente’, de Rubén Mateo; ‘Wade in the water, de Stefano Ridolfi; ‘En plan romántico’, de Peris Romano; ‘En mal estado’, de Juan y David Delicado; ‘Fuero’, de Juanma Juárez; ‘Hotel’, de José Alemán; ‘Desvísteme’, de Javier Sanz; ‘Sinceridad’, de Andrea Casaseca, o ‘La vida inesperada’, de Gaiza Urresti, el único representante aragonés –aunque de origen vasco- en este certamen. Después de seis ediciones, este concurso se confirma como una de las citas culturales más importantes del verano para los vecinos de esta localidad de La Hoya de Huesca, que han podido disfrutar en tres días de cortometrajes de todos los géneros y estilos –ficción, animación, drama social, drama bélico-, además de tener la oportunidad de votar a sus preferidos.

La sexta muestra de cortometrajes en Campo se presentó con los cortometrajes ‘Voice Over’, ‘Ahora no puedo’, ‘Independencia’, ‘Fuga’, ‘En plan romántico’, ‘Luciano’, ‘Stop’ y ‘Buenos Aires’. Este año hubo cambios y se realizó la elección entre una sola distribuidora nacional que ofreció muchas opciones en temáticas de humor, intriga, de corte romántico, ficción científica y otros géneros entre un total de ocho directores. Este año no hubo premio y en lugar de enviar una cesta con productos al director del corto ganador se optó por entregar el importe en metálico a la distribuidora, que lo repartió entre los ocho cortos.

El salón de actos del teatro de las Esquinas de Zaragoza volvió a ser la sede de la muestra de cortometrajes de Delicias, que llegó a su undécima edición. Se proyectaron los últimos trabajos de la escuela de cine ‘Un perro andaluz’, junto a los cortometrajes ‘Reveal’, ‘Aggadah’, ‘¡Vamos, bonita!’, ‘Cual para tal’, ‘Ahora, no’, ‘Chan chan’, ‘Squash’, ‘Diario de una persona’, ‘Mi papá es director de cine’, ‘Desvísteme’, ‘Los ojos de los muertos’, ‘Mañana seré Dios’, ‘Amor a medida’ o ‘El miedo’, realizados, entre otros, por los cineastas Jesús Salvo, Germán Roda, Javier Sanz, Raúl Guíu, Miguel Manteca, David Colón, Ferrán Queralt y Sandra Escolano. Se rindió, asimismo, un homenaje a José Antonio Aguilar, director de la semana del cine y la imagen de Fuentes de Ebro, quien, al recoger el premio, manifestó: “Mi origen y mi educación están en el pueblo donde he nacido y donde descubrí el cine por primera vez, ese que todavía sigue vigente y se engalana con alfombra roja cuando llega la semana cinematográfica. Reivindicar la cultura y las oportunidades en el medio rural es muy importante para quienes compartimos un pueblo, y dejar perder la oportunidad de intentarlo sería llevar al fracaso a toda una generación. La cultura es un bien de interés público y como tal debemos promocionarla y potenciarla para no perder esa identidad que la caracteriza”.

Y añadió: “Siempre hemos llevado por bandera de dónde somos y hemos presumido de eso, de tener un festival en un pueblo que se llama Fuentes de Ebro, a orillas del río, en un valle donde el cierzo, a veces, aterriza sin piedad. ‘Cinema Paradiso’ fue el detonante, porque en torno a esta película se forjó una cita anual para conmemorar el centenario del cine español. Aquel 1996 queda lejos, dieciocho años atrás es el suficiente para mirarnos a los ojos y ver que algo habremos hecho bien para seguir creciendo, para que Fuentes de Ebro sea conocido en el panorama audiovisual español y todos los que han pasado por aquí nos tengan un cariño especial. Y resistimos, pese a los recortes. Creo que tenemos esa capacidad de ilusionar y sabemos que es un esfuerzo añadido en nuestras vidas cotidianas. A veces hay que sacrificar cosas y, sobre todo, restar tiempo para los nuestros, pero esto va implícito en el asociacionismo y más en uno altruista como este. Tanto que muchas de las ediciones han salido a flote con préstamos personales de algunas de las personas que componemos el equipo directivo del festival, hasta recibir las subvenciones oficiales, cuando las había. Hemos aprendido a sobrevivir”.

En el décimo festival de cine de comedia Paco Martínez Soria, celebrado en Tarazona, se pudieron ver los más de sesenta trabajos que aspiraban a inscribir su nombre en el palmarés. La gala de clausura, en la que se homenajeó a Paco León, sirvió para reconocer el trabajo de los actores José Luis Gil, Carmen Ruiz y Aida Folch. El premio al mejor corto recayó en ‘Morado’, de Néstor Fernández. El galardón a la mejor dirección fue exaequo, para Manuel Arija y Ander Mendía por ‘Pequeños electrodomésticos’ y ‘Beerbug’, respectivamente. El premio al mejor guion fue para María Gordillo por ‘Presence required’, del que también es directora. El premio al mejor actor recayó en Dani Pérez Prada por ‘Otra cosa’, de Laura Molpeceres. En cuanto a reparto femenino, el galardón a la mejor actriz fue para Esther Ortega por su papel en ‘Ojos que no ven’, de Natalia Mateo. Asimismo, el jurado decidió hace una mención especial a la dirección de fotografía del cortometraje ‘Don Enrique de Guzmán’, ambientado en el imperio español de 1590. Un festival sencillo a la par que cercano, que moviliza toda una ciudad, y no tendría sentido sin el apoyo de los espectadores que, noche tras noche, abarrotaron las butacas del teatro Bellas Artes. Un público que otorgó sus votos al mejor largometraje, la comedia romántica ‘Esto no es una cita’, de Guillermo Fernández Groizard. El público también premió al corto ‘Juliana’, de Jana Herreros. Además, se proyectó el cortometraje grabado por la veintena de jóvenes participantes en el taller de realización. Bajo el título de ‘Mi primera vez’, esta comedia de apenas seis minutos narra las peripecias de un chico que decide apuntarse al gimnasio y se tiene que enfrentar a diversas dificultades.

Las que no han tenido ni un minuto de recorrido han sido las jornadas de cine mudo de Uncastillo, porque han enmudecido. Se han celebrado durante trece años en homenaje a una actriz muda del lugar, Inocencia Alcubierre, y ha sido una muestra única en España que ha servido para promocionar esa localidad de las Cinco Villas. Ahora se toma un descanso (“un respiro”, dicen sus organizadores) por la falta de ayudas institucionales. Una pena, porque esta actividad se merecía otro tratamiento por parte de las instituciones, que la han dejado de lado. Su singularidad radicaba en las proyecciones acompañadas con música en directo gracias a pianistas, guitarristas o acordeonistas de Uncastillo, Zaragoza, Madrid, San Sebastián o París. Su programa incluía también un taller para niños, una exposición y una selección de cortos y películas siempre relacionadas con el cine mudo. Sin ir más lejos, el que esto escribe tuvo la oportunidad de inaugurar la última edición, con el cortometraje silente ‘El lazo de Carla’, una historia de pinturas, cuerdas, madres e hijas.

‘Las nieves del Kilimanjaro’, una historia que habla de la clase obrera de Marsella en estos tiempos difíciles de crisis y reformas laborables que el director francés Robert Guédiguian rueda en 2011 bajo el mismo título que el clásico de Henry King, pero con una temática completamente distinta, abrió la muestra de cine de Ascaso (Boltaña), el pequeño evento que organiza la asociación de vecinos de esta aldea semiabandonada de Sobrarbe (tiene siete habitantes en invierno), que se autoproclama como la muestra de cine más pequeña del mundo. Tres casas caídas y otras tres rehabilitadas y colgadas en la ladera del monte Nabaín. En este escenario se ha hecho realidad la idea de la reivindicación de lo pequeño, la necesidad de encontrar sendas nuevas de actividad cultural alejadas del culto a lo más grande que, habitualmente, ha salido de las arcas públicas. Se vieron también los filmes ‘Ander’, del vasco Roberto Castón, ‘N-VI’, del gallego Pela del Álamo, ‘Le tableau’, una animación del francés Jean-François Laguionie, ‘La pequeña Venecia’, de Andrea Segre, y el documental ‘Nostalgia de la luz’, del chileno Patricio Guzmán, un documental onírico y poético que sirvió para participar después en un coloquio con la participación de Eduardo Hurtado. Y también se proyectaron estos cortometrajes: ‘Voice-Over’ (Martín Rosete), ‘El trágico accidente del matrimonio O’Connor’ (Jesús López Alarcón), ‘Una historia para los Modlin’ (Sergio Oksman), ‘¿Por qué desaparecieron los dinosaurios?’ (Esaú Dharma y Mar Delgado), ‘Paseo’ (Arturo Ruiz Serrano), ‘Matar a un niño’(José y César Esteban), ‘La mirada circular’ (Iván Saiz, Dirk Soldner y Jim Box), ‘Hice un corto’ (Jacobo Mandelli y Lucila Rodríguez Cande), ‘Alumbramiento’ (Eduardo Chapero-Jackson) y ‘Cuando corres’ (Mikel Rueda, sobrino de Jesús Rueda, el de los pasatiempos de ‘Heraldo’, antes de que lo echaran). El presupuesto de la muestra, con un cartel de la diseñadora Ana Caos, es reducido y se ha ampliado gracias a la colaboración de vecinos del pueblo y apoyos comerciales que han facilitado material y servicios. Pero la colaboración más original llegó con la iniciativa del escultor y artesano de Aínsa Jesús Sanz, que elaboró piezas de barro artesanales con el nombre de ‘Miguela, la cordera cinéfila’, poniéndolas a la venta por nueve euros la figura.

“Invertarse algo nuevo era un sinsentido”, han dicho Miguel Cordero y Néstor Prades, responsables de esta pequeñita muestra de cine en Ascaso, “y más en épocas de crisis. A nosotros nos gusta el cine pequeño, el cine artesano, pequeñas joyas elaboradas por autores que dejan su huella donde otros no buscan más que el talonario. La opción era clara: compartir lo que nos gusta con la gente a la que queremos. Lo que hemos hecho es reunir, encontrar, hacer cómplices a muchas gentes que están hartas de los grandes derroches que tanto han dejado en los bolsillos de algunos y tan poco en la cultura de este país. Ese es nuestro cine, a la luz de la Luna y de las estrellas de la noche pirenaica, cuando aún, a finales de verano, podemos disfrutar juntos de proyecciones a la fresca. Es posible encontrar nuevos formatos culturales de éxito sin recurrir al talonario o a la pólvora del rey. El ministerio de cultura nos ha denegado la subvención para la muestra porque no la hemos pedido a través de internet, un servicio que el operador concesionario del estado no ofrece en estos lares. Es una vergüenza que, en pleno siglo XXI, haya lugares habitados a los que no llega una carretera asfaltada, que no estén conectados a la red eléctrica o que viertan sus aguas fecales al monte. En 2014 volverán estos cinco días de cine y buen rollo. En el Pirineo, a finales de agosto, cuando en el lugar celebrábamos la fiesta patronal de san Julián. Que las instituciones sepan estar a la altura depende de ellas. Nosotros seguiremos siendo pequeños. Eso sí, a mil metros de altitud, lo que da muy buena perspectiva tanto sobre Sobrarbe como sobre la situación de la cultura en Aragón”. Ahí queda eso. Ahí queda Ascaso.

El festival denominado ’22 x don Luis’, celebrado en Calanda y dedicado a Buñuel, alcanzó su novena edición. Una parte de la obras se proyectaron por la noche en el patio del centro Buñuel Calanda, un espacio presidido por el busto del creador, del escultor aragonés Iñaki Rodríguez, y uno de los días se dedicó a México con la exhibición de la película ‘El fantástico mundo de Juan Orol’, de Sebastián del Amo (mención especial mejor director y mejor actor, Roberto Sosa), y los cortos ‘Lluvia en los ojos’, de Rita Basulto, ‘Música para después de dormir’, de Nicolás Rojas, ‘Mi ojo derecho’, de Josecho de Linares (premio del público al mejor cortometraje), ‘La edad del pánico’, de Yailene Sierra, y ‘Efímera’, de Diego Modino, además del documental de Javier Martín Domínguez ‘Cine y arte: Leonora Carrington, el juego surrealista’. También se exhibieron, entre otras propuestas, ‘La venta del paraíso’, de Emilio Ruiz Barrachina (premio del público al mejor largo), ‘El artista y la modelo’ (mención especial mejor guion y mejor actriz, Aida Folch), ‘Blancanieves’, de Pablo Berger (mención especial mejor equipo, representado por el actor Emilio Gaviria) y ‘El molino y la cruz’, de Lech Majewski. Además de homenajeados como Pere Portabella –vinculado a filmes como ‘Los golfos’, de Carlos Saura, o ‘Viridiana’, de Luis Buñuel-, de quien se puso el corto ‘Aidez l’Espagne’, se programó ‘Un perro andaluz’ con una nueva banda sonora compuesta por Pablo Bello. El tema de esta novena edición, en torno al arte, trajo largometrajes en las sesiones paralelas relacionados con artistas (‘La casa Emak Bakia’, de Oskar Alegría), con los derechos humanos (‘Hijos de las nubes’, de Álvaro Longoria) o con el proceso de producción (‘Cenizas’, del calandino Llorenç Castañer).

En cualquier caso, flaco favor le hace Javier Espada a la figura de Luis Buñuel con sus quejas (el ‘gordo’ Gómez, con su dardo cruel, le llamaría ‘el cojo quejica’) en voz alta, sin lanzar un solo recordatorio a esas muestras aragonesas que han tenido que echar la persiana por falta total de apoyos. Está bien quejarse, pero los ninguneados, los olvidados, han sido otros, entre ellos las jornadas de cine mudo de Uncastillo, la única muestra de esta modalidad en España, que ha tenido que suspender la programación porque con quinientos euros –sí, quinientos- no les llegaba ni para invitar a unas cervezas al acordeonista donostiarra o al pianista parisién. Y se hizo el silencio. Ya lo decía Buñuel, de olvidados y ángeles exterminadores está el mundo lleno.

Javier Espada, al fin y al cabo, habla de sí mismo, enredado en sus paradojas. No le parecen bien los cerca de treinta y cinco mil euros de subvención para ‘su’ festival. A otros, sin embargo, les dan las migajas del banquete, y con apenas unos pocos euros han tenido que hacer malabarismos. Mal ejemplo para quien se considera dinamizador del autor de ‘Los olvidados’. Eso del compañerismo parece un esfuerzo titánico de memoria e imaginación. Verdad y mentira no son más que herramientas al servicio del todo vale. Parece que Espada, tan lúcido, tan triste, quiere hacer poesía con sus comentarios. Y tampoco es necesario. Es el reencuentro consigo mismo. Definitivamente, no hay forma de librarse del lirismo. Tiempos confusos.

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