Paris nous appartient / José Joaquín Beeme

 
Por José Joaquín Beeme

    Cualquiera tiempo pasado fue mejor, dijo en su planto Manrique, y un marqués algo zumbón le corrigió: la nostalgia es un error.

     Medianoche en París y Woody Allen (enmascarado en Owen Wilson) medita sobre esa contradicción que corroe a los espíritus incomodados, presas de la desubicación y el desasosiego. Con gracia y levedad, el pequeño neoyorquino trata de la huida del mundo propio, mediante el expediente del viaje en el tiempo pero sin alharacas FX, en busca de otro que, por contraste, uno siempre imagina mejor y más vivible, al menos para lo que uno es y a lo que uno aspira. Allen es un tipo para quien vivir es rodar, y rodar haciendo caminos, por lo que en esta película afirma aún más si cabe su europeísmo (ahora incluso productivo, a razón de 2-3 películas por capital), poniendo en danza a los espadas de la Lost Generation con sus homólogos de la avant-garde postimpresionista entre las dos guerras mundiales. Es fácil suponer uno de esos castings de dobles, con contratos al minuto y frases epigramáticas: Dalí rinoceróntico, Buñuel aneblado (y de ideas recibidas, ¡oh anatema!), Picasso casi en guantes de boxeo… que no son otra cosa que la guarnición de esas excursiones al pasado que fascinan y abren los ojos al protagonista. Un flâneur que revisa sus amores (la vida, la literatura, la chica: mundo, demonio, carne) bajo la transfiguradora luz de la hora bruja, y que nos recuerda nuestros propios vagabundeos —Roma, Lisboa, Edimburgo, Bruselas; también, cómo no, París— siempre con la mirada encendida y el intercambiador de vidas en marcha.

http://blunotes.blogspot.com/

Artículos relacionados :