“Un hombre limpio y trabjador” / Natalia Asunción

Por Natalia Asunción

 

    “Un hombre limpio y trabajador” era todo lo que deseaban las abuelas de antaño para sus nietas.

    Ahora esas nietas nos sostenemos a nosotras mismas y podemos desear otras premisas diferentes. Muy diferentes, como ser madre soltera o elegir nuestra propia sexualidad.

     Las cosas han cambiado mucho. Sin embargo, el valor del trabajo sigue siendo el mismo. Las personas, como llamo yo, “currantas” nos reconocemos y nos caemos bien. Porque sabemos que la vida, a veces, implica sacrificio y resistencia.

    Comenzamos mes con una celebración importante: el día de las personas que diariamente se levantan para traer algo de pan a su casa.

    Trabajadores somos muchos, no sólo los que coincidimos a las cinco y media de la mañana en la parada del autobús…

    Trabajador es el que da empleo a otros, el que trabaja en casa para facilitar la vida a su familia, el que busca empleo sin resultados…

   Pero de lo que quiero hablar es del “valor del trabajo” el compañerismo, tan necesario en esta sociedad individualista, el sacrificio en pos de un trabajo bien hecho, la resistencia mental y física, el esfuerzo para sacar de ti mismo los mejores resultados.

    El trabajador, durante sus ocho horas de trabajo, mueve la rueda de la civilización.

    De su presente, pero también de su futuro.

   Es por ello por lo que jamás he pensado en mantenerme en un puesto que pueda resultar poco lícito. Para mí es importante que esa rueda no sólo me de dinero, sino que implique el futuro de nuestra sociedad.

    El simple hecho de producir, de que mi actividad fluya en la dirección adecuada, es suficiente para poder dormir tranquila…

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