Por Andrés Sierra
Es inquietante cómo cambian las circunstancias, por ejemplo que un gato encima de un armario salte a la cama (todo a oscuras) y no caiga encima de alguien que está en ella.
También inquietante e interesante una reunión de amistades celebrando algo.
Cada persona en realidad, ¿va a lo suyo ?. Ahí hay empatía. Seguramente dependerá de la persona.
Inquietante ir a un psicólogo o psiquiatra. Mirarse al espejo y ver lo que se ve. O mirar lo que pasa en el planeta… al mismo tiempo lluvias torrenciales y luego una profunda sequía.
Funcionando en la sociedad te vas encontrando curiosidades, cuestión importante como no. La curiosidad de un crío, con seis o siete años pero también con setenta u ochenta.
En alguna ocasión he tenido la oportunidad encontrarme dentro de una reunión y observar a las personas… Lo mejor quizá sea entrar y callar, entrar y escuchar, entrar y saber estar.
Hay gente que tiene muchas copas –trofeos- merecidos o no, no voy a cuestionar esa cuestión, pero me parece inquietante obsesión de aparentar, tal vez ostentosamente lo que se ha hecho en la vida.
Estamos persiguiendo algo que no encontramos, seguramente nunca.
Se suelen suceder
en un mismo punto
espacios infinitos
y deberían existir
todavía, esos genios
para explicar
qué pasa aquí.
Para aclarar
El evidente final.
Poemas aparte, siempre he tenido esa preocupación de colocarme en el sitio adecuado para no molestar, o al menos intentarlo; ¿lo he conseguido?, no lo se.
Viene un futuro, siempre ha sido así, como no. Siempre estamos dispuestos a mejorar-salvo excepciones- porque a priori todos somos buena gente. Yo personalmente me fío de ello… y pasan los días, me sigo fiando; claro que sí.
Todos sabemos nuestro final, cada uno el suyo. El mío me parece inquietante.