El diván: ‘La sombra de un secuestro’ de Jan Brugge


Por José María Bardavío

    Cuando raptan a Wayne Hayes (Robert Redford), la esposa se viene abajo.

Título original: The Clearing

Año:2004

Duración: 91 min.

País: Estados Unidos Estados Unidos

Dirección: Pieter Jan Brugge

Guion: Justin Haythe. Historia: Pieter Jan Brugge, Justin Haythe

Música: Craig Armstrong

Fotografía: Denis Lenoir

Reparto: Robert Redford, Willem Dafoe, Helen Mirren, Matt Craven, Alessandro Nivola, Melissa Sagemiller, Wendy Crewson, Larry Pine

     Cuando raptan a Wayne Hayes (Robert Redford), la esposa se viene abajo. La representación corporal que Jan Brugge, el director, encuentra perfecta para exponer el drama que está viviendo la esposa, sin aspavientos sin exageraciones sin gestos románticos sino con extrema profundidad, consiste en ubicarla desnuda, sentada, las rodillas levantadas, los brazos abrazando las piernas, la cabeza a punto de apoyarse en las rodillas, perfectamente quieta, perfectamente ausente del mundo, perfectamente lejana, conceptual; dentro de la bañera.

    Y si nos fijamos bien es la bañera la que permite conseguir trasladar al espectador esa intima infinitud  al asociar el espacio escaso, diminuto, con las fuerzas simbólicas que lo rigen según circunstancias haciéndolo inmenso. Y aquí y ahora la huida del mundo, de sus terribles miserias, está más que nunca justificadas. La mujer Eileen Hayes (Helen Mirren) está tan lejos  porque está tan cerca. Y no se trata de un galimatías espacial, se trata de una fantasía de regreso al útero materno, el lugar en donde el displacer simplemente no existe. Eso es lo que dice al pie de la letra, rotundamente, tan lacónica gestualidad.

    Pero un detalle extremadamente significativo altera tal posibilidad interpretativa. Eileen está desnuda en la bañera, en posición muy cercana a la fetal. El amor, decía Bolkian, es fetilizante. Pero el dolor, nos dice aquí el significado postural de Eileen, también lo es, quizá aún más. Pero, y aquí está el quid de la cuestión, su cabeza no está inclinada hacia abajo sino mirando a un punto neutro, perceptivamente inexistente, al final del agua de la bañera.

     Es como si el proceso regresivo emprendido por el dolor insoportable se hubiera interrumpido. Es como si justo antes de la entrada en regresión, la persistencia del secuestro disolviera cualquier gratificación puesta en marcha por la regresión misma. Esa cabeza alzada mirando sin ver, nos habla de un mantenerse al borde reparador del abismo inconsciente de la regresión. En conclusión, como si el desaparecer en la memoria psíquica (regresión) o el permanecer consciente, ambas cosas, le fueran perfectamente indiferentes. Como si estar colgada como de un clavo en la pared, contuviera el mismo valor gratificante que la regresión misma. Eileen está suspendida, perfectamente disasociada, sumida en el grado cero del existir. Está tan secuestrada como Wayne.

El blog del autor: http://bathtubsinfilms.blogspot.com/

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