Por Andrés Sierra
Mi compañera, en su retrete, sigue teniendo una cadena para estirar lo ahí depositado.
Luego ya en la metáfora… qué puedo contar. En realidad todo.
Me acuerdo de los críos, a ellos eso de estirar la cadena les sonara raro puesto que lo que hacen es apretar un émbolo o estirar de el.
Tengo pendiente escribir un micro relato para un concurso. Una de las bases es que no debe de exceder de doscientas palabras. Otras de las bases, escribir sobre la salud, pero en un enfoque positivo y de esperanza.
Cuando me ponga a escribir, tendré que mentir o en todo caso hacer un relato inventado.
Se trata de evitar el dolor sobre todo, así que si es preciso drogas, pues bien de drogas y música siempre a capazos.
Hay un señor que suelo ver muy a menudo, más que nada porque vivimos en el mismo barrio. Su vestimenta es absolutamente “vaquera” ;cazadora vaquera, pantalones vaqueros…
El es de Estados Unidos, y un amigo suyo, que también. Un día me dice que se está muriendo. Me sorprendo y le digo que habitualmente le veo con su copa de brandy –o dos- y su cigarro –o dos-. Entonces entendí lo que me quería decir (son las imprecisiones del idioma) puesto que su lengua materna es el inglés, aunque habla perfectamente el castellano. Quería comunicarme de este paisano suyo que su salud es muy mala y no debería beber ni fumar, y sigo viéndolo prácticamente casi todos los días y sin embargo quien me contaba todo esto, muy buena persona, ya no está.
El señor que no debe ni beber ni fumar, ciertamente va como puede, bastante con cierta precariedad, apoyado en su bastón ergonómico luz incorporada.
Me pregunto qué años tiene, la verdad es que aparenta ochenta, de cualquier forma los setenta –aunque sean y pocos- ya no los cumple.
Su imagen es curiosa, amén de la vestimenta vaquera. Pelo blanco, barba blanca y cuidada y su melena muy por debajo de los hombros.
Intuyo que su juventud sería hippy o de rock duro.
Para mí otra de las imprecisiones de la vida.