Desde la sombra / Eugenio Mateo


Por Eugenio Mateo Otto
http://eugeniomateo.blogspot.com/

     No me atrevo a tildar de felón al príncipe Henry de Sussex, Harry para los amigos, primero, porque actos como los cometidos por este miembro de la Casa Real Británica son de exclusiva…

…potestad de los que hacen con su vida lo que les parece; segundo, porque el hecho de poner precio a la memoria no tiene importancia. Al fin y al cabo, ¿Qué son 20 millones de euros, si acaso se pueden ganar 80?

    Le diría, eso sí, que no tenga en cuenta que su historia es fruto de las casualidades, mitad sangre azul, mitad sangre roja, y que el reloj de la vida le permitió un papel en el testimonio de su verdad. Vaya por delante, que escribir unas memorias con 38 años es normal, pero tiene dos consecuencias: que la saga literaria amenace con tener largo recorrido, o que los hechos narrados se conviertan en atemporales y dejen de tener inmediatez. Si el editor del libro “En la sombra”, del duque de Sussex, no estuviera seguro del éxito, a buen seguro que hubiera echado un vistazo antes a Palacio, por si acaso, pero si sumamos toda la capacidad de morbo que tiene el tema a todos aquellos rendidos a la teoría de la conspiración contra Lay Di, el bombazo está garantizado.   ¿Temblará por ello el sistema? ¿Se desmoronará la monarquía inglesa? No será fácil que el principito se lleve algo por delante, aparte de la indecente cantidad ya mencionada. En todo caso se llevará por delante la estima (si es que existía) de los que no son tratados con simpatía y ¿el honor? de alguno que hace gala de tenerlo a pesar de todo. 

                  Se trata, en mi humilde parecer, de un asunto de pasta. No debe ser fácil vivir sin presupuesto una vez abandonada la Familia Windsor y salir al mundo con las manos vacías, pero con buena manicura. Eso de las manos vacías es un sarcasmo, pues no alcanzo a medir las rentas del ducado de Sussex que percibirá el díscolo Harry. Lo que no dejó de ser un culebrón por entregas de la verdadera personalidad de todos los protagonistas, lleva camino de convertirse en un colosal negocio con mucho de venganza.  La hay, incluso adivinando la sinopsis sin leerla siquiera. No necesitamos nada más para reconocer la maniobra, con un buen y eficaz “negro” trasladando al noble acto de escribir todos los borbotones semánticos del autor, al menos, nominal. El tal príncipe parece harto y decide quemar sus naves, como Cortés, metido de lleno en el cotilleo que se infiltra en el libro para parecer más creíble.  Imaginemos que su jefe de imagen (que lo tendrá) le vaticina una rueda de innumerables apariciones en los medios y su secretario (que lo tendrá) añade las repercusiones económicas muy favorables que obtendrá. ¿Es una operación de márquetin?  ¿Es un intento de desestabilización? ¿Y por qué, no, las dos cosas?                                                                                                                                                                                              Con el debido respeto, Alteza, no está nada bien poner en marcha el ventilador. Si me cree, a Usted se le tenía como al huérfano favorito en la historia y gozaba de la simpatía popular porque era huidizo y un poco gamberro, pero buen chico triste. Ahora, desde la sombra, no sé cómo le verán. Habrá opiniones para todo, pero si como se presume, el libro es un ajuste de cuentas, algunos verán en Henry al vengador justiciero. Puede que sus fans aumenten, o puede que no, es difícil bucear en la insoslayable levedad del ser. Lo cierto es que al noble pelirrojo le ha llegado el momento de contar su verdad saliendo de las sombras, en las que, sería inoportuno dado el cariz público de los Windsor, parece que anduvo fuera de los focos.                                   

         No deja de resultar chocante que familias de la realeza europea se afanen en demostrar que son de carne y hueso, como si no lo supiéramos ya, y se fagociten mutuamente entre sí. La monarquía está en crisis porque ella misma se ha olvidado de su papel representativo y cae en pasiones, que, por plebeyas, parecen tener más alicientes. En ciertas repúblicas, escándalos como los acontecidos en algunas monarquías, afectando a la cabeza del Estado, hubieran provocado la inmediata renuncia, paso a la justicia y caída del Gobierno. A pesar de ello, cabalgamos, Sancho.                                                                                                                                                                                           
            Mientras tanto, los medios hacen el agosto aireando los trapos sucios de las familias reinantes en una burda metáfora de la carnaza. Le deseo a Harry mucha suerte, aunque no me guste, la va a necesitar; del calado de sus afirmaciones dependerán muchas cosas y todas con consecuencias. Siempre se ha dicho que las venganzas entre familias suelen salir caras, y más, entre esas que pueden, tanto pagar, como resolver.

Publicado en El Periódico de Aragón.                                                                                                                               

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