Por Max Alonso
He leído por alguna parte sobre la Casa de León en los tiempos en los que fue su presidente Luis Alonso Luengo que inauguró en 1958 su nueva sede en la calle del Pez…
…y contaba con paneles alusivos a las distintas comarcas de la provincia.
Con el misticismo de Astorga; La industria y minería de Ponferrada; Los viñedos de Villafranca; La recolección de la ribera de La Bañeza; La trashumancia de Riaño; La montaña de la Vecilla; La ganadería de Murias; Los campos y su horizonte de Sahagún y los castillos y trigales de Valencia de Don Juan.
Eso es León y mucho más, pues esas imágenes corresponden al León provincial físico en el que no hay que omitir a la capital de la provincia y del reino que tira por todas estas comarcas y las provincias que le dejan, que energía tiene y le sobra. Nacido el reino de León del reino de Asturias, como de él mismo nacería Castilla por la capacidad engendradora de aquellos reinos que andaban en el empeño de recuperar Hispania de los Árabes cuando estos de mala manera se la habían apropiado. Como de Navarra nació Aragón y de este Valencia, Cataluña y Mallorca y de la unión de las dos, Castilla y Aragón siguió la génesis imparable de la España reconquistada.
Todo esto hay que tenerlo en cuenta en estos tiempos cuando estamos sufriendo los embates secesionistas de ignorantes que no quieren saber nada del pasado y sin saber los pactos que se hicieron, nunca por las armas, se empeñan en la secesión en los tiempos que ya no se lleva ni la desunión ni la idea de los viejos y pequeños imperios cuando se está forjando Europa por encima de como siempre había sido, como una necesidad y una solución, en lo que llaman el mundo globalizado. Una Europa que si había existido forjada por los griegos en el mundo de las ideas y la democracia en un camino difícil que solo tantos milenios después se acepta y se asienta.
Es desde la Europa de la tuvo que salirse el Reino Unido, que hemos entendido lo que es la unidad, a la que tendrán que volver cuando se cansen aunque necesiten siglos y de la que se quiso ir Cataluña de una forma peregrina, ignorando que sin ley no hay democracia y que no se puede poner al carro por delante de los bueyes, porque por mucho que se intente así no anda. Esas son ignorancias tan asombrosas como las de quienes se ponen a hablar de la cecina de León y se creen que tienen su origen en las patas traseras del rey de la selva.
Vivimos entre ignorancias y botafumeiros a los más ‘guapos’, que no los más inteligentes cuando en realidad es para no oler el hedor que dejan complicidades, como la más elemental que es la que quien vota a un corrupto lo hace porque él también lo es. Ignorancias históricas y conceptuales que afloran, sin que nadie conteste de inmediato cuando lo escuchas en un telediario. Quizá lo más llamativo de la llamada postverdad, cuando la verdad ya no tiene valor, es la impunidad con la que se esgrime y la mentira se impone con la facilidad de hacer titulares.
Es fácil cuando este ocurre que se haga noticia continua de las andanzas de un delincuente patético, errante; o los pensamientos racistas y ofensivos de un enésimo aspirante con nombre y maneras de antruejo, mientras se ocultan y se ignoran los problemas que realmente nos atañen. No me refiero a las pensiones o la falta de trabajo, la corrupción que nos rodea o como se nos saquea legalmente dando nuestro dinero a los que ya lo tienen o lo han perdido por la suma de malas gestiones, las propias o las de los administradores públicos que son los mismos que las conceden y nunca responden, sea a los bancos, las eléctricas, las autopistas o a los depósitos gasísticos. Como no se pueden imponer los temas. Por ejemplo los de los catalanes con lo mucho que tienen de sólo suyos, insolidarios y delictivos sobre lo nuestro. Cuando de esto ni tan siquiera se habla. Por ejemplo la despoblación. No sólo en lo que tiene de mal presente sino de trágica amenaza futura que podrá acabar con nosotros.