Una larga reflexión / Manuel Medrano


Por Manuel Medrano
http://manuelmedrano.wordpress.com

    Es lo que necesito, o necesitamos algunos. La sociedad de la información hipertrofiada en volumen (que no en calidad), la absoluta e incontrolable globalización…

…, las noticias falsas (oficiosas, oficiales, o de gamberros), el terrorismo que venceremos (espero), la emigración de españoles por necesidad, la migración en general, en resumen: ¡de locura! Ya no es ni para plantearse de dónde venimos ni a dónde vamos, estos asuntos quedaron obsoletos.

   A veces, en vez de opinar a golpe de mensajes en las redes, o en los medios tradicionales de cualquier tipo (y aquí incluyo los digitales), se echa de menos la reflexión, la tertulia, el tranquilo intercambio de pareceres con personas informadas, de confianza y sinceras. Viejos hábitos que parecen inútiles. Se anhela la serenidad de ánimo. Escuchar opiniones fundadas pero no impuestas. Que las conversaciones de barra de bar no son lo mismo, aunque siguen existiendo y nos entretienen.

   Hubo un tiempo en que se valoraba la originalidad. Otro en el que se ponderó la discrepancia del heterodoxo manifestada con argumentos adecuados, como elemento de enriquecimiento. Y hay otro en el que sólo tiene valor la obediencia ciega, el sostenerla y no enmendarla, el contradecirse y largar sofismas a velocidad de vértigo. Hubo un tiempo en el que ser trabajador era un mérito, pero ahora no es así, el mérito es aparentar serlo. Hoy sabemos que, si la verdad te hace libre, más vale que te lo curres porque lo sencillo es creer sin pensar, que resulta más de moda. En política, en religión y en lo que haga falta.

   ¿Es este un mensaje pesimista? No. Es un deseo de serenidad, insisto. Parece que estemos en los momentos críticos de la caída del Imperio Romano, momentos inseguros, futuro impredecible, abominación de los tiempos que nos toca vivir, pero todo eso es superable si nos fijamos una meta. No digo lo de “vencer o morir”, porque eso sí está en vigor en algunos movimientos modernos. Digo pensar, luego actuar, y luchar por lo que crees hasta el final, a ser posible sin morir porque entonces no hay segunda oportunidad.

   Tengo la suerte de conocer personas intelectualmente muy sólidas, con larga experiencia vital, con las que intercambio pareceres tranquila y sosegadamente. Pero lo que creo sería útil es poder hacerlo en círculos más amplios, y en periodos más duraderos. Y luego, hacer lo que se deba, como decía Spike Lee, aunque sin violencias, ilegalidades, ni extorsiones morales a los demás. Y si esto es ser inocente, compro la inocencia. Porque Maquiavelo, hoy, está ya muy sobrevalorado. Superado incluso.

   Y si no es posible mi deseo, vuelvo a enarbolar la cita de Makinavaja: “En este mundo podrido y sin ética, a las personas decentes sólo nos queda la estética”. La belleza como principio irrenunciable, la creatividad como último reducto de la libertad de espíritu.

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