Nueva YorK: «De pavos y belenes»


Por Marta Remartínez

 Aún no nos hemos recuperado de la resaca de pavo y calabazas que dejó el día de Acción de Gracias y ya estamos metidos de lleno en la navidad.

 


Marta Remartínez
Corresponsal del Pollo en Nueva York
http://www.flickr.com/photos/momentosguardados/

         Aún no nos hemos recuperado de la resaca de pavo y calabazas que dejó el día de Acción de Gracias y ya estamos metidos de lleno en la navidad. Pero antes de contaros como los yankees organizan estas fiestas vamos a dar un vistazo rápido a su fiesta estrella, y es que para ellos su tradicional Thanksgiving es mucho más importante que nuestras celebraciones navideñas.

   Sin duda el protagonista de este día es el pavo. Los supermercados se llenan de pavos frescos y congelados, grandes y enormes (en Nueva York no existe la palabra pequeño), donde miles de personas enloquecen por conseguir su tesoro.

   Muchas familias recorren miles de kilómetros para encontrarse con los suyos, ya que aunque la fiesta grande es el jueves, el cuarto de noviembre exactamente, los americanos aprovechan para hacer puente, costumbre más española que neoyorkina pero a la que no dicen que no.

   Si tienes suerte y no te toca cocinar, puedes pasar una mañana mágica rodeada de globos gigantes, bandas de música, animadores y mayorets que recorren las calles de Manhattan de la mano de su patrocinador, el omnipresente Macy’s. Spiderman, la rana Gustavo, Hello Kitty e incluso Papa Noel pasan sobrevolando las cabezas de niños y adultos que no pueden resistirse al tradicional desfile.

   Y después a casita a ver la tele, ya que algo realmente neoyorkino en Acción de Gracias es beber cerveza frente al televisor mientras se ve fútbol americano. Como este año yo sólo me ocupaba del postre pude disfrutar de un día genial, y es que esperar cinco horas frente al horno para cocinar un pavo de 9 kilos ¡no lo vuelvo a hacer!

   Claro que no sólo hay quien espera cinco horas a que se hornee el pavo, hay quien espera el doble sentado en el suelo con un par de mantas y mucha paciencia a que se abra su tienda favorita. Y es que a las doce de la noche da comienzo el llamado Black Friday, día de compras por excelencia en Estados Unidos. Ofertas increíbles sólo para los primeros, y es que conseguir una televisión de cincuenta pulgadas de plasma por menos de 300 euros no es moco de pavo, por seguir con el tema.

   Como a los neoyorkinos les encanta decorar todo en función a la fiesta que toque las semanas anteriores a Acción de Gracias toda ciudad se llena de pavos de peluche, pavos en camisetas, en delantales… y hasta el Empire State Building se suma con su iluminación naranja, roja y amarilla, colores típicos de estos días.

   Es frecuente ver pavos junto a muñecos de Papa Noel, ya que la Navidad de acerca y con ella millones de turistas que quieren ver la gran manzana navideña aunque quede más de mes y medio por delante.

   Como el turista manda las calles se decoran con motivos navideños, eso sí, nunca con belenes, para no ofender a una ciudad tan repleta de religiones como de sensibilidades extremas. Pero si eres un nostálgico y echas de menos la tierra patria siempre te quedará la catedral de Saint Patrick, donde se encuentra uno de los únicos belenes que verás en Nueva York.

   Yo que nunca me he contagiado del espíritu mágico de la Navidad y que más bien tiendo a la melancolía mientras me atiborro de turrón de almendras, he de confesar que casi me convencen estos yankees con tanta lucecita y villancico rockero… aunque pensándolo bien, puede que la felicidad que siento estos días al recorrer Nueva York no venga dada por tanto estímulo navideño, sino porque en Navidad, como el turrón, regreso a casa.

   Porque aquí se está muy bien pero no lo cambio por mis tierras mañas ni por todo el pavo del mundo.

   ¡Feliz Navidad!

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