Taiwan: una aproximación a su reciente historia (y III)


Por Héctor Muñoz

     Sin embargo, y pese a estos juegos de tensiones políticas, la cooperación económica parece estar uniendo lo que las amenazas y la política nunca ha logrado unir. José Reinoso, corresponsal de El País, habla de que China se está ganando a Taiwan «por el estómago».

 

 
Por Héctor Muñoz
Corresponsal del Pollo Urbano en Taiwan

TERCERA PARTE

    Sin embargo, y pese a estos juegos de tensiones políticas, la cooperación económica parece estar uniendo lo que las amenazas y la política nunca ha logrado unir. José Reinoso, corresponsal de El País, habla de que China se está ganando a Taiwan «por el estómago». En 2010 ambas partes firmaron un acuerdo sin precedentes que aumentaría y daría fluidez al intercambio comercial. El acuerdo incluía una reducción de los aranceles para 539 categorías de productos taiwanese y 267 categorías de productos chinos. Se trata de un acuerdo histórico que por una parte aumentará el volumen de ventas en 11.200 millones de Euros al año en el caso de Taiwan (2.300 millones en el caso de China), y por otra parte sacará a la isla de ese aislamiento internacional en el que dice estar sumida.

    Otro hito que sin duda impulsará el tráfico de personas y de productos es la apertura de líneas directas de comunicación entre la isla y el continente. Estos vuelos no sólo ahorran 16 horas al viajero, o reducen el gasto en un 30%, también unen Taiwan con el resto del mundo. Del mismo modo, no sólo se habla de turismo y reunificación familiar; estas rutas directas también permitirán el envío directo de productos de una parte a otra. Además, y pese a los límites en el número de viajeros por parte de Pekín, los ciudadanos de ambos lados se están redescubriendo. Los taiwaneses están empezando a darse cuenta de que sus vecinos al otro lado del estrecho ni son tan incultos ni tan pueblerinos como creían. En este contexto tan aparentemente favorable, la peculiar situación de la isla hace que, pese a ser un nudo importante de comunicaciones, la Organización de Aviación Civil Internacional no pueda proteger a un estado que no reconoce. En todo el mundo crecen las medidas de seguridad. Las de Taiwan, sin embargo, parece que no se pueden garantizar.

   Cerramos este capítulo con una anécdota que refleja la buena voluntad (pero también el carácter sibilino) de la diplomacia china. A finales de 2008 el continente entregó, tal y como hiciera en 1972 a EEUU tras la visita de Nixon, una pareja de osos panda, un símbolo nacional. El presidente Ma aceptó los pandas como un buen gesto, y todos los medios de comunicación se hicieron eco de su entrega. No faltaron, por descontado, las voces discordantes que veían en los nombres de los pandas las verdaderas intenciones de Pekín (y no iban desencaminados, pues los nombres de ambos daban como resultado la palabra «reunificación»). Otras tantas voces disidentes declaraban que los osos panda no significan nada mientras siga habiendo misiles apuntando hacia la isla.

CONCLUSIONES

   En la Gran China distinguimos diversos territorios con diversas características. Tenemos el caso de Hongkong, que forma parte de la República Popular China pero goza de un sistema y de una idiosincrasia propios. Lo mismo sucede con Taiwan, con la pequeña (pero grande) excepción de que su «república» no es la «popular y comunista». Entre Taiwan y China, Hongkong se sitúa en una posición intermedia, y por ello China y Taiwan tienen a la antigua colonia británica como referencia. Si el proceso de retrocesión llega a buen puerto, China tendrá un argumento sólido en su propuesta a Taiwan de integración. Si fracasa, Taiwan puede basarse en dicha experiencia para dar la negativa por respuesta.

   Otros factores deben también ser tenidos en cuenta. Primero, que el mundo lleva camino de convertirse en un escenario multipolar en el que China tendrá mucho que decir y EEUU mucho que escuchar. Esta posición le permite continuar la partida con mejores cartas, y por tanto con más garantías de éxito. Por otra parte, el tiempo borra las rencillas históricas, y por ello las nuevas generaciones estarán más acostumbradas a vivir en un clima de cooperación que no de odio e incomunicación. La economía acercará posiciones en el futuro, y es muy probable que la población acompañe esta tendencia.

   La otra gran cuestión es la fecha de la hipotética reunificación. Primero, se puede aventurar que no puede llevarse a cabo mientras haya diferencias en el nivel de vida tan grandes entre ambos territorios y en el sistema político. Taiwan realizó su despegue económico en una situación de dictadura y con un 47% de trabajadores en el sector primario. Posteriormente, comenzó la democratización cuando ese porcentaje había bajado al 20%. Si aplicásemos el mismo baremo a China, las primeras medidas democratizadoras llegarían hacia el 2030. No parece muy plausible una reunificación antes de esta fecha.

     Como apuntan muchas voces expertas, no es momento de ejercer presiones sobre la isla. Igual que Taiwan mira a Hongkong, la isla también mira a Tíbet para observar el comportamiento de China ante sus conflictos internos. Un traspié de China tendría consecuencias en Taiwan. Si China actúa con tolerancia y mesura, y si es capaz de crear un entorno político y social atractivo para los taiwaneses, es probable que se produzca algún acercamiento oficial a medio o largo plazo. También comparto su opinión de que se trata de una carrera de fondo a la que no se le pueden poner fechas límite. La paciencia y el buen hacer en los ámbitos no estríctamente políticos, como la economía, pueden contribuir a que China logre su objetivo.

Nota: Este artículo es una adaptación de un trabajo realizado para la Universitat Oberta de Catalunya, y cedido exclusivamente a El Pollo Urbano para su publicación.

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